La historia de Benelli viene ligada al nombre de Leoncino desde que en 1951, la marca italiana presentase un modelo con dicho nombre con el que obtuvieron un importante éxito comercial, además de gran popularidad en la época. Más de 65 años después, en 2018, el nombre de Leoncino volvió a aparecer en los catálogos de la resurgida marca de Pesaro. En esta ocasión equipada con un motor bicilindrico de 500 cc y una estética scrambler de las que hacen volver la mirada. Unos meses después apareció en escena su hermana más campera, la Leoncino Trail 500, y predecesora de nuestra protagonista de hoy, la Benelli Leoncino Trail 800.
A primera vista se trata de una acertada combinación de elementos que le aportan una estética Scrambler, como son su doble escape elevado que se asoma bajo un portanúmeros situado debajo del asiento, sus llantas de radios o la pequeña cúpula situada en la parte superior de su faro led. Elementos aderezados con un toque de diseño italiano neo-retro que dotan a esta Benelli de una imponente presencia.
Esta Benelli Leoncino 800 Trail llega para posicionarse en un segmento donde los usuarios buscan, además de una moto polivalente para el día a día, una mecánica robusta y con una estética llena de personalidad, que además en este caso nos permita realizar incursiones off-road. Rivaliza desde un escalón inferior en el precio (8.790 €) con la Ducati Scrambler Desert (12.490 €) o la Triumph Scrambler 900 (11.495 €).
CARACTERÍSTICAS
Al tratarse de una moto desarrollada desde un modelo ya existente, la Benelli Leoncino 800 Trail comparte con la hermana su chasis multitubular de acero y su motor, un bicilindrico en paralelo con cuatro válvulas por cilindro que rinde 76 cv, (aunque existe una versión adaptada al carnet A2 ). Donde encontramos los grandes cambios es en la parte ciclo, empezando por sus llantas de radios tubeless de 19” en su rueda delantera y 17” para la trasera, ambas equipadas de serie con los Pirelli Scorpion Trail STR. Una elección que además de aportarle una estética súper acertada al conjunto, son toda una declaración de intenciones.
Las suspensiones también han sido modificadas ganado recorrido tanto en el tren anterior como en el posterior. Modificaciones que han hecho que respecto a su hermana estándar, crezca en cuanto a altura del asiento como en su distancia entre ejes.
Para detener este felino todoterreno equipa en su parte delantera un doble disco de freno de 320 mm mordidos por sendas pinzas radiales firmadas por la propia Benelli, además de estar asistidas por un ABS no excesivamente intrusivo cuando rodamos por asfalto. Para el eje trasero optaron por un disco de 260 mm mordido por un pinza de doble pistón.

Cuando hablamos de equipamiento no podemos pasar por alto su instrumentación, con un cuadro totalmente digital concentrado en una pantalla TFT y con múltiples posibilidades de configuración a gusto del piloto. Nos aporta en un solo vistazo mucha información, como por ejemplo su doble cuentarrevoluciones, hora, velocidad, etc. Siendo además reseñable lo fácilmente legible que es incluso en las condiciones luminosas más desfavorables.
Pero sin duda si hay un apartado en el que destaca esta Benelli es en el estético, con multitud de cuidados detalles. Y no me refiero solo al león que lleva en su aleta delantera como si de un Rolls-Royce se tratase, sino a su imponente presencia y atención a los detalles. Por ejemplo, el nuevo escape de doble salida, las branquias en la parte posterior del depósito que nos permiten tener más compenetración con la moto cuando nos ponemos de pie. También los portanúmeros, tanto el de la pequeña cúpula que hay sobre el faro como el de su lado derecho, que nos protege del escape a la par que le aporta un toque estético al más puro estilo dirt-track de los 70´.

EN MARCHA
Cuando llega el momento de subirse, lo primero que llama la atención es que no es una moto pequeña. Con mii 1,70 de estatura no tengo problemas para llegar el suelo, pero tanto el depósito como su manillar se notan de gran tamaño, invitándote a adoptar una posición de conducción más propia de una trail pura que de una moto desarrollada a partir de una scrambler. Se agradecen detalles de calidad como que ambas manetas, tanto la de embrague como la freno, sean regulables en distancia.
Una vez regulados espejos y manetas, y adaptados a nuestra posición, llega el momento de girar la llave. El cuadro se ilumina con una animación de un león que se fusiona con la marca, y aparece toda la información que de un vistazo nos muestra su TFT. Pulsamos el arranque y ahora es ella la que ruge con el cuidado sonido que emana de su escape. ¡Y es que suena realmente bien! Nos recuerda sin duda a otras compatriotas, pero de distinta configuración entre sus cilindros.
Engranamos primera y comenzamos a rodar en un entorno urbano, y la sensación de voluminosidad desaparece, mostrándose ágil entre el tráfico urbanita. A ello contribuye la buena respuesta del motor al circular a medio-bajo régimen, sin apenas traqueteos y dándonos sensación de motor muy lleno en todo momento. Empiezo a dejar atrás la urbe entre buenas sensaciones, y según empiezo a circular por las vías que llevan a las carreteras de montaña, los 76 CV empiezan a hacerse valer. Adelanto sin titubeos y en muy pocas ocasiones tengo la necesidad de bajar una marcha, ya que me vuelve a transmitir esa inmediatez del puño al neumático trasero. Su calado de cigüeñal la dota de un comportamiento más parecido a un motor V2. El cambio se muestra rápido y preciso, con una sincronización óptima que nos permite ir engranando marchas sin abandonar en ningún momento su zona cómoda de régimen de giro, haciéndolo un motor muy elástico desde la parte media de su cuentarrevoluciones hasta casi el corte.
En cuanto el recorrido se vuelve más revirado, aparece otra de sus virtudes. Esta Benelli Leoncino Trail 800 frena realmente bien. Sus discos lobulados de 320 mm sumados al conjunto de pinzas radiales son más que suficientes para detenerla con determinación, hasta el punto de echar en falta que su horquilla de 50 mm fuese regulable para endurecerla, y no tener tanta transferencia de pesos hacia el tren delantero cuando apretamos su maneta derecha con decisión.

Quería comprobar si su definición “trail” se trataba de un ejercicio de postureo comercial, o realmente podía tener sentido en un entorno off-road. Así que en el primer camino que me brindó la oportunidad, me lancé a salir de dudas. Su posición una vez te pones de pie sobre los estribos es un poco encorvada hacia el manillar, pero como contrapartida nos encontramos en el depósito con una rugosidad que nos permite conducirla un poco con el interior de nuestros muslos. La polvareda que puedo ver por sus retrovisores solo es superada en tamaño por la de mi sonrisa bajo el casco.
Su llanta delantera de 19” nos transmite mucho más aplomo a la hora de afrontar las imperfecciones del terreno, pasando sobre ellas con decisión. Y los Pirelli Scorpion STR hacen su función a la perfección. Es cierto que las inercias a la hora de detener sus más de 220 kg, o a la hora de girarla, te devuelven a la realidad de su ADN de marcado carácter Scrambler, ya que no deja de ser una moto concebida para otro uso. Pero aun siendo así, pasa con buena nota esta incursión por pistas compactadas.
