Imagina que estás en una joyería buscando un regalo o dándote un capricho cuando, de repente, aparecen tres scooters y una moto en la puerta y, literalmente, lanzan una de ellas contra la puerta para abrirla. Esto, que parece sacado de una película de acción, sucedió en 2018 en Londres. Un motoatraco que no tenía nada de épico y sí todo de criminal.
Además de usar las motos para lanzarlas contra la propia joyería, se utilizaron varias de ellas para bloquear la salida a quienes estaban dentro de la misma a la vez que algunos de los que estaban fuera sujetaban un machete de grandes dimensiones. Pues bien, en la acción y una vez dentro del local, equipados con mazas, destrozaron los mostradores para llevarse todos los Rolex que pudieron. En total 35 relojes con un valor total de 440.000 libras o lo que es lo mismo al cambio actual 532.000 euros, aunque suponía más dinero en el momento del robo con un cambio libra-euros muy superior.
Cuando saltó la alarma los seis hombres que llevaron a cabo el robo huyeron con la policía pisándoles los talones ya que una patrulla que pasaba por allí se percató de lo que sucedía. Pero uno hubo que se escapó, de nombre Russell. Gracias a cámaras de seguridad se le pudo identificar deshaciéndose de los guantes y la chaqueta que usaba en un contenedor para, después, entrar con toda la tranquilidad del mundo en un restaurante.
Afortunadamente todos ha pasado por manos de la justicia, el último Russell que ha sido condenado a cuatro años de prisión al declarase culpable de conspiración para cometer robo. A esto hay que sumarle a 16 meses más por posesión de un arma ofensiva.
Esta situación ha servido a la ver para reconocer el trabajo y el compromiso de la policía londinense para acabar con este tipo de actividades. Unas acciones que no solamente suponen unas pérdidas para las empresas que las sufren sino que implican grandes daños psicológicos a quien se ha visto envuelto en ellas. Al fin y al cabo y por mucho que a uno le gusten las motos no tiene que ser nada agradable ver como varios mercenarios llegan en ellas con cuchillos zombies en mano dispuestos a cualquier cosa.