Hace unos meses te contábamos el proceso de restauración de una Norton Némesis V8 que Allen Millyard, ingeniero y mecánico, estaba llevando a cabo. Después de un cuarto de siglo expuesta en el Museo Nacional de la Motocicleta de Birmingham, Allen pretendía devolver a la vida al único prototipo del que se tiene constancia de la firma británica.
En 1998, en un intento por volver a sus éxitos del pasado, los ingenieros de la marca crearon la Norton Némesis V8, un proyecto sumamente ambicioso con el que pretendían tener la moto matriculable más rápida del mundo. Su corazón era un V8 de 1.500 centímetros cúbicos creado a partir de dos bloques de 750 de Kawasaki. Pero dejó de latir por más de 25 años.
Ahora, Allen Millayard ha vuelto a dar vida a la Norton Némesis V8 y, lo mejor de todo, es que ha ido documentando sus pasos para que todos podamos disfrutar del proceso. Un proceso lento y minucioso que arrancaba el año pasado, después de un breve intento el que se apreciaron problemas mecánicos serios.
El desafío de devolver a la vida a la Norton Némesis V8 es mayúsculo
Como podemos ver, aunque brevemente, la Norton Némesis V8 ha vuelto a funcionar. Pero para conseguir llegar a este punto, los quebraderos de cabeza no han debido de ser pocos. Y es que no hay que olvidar que estamos ante un prototipo, por lo que ni hay mucha información sobre ella ni, mucho menos, repuestos o reemplazos de piezas que pudieran agilizar todo.
Estamos, por tanto, ante una restauración en modo difícil en la que Allen ha tenido que poner todo su empeño. Para dar una muestra de lo complejo que está siendo todo, solamente hay que decir que, por ahora, van 15 episodios en los que la Norton Némesis V8 ha ido siendo restaurada, y solamente en el 14 se consiguió poner todos los componentes del motor en su sitio y hacer una pequeña prueba fuera de la moto de que arrancaba.
Ahora ya está colocado en su sitio, la parte ciclo parece estar también en su modo definitivo y el resultado final en cuanto al sonido es espectacular. Es cierto, eso sí, que los escapes rectos y sin ningún tipo de silencioso ayudan pero, al fin y al cabo, suena a potencia y evoca lo que pudo haber sido.
