La Unión Europea en conjunto y una parte de los Estados Unidos, además de Reino Unido, parecen estar concienciados de que el futuro o será más ecológico o no será. Es por eso que la electrificación de la flota de vehículos es una de las grandes alternativas, pero también es cierto que no todo podrá funcionar de manera eléctrica. Son diferentes los motivos, pero la única opción que hay para mantener al mundo funcionando como lo hace ahora es combinar diferentes alternativas. El hidrógeno es una de ellas y también lo son los biocombustibles, con la denominada huella neutra de carbono.
Precisamente este último sistema es el más controvertido. Mientras que la electricidad siendo generada de manera limpia no genera emisiones y menos al consumirla en un vehículo, y el hidrógeno solo genera agua, los biocombustibles sí liberan emisiones durante su uso, y es aquí donde está la clave del problema al que se enfrentan.
Las normativas no terminan de estar definidas y hay dudas de que puedan emplearse los biocombustibles más allá de 2050 cuando, en teoría, no se podrán conducir vehículos a combustión. Es una situación realmente compleja, pero aun así son muchas las compañías que están apostando por ellos sabedoras del gran pastel que puede estar por repartir. Y es que la realidad, como suele suceder, es más compleja de lo que dicen las leyes y los políticos.
El caso es que actualmente hay empresas que están trabajando con la premisa de que, gracias a los biocombustibles, se podría lograr que la huella de carbono fuera neutra, aunque con cierta “trampa”. Los biocombustibles de este tipo conseguirían durante todo el proceso (cultivo o reciclaje, generación y uso) no emitir más carbono a la atmósfera del que han captado previamente. Así se lograría no emitir más CO2 del que había, aunque en ciertos puntos donde se empleasen los carburantes sí seguirían emitiendo. Esa es la piedra que deben sortear y es que aquí toparán con la política.
En cuanto al rendimiento de los biocombustibles, a pesar de estar en fases muy tempranas en comparación con los combustibles fósiles, parece no estar ya tan lejos, así que no sería un problema. Tampoco debería ser problema el precio, pues aunque la producción a día de hoy es cerca de tres veces más cara, al pasar a gran escala se debería asemejar bastante.
Por último y no menos importante es el hecho de que los biocombustibles se generan de la misma manera que los combustibles derivados del petróleo, por lo tanto, a nivel técnico no debería haber grandes diferencias técnicas a la hora de crearlo.
De esta manera solamente nos falta ver cómo estos grupos de presión actúan e influyen en las leyes venideras. Porque lo que sí es seguro es que los biocombustibles no son un reemplazo para la electrificación, sino un apoyo a conseguir una movilidad sostenible, duradera y apta para todas las necesidades y los bolsillos.