En el pabellón 3 del Ferial madrileño, se ha expuesto una nueva edición de Retromóvil, con una interesante muestra motociclista para aficionados, apasionados de la moto y también, claro está, para nostálgicos de las dos ruedas.
A esta edición, la número 17, acudieron invitadas imprescindibles en cualquier museo, colección o reunión de motos clásicas que se precie. Así pues, este Retromóvil mostraba lo mismo las ineludibles BMWs con horquilla earles que las Harleys «antediluvianas»; también una Indian prehistórica llamaba la atención con su rojo vivo, luciendo su majestuoso porte con el genuino motor de cuatro cilindros en fila… india.
Una Montesa Crono 350, en gris pálido, cómo no, exhibía su silueta rectilínea junto al pasillo que desembocaba, precisamente, a los pies de una Ossa Copa 250 en su primera versión, la de los colores Pepsi. Así el visitante podía contemplar el final de nuestros setenta, en apenas unos metros, condensado en dos motos de las más representativas de la época.
Una Guzzi Le Mans II representaba el estilo italiano de una época marcada por el grupo De Tomasso, y lucía su imponente planta con orgullo sobre la plataforma inclinada de uno de los stands. Y un poco más allá, se reunía la Iso más pequeña y modesta junto a la Sanglas más señorial, con su freno delantero de tambor, y la mirada del visitante se paseaba por los florecientes sesenta a caballo de dos motos carismáticas, expuestas en el stand del Veteranas Moto Club Villaviciosa de Odón.
La literatura
Pero el momento probablemente más entrañable y nostálgico –aún más nostálgico, sí- de la muestra tuvo lugar con la presentación del libro La Última Frontera, escrito por Juan Pedro de La Torre y Venancio Luis, contando en el acto con la ilustre presencia de Álex Crivillé y además con un personaje histórico de nuestro motociclismo, protagonista también del propio libro.
Fernando González de Nicolás deleitó a la concurrencia con el relato de algunas anécdotas y peripecias vividas en el Continantal Circus, unas experiencias tan pintorescas que hoy día parecen pertenecer, directamente, al mundo de la fantasía.
No queremos dejar de señalar que además, en Retromóvil, también se presentó otro interesante libro: Impala; más héroe, con un texto escrito por Santi Díaz sobre la biografía de tan emblemático modelo de Montesa.
La elegancia
Tuvo un papel protagonista en esta edición a través de un concurso en el que se premiaba, precisamente, el porte más elegante entre las participantes. Un ramillete de exclusividad y belleza, acotado por cordón justo en el centro del pabellón, que concitaba la atención tanto de las miradas dispersas como, por supuesto, de las ávidas por encontrar alguna pieza única y retrospectiva.
Un concurso que se abrió a cuatro categorías, separadas por antigüedad y procedencia, con cinco premiadas en cada una de ellas.
Una Suzuki GT 750 se llevó el primer premio en la clasificación reservada a las motos extranjeras posteriores a 1945. La espectacularidad de esta nipona brillaba con el resplandor de sus metales, sobre la voluptuosidad de sus líneas, y atraía como un imán de Hamatsu las miradas de todos los visitantes.
Un efecto absolutamente sugerente que esta criatura de 1972 provocaba sin necesidad de arrancar su tricilíndrico, porque de haber sido así, el excitante petardeo de los dos tiempos en compás de tres, envuelto por el aroma a ricino de su mezcla, hubiera llenado la atmósfera de una excitación sencillamente irresistible.
En la categoría dedicada a las motos españolas posteriores a 1945, ganó la Bultaco Montjuich (1973) que se presentó al certamen, la única que podía hacerlo porque sencillamente es la única que existe hoy en día, gracias una profunda reconstrucción, de las dos que salieron de la factoría Bultó. Una unidad que seguramente ganó por su absoluta exclusividad, y por tratarse de un modelo tan mítico que casi entró en el ámbito de la leyenda para los sueños de muchos aficionados, ya que seguramente alguno de ellos llegó a preguntarse si realmente existió alguna vez.
La MTV Yak expuesta en Retromóvil 2019 era mirada con extrañeza y curiosidad, no en vano resulta un modelo prácticamente ignoto en nuestros, que a la postre se llevó el primer premio a la moto de campo española más elegante.
El recambio
En el fondo del pabellón, se disponían un nutrido grupo de tenderetes en los que se podían encontrar las piezas más insólitas. Los carburadores de todos los diámetros, los discos de embrague casi a granel, el variado surtido de pilotos traseros para Vespa, en un estado impecable, las llantas de radios con tambores y los manillares cromados de todas formas y anchuras. Un universo mágico para restauradores y nostálgicos que sueñan con restaurar aquella moto de su juventud que rescataron de un pajar meses atrás.
Hasta el próximo año
La entrada resultó francamente nutrida, insuflando una buena dosis de ánimo en los organizadores y en cada patrocinio de cara al año que viene. Independientemente de que lo clásico, lo retro o lo vintage esté de moda, queda demostrado con este Retromóvil 2019 que además, en nuestro país, se mantiene arraigada una sólida cultura de la moto.
Por tanto, no solo se vive en España la afición la moto con las grandes cifras de MotoGP en Jerez o con la numerosa inscripción de las concentraciones invernales, el apasionado de la moto español también siente un particular interés por la historia de las dos ruedas y aglutina un conocimiento de rango cultural sobre motocicletas, fábricas, marcas y motociclismo.
