Si hay una marca que ha llevado al extremo el concepto de «exageración» en el mundo de las motocicletas, esa es Boss Hoss Cycles. Nacida en los Estados Unidos, tierra de excesos y pasiones por los motores de gran cilindrada, esta pequeña firma ha construido una leyenda a base de mecánicas V8 de automoción montadas en chasis de moto.
Como es lógico, cuentan con cifras que parecen salidas de una película de ciencia ficción, hasta 8.100 cc, más de 600 cv y un precio que arranca en los 75.000 euros. Y sí, obviamente hablamos de motos legales para circular.
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La historia de Boss Hoss comenzó en 1990, de la mano de Monte Warne, un piloto de aviación de Tennessee con una idea tan simple como alocada: poner un motor V8 de coche en una moto.
El primer modelo utilizaba el legendario bloque Chevrolet Small Block 350 de 5.700 cc, y aunque la idea parecía un experimento de garaje, la marca se consolidó rápidamente entre un nicho muy específico de amantes del músculo americano que, de una manera algo barroca, demandan algo aún más llamativo que una Harley-Davidson o una Indian.
Inicialmente llamada Boss Hog, la marca se vio obligada a cambiar su nombre tras un conflicto legal con el Harley Owners Group (H.O.G.), adoptando finalmente el nombre actual: Boss Hoss. Y aunque en Europa hace más de una década que no se comercializan oficialmente nuevos modelos, debido principalmente a las normativas medioambientales cada vez más estrictas, en el país de las hamburguesas la producción continúa. Además, la filosofía tampoco ha cambiado: cuanto más grande, más potente y más ruidoso, mejor.
Actualmente, el catálogo de Boss Hoss incluye 4 motocicletas de dos ruedas y 6 triciclos, todos ellos propulsados por motores Chevrolet V8, con potencias que superan los 400 cv en todos los casos. Incluso el modelo más básico monta un brutal V8 LS3 de 6.200 cc, una cifra que deja en ridículo a cualquier superbike moderna.
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Boss Hoss Classic Cruiser.
Este modelo representa la puerta de entrada al mundo Boss Hoss. Se trata de una custom clásica americana, con más de 2,03 metros de distancia entre ejes y un asiento a solo 70 cm del suelo, lo que permite mantener un centro de gravedad bajo a pesar del enorme volumen. Además, su diseño sirve de base para el resto de modelos de dos ruedas.
En cuanto a las motorizaciones, la Boss Hoss Classic Cruiser cuenta con 3 variantes:
- LS3 (6.200 cc). 445 cv y 605 Nm.
- 383 Stroker (6.300 cc). 430 cv y 615 Nm.
- 454 Small Block (7.400 cc). 563 cv y 741 Nm.
Boss Hoss Super Sport
Pese a lo que su nombre sugiere, no es una deportiva al uso, sino una variante algo más compacta de la Cruiser. La distancia entre ejes es 76,2 mm más cortos y el asiento baja 17,7 mm de manera adicional.
Los motores son los mismos que en la Classic Cruiser, aunque se añade una versión aún más extrema: la Big Block 496 (8.100 cc) con 600 cv y 772 Nm de par.
Este modelo es una auténtica declaración de intenciones. De hecho, su aceleración es comparable a la de un coche de drag.
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Boss Hoss Classic Bagger
Pensada para los que buscan algo más de protección aerodinámica y capacidad de carga, esta bagger lleva el concepto al extremo. Incluye un carenado diseñado por Arlen Ness, mide casi 3 metros de largo, y su rueda delantera monta un neumático de 180 mm de ancho, algo inaudito en una moto convencional.
Esta montura solo se ofrece con los dos motores:
- 383 Stroker con 6.300 cc.
- 454 Small Block con 7.400 cc.
Como no puede ser de otra manera, los frenos, la suspensión y el chasis han sido reforzados para gestionar el peso y la potencia, que, por cierto, superan los 550 kg en orden de marcha.
Triciclos Boss Hoss.
Para quienes desean un nivel aún mayor de estabilidad o simplemente algo más llamativo, Boss Hoss ofrece una gama de trikes que rozan el territorio de los hot rods. Visualmente, recuerdan a automóviles clásicos y adoptan carrocerías inspiradas en los Chevrolet Bel Air de los años 50, los Chevy Coupe de los 40 y, por último, los épicos Chevrolet SS Truck.
Todos ellos comparten el motor LS3 de 6.200 cc, aunque algunos clientes han encargado modelos con motorizaciones personalizadas aún más salvajes. Estos vehículos no solo destacan por su estética, sino también por su capacidad de arrastre y presencia escénica.
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