El mundo “del arte”, ese que generalmente no entendemos ni tú ni yo, nos ofrece obras a imagen y semejanza de la Nomoto concept del diseñador industrial estadounidense Joey Ruiter. Un artilugio con las formas de un transformador eléctrico que posee la capacidad de transportarnos del punto A al B de manera económica y sostenible, logrando además mimetizarse con el paisaje urbano.
A priori el relato nos suena ideal si lo ponemos en contexto con los tiempos que nos está tocando vivir, donde todo este tipo de inventos suelen ser muy bien recibidos por la mayoría. Ahora bien, ¿realmente la Nomoto se puede considerar una moto al uso por el hecho de tener un manillar y dos ruedas?
Nomoto concept: Camuflaje urbano minimalista
No hay duda de que la Nomoto de Ruiter puede generar controversia a la hora de determinar qué es realmente, y cuál sería la catalogación exacta al referirnos a ella. Sin embargo, en defensa de su creador, debemos aclarar que él mismo alude a que no estamos ante una moto, de ahí el nombre. En la web oficial del proyecto se explica que: “El proyecto de Ruiter no tiene que ver con una motocicleta en absoluto, sino con el entorno en el que se encuentra.”
Aclarado el asunto, ahora queda analizar los pros y los contras de un medio de transporte como la Nomoto. Y a decir verdad hay cosas que la hacen interesante, como por ejemplo que pase desapercibida al ojo experto de los ladrones de motos. Además, con la Nomoto también se busca ser parte del mobiliario urbano, así que una vez aparcada puede servir a la comunidad local como banco.
Sobre esto se argumenta en la descripción del proyecto: “La moto se convierte en un lienzo para los grafitis, un banco para un momento de descanso. Tiene una pátina natural por ser parte de la ciudad.” Pero una vez terminada esta “función social” debería de ser totalmente funcional con solo presionar un botón. En ese momento emergen los mandos, el asiento y las ruedas y uno puede irse a hacer recados encima de un chisme que hasta ahora había servido de banco a nuestros mayores para echarle de comer a las palomas.
“Quería crear una pieza digna de un museo, que pasara completamente desapercibida y fuera tan familiar que pasaras de largo”, aclara su creador en última instancia. Probablemente, haya logrado lo segundo, aunque en lo personal jamás exhibiría en un museo un cubículo con ruedas más cercano en diseño a un transformador eléctrico de Iberdrola que a una motocicleta al uso… ¿Qué opináis sobre la Nomoto de Joey Ruiter?