Pasado el estado de alarma aumentaron los accidentes de tráfico y la DGT no tardó en culpar a los conductores: el confinamiento nos ha alterado, la libertad recuperada también… la culpa siempre es «nuestra». El factor humano influye mucho en los accidentes de tráfico, eso no cambiará, pero hay otros factores y el estado de las infraestructuras, las carreteras, pesa mucho sobre todo cuando hablamos de accidentes de motos. Las motos son mucho más vulnerables ante problemas de asfalto, baches, juntas mal arregladas, gravilla, mal trazado, señalización horizontal (pintura)… y un largo etcétera. La Asociación Española de la Carretera se dedica a estudiar todo esto y publica sus informes: el último señala que España sufre un abandono insostenible. Si la DGT dedicara algún esfuerzo a denunciar también estas irregularidades (es su deber pero está claro que prefiere perseguir al ciudadano que a la Administración) quizás otro gallo nos cantaría.
Los titulares del informe de AEC no dejan mucho lugar a dudas: «Uno de cada diez kilómetros presenta una situación muy deficiente, incompatible con una movilidad segura y verde«, «el abandono de la conservación se ha convertido en el mal endémico de las carreteras españolas«. Esto tiene repercusiones en las emisiones globales de CO2 (por las que recordemos se juzga y multa a los países): «el déficit de mantenimiento ha incrementado las emisiones un mínimo de 25 millones de toneladas de CO2 en una década«.
En resumen, nunca en los últimos 20 años habíamos tenido las carreteras en tan mal estado. El análisis por Comunidades Autónomas es desolador: ninguna «aprueba» (todas están en estado deficiente) y destacan negativamente (muy deficientes) Aragón, Asturias y La Rioja. La mejor puntuación (dentro del deficiente) es para Extremadura, País Vasco o la Comunidad Valenciana.
Si la DGT dedicara algún esfuerzo a denunciar estas irregularidades (es su deber pero prefiere perseguir al ciudadano que a la Administración) otro gallo nos cantaría
El abandono hace que los gastos se multipliquen: «Revertir la situación requiere inversiones de 7.500 millones de euros y la definición de un espacio de financiación propio«. Y con las necesidades del país actuales en sanidad, pensiones o desempleo, la cosa pinta mal a futuro: proponen posibles fórmulas de financiación a través del pago de los usuarios (como minipeajes en autovías por ejemplo), aunque ya pagamos muchos impuestos (más del 50 por ciento en combustible sin ir más lejos) de los que, obviamente, hay muy poco retorno al sector.
