La restauración es todo un arte en sí, pero esta historia que nos llega desde Reino Unido es todavía más especial que una “simple” restauración. Nos remontamos hasta 1926, cuando el padre de Bill Morris compró una HRD 350.
Después de años de uso para ir al trabajo y volver, el padre de Bill dejó de usarla en los años 30, pero tuvo la moto en propiedad hasta 1960, cuando se la cedió a Bill. Entonces, buscó un lugar para tenerla a buen recaudo, quitó el motor y lo guardó con cuidado en una caja.
Y de ahí, damos un salto temporal a principios del siglo XXI. Fue entonces cuando Bill y su hermano comenzaron a restaurar la moto al llegar su época de jubilación. Pieza a pieza, todas ellas las originales que traía la moto de serie en 1926, fueron arreglando la máquina.
También estuvo implicado en la restauración de esta HRD Phil Wilson, un amigo de Bill que ha aportado conocimientos técnicos a la historia. Así, durante 15 años fueron trabajando en la vuelta a la vida de la moto.
Cuando uno restaura una pieza especial, la sensaciones son también especiales
Una moto que, como los propios protagonistas de esta bonita historia cuentan, es muy especial porque no tiene nada que ver con las motos actuales. El cambio está en la mano, la bomba de aceite no recircula el aceite porque usa un sistema de pérdida total… Vamos, lo que había hace casi 100 años.
Viendo cómo estaba la moto cuando comenzó esta restauración y ver cómo está ahora, sabiendo que todas las piezas son las originales convierte a esta HRD en una moto única. De hecho dicen que solamente hay dos o tres como ella en el mundo, pero confían en que ninguna en estado original.
Ahora, tal como nos descubren los amigos de MCN, a sus 82 años, Bill Morris ha cumplido con su sueño de restaurar la moto que usó su padre y que tan feliz le hizo. Una bonita manera de seguir compartiendo la pasión aunque sea a modo de homenaje.
