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Polo Arnáiz: «Mucha gente viaja a través de ti»

Fotos: P.A.
Polo ha dado por finalizado su viaje en moto por el mundo, un periplo que ha durado tres años y que finalizó el pasado 14 de octubre en Madrid. Sin patrocinio, con sus ahorros y a lomos de una Triumph Tiger 800 XC 2011 ha recorrido 130.000 kms, una veintena de países y vivido mil situaciones inolvidables. Un sueño cumplido que nos ha relatado en primera persona.

Aprovechando su regreso a casa, hemos querido entrevistar a Polo Arnáiz para conocerle mejor y hacernos una idea de lo que ha sido esta vasta experiencia. El viaje se perpetró con unas cañas junto a su amigo David, un buen compañero de fatigas con quien ya había hecho enduro en Marruecos, recorrido palmo a palmo Canarias y conocido Vietnam. ¿Por qué no un viaje en moto por América? Manos a la obra. El primer paso era comprar las motos y, tras barajar varias opciones trail medias, donde mejor les trataron fue en Triumph, por lo que se hicieron con sendas Tiger 800 XC primera generación: la atención al cliente fue definitiva. A sus 38 años Polo ha tenido (y tiene) de todo, empezando “en serio” con una Suzuki GS500E, además de ser un manitas customizando motos. Un par de Triumphs, una Vespa clásica restaurada, una BMW despiezada, una Yamaha R1 2006 de circuito con la que corrió la MAC90 o una Honda Monkey forman parte de su garaje actual.

Tras las motos, algo de rodaje y tres años ahorrando hasta que… David conoció a una chica, surgió el amor y tuvieron una niña que cambió sus planes de futuro. Polo, lejos de desistir, prosiguió con el proyecto en solitario. Su trabajo se lo permitía (creador de la empresa de venta de productos de parafarmacia online Farmapolo), no tenía pareja/hijos y la familia le apoyaba: viento en popa.

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El siguiente contacto con Triumph (tres años después de comprar la moto) fue a través del concesionario oficial de la calle José Abascal nº2 (Madrid). El único ruego de Polo hacia Triumph España fue que, en la medida de lo posible, le facilitaran las piezas que fuese necesitando en el viaje de una manera más ágil, fácil y sencilla que mediante los trámites estándar: «No fue un tema de pasta, pues nunca les pedí nada, ni ellos me han exigido nada. Una persona de mi oficina recogía la pieza y me la enviaba urgente a la dirección donde yo me encontraba en ese momento. Así empezó una buena colaboración no escrita con la gente de la marca».

Completada la etapa de preparativos y logística, cambió su idea inicial de Madrid-América-Madrid (su hermano vivía por aquella época en Costa Rica) en 6 meses por algo más ambicioso: a Miami por la costa este de los “Estates” hasta Inubik (Canadá) antes de recalar en América. A Sandra, su mujer, la conoció 3 meses antes de partir, un hecho que sería de vital importancia en el viaje. Sin haber experimentado interés alguno por las motos con anterioridad, se equipó de arriba a abajo y cogió un avión a Seattle para acompañar a Polo durante 45 días… ¡y casarse en Las Vegas!

La aventura no es encontrar el más difícil todavía, es superarte a ti mismo cada día

Polo y Sandra se encontraron de casualidad con otra pareja de viajeros españoles, Fernando y Almudena (Viaja, vive y sueña en KTM), descargando la moto en la puerta de un hotel en San Francisco. Tras este contacto, compartieron impresiones e intercambiaron experiencias durante gran parte del trayecto centroamericano que cubrieron los cuatro. En total, Polo ha acumulado 130.000 kilómetros recorriendo América de Norte a Sur para, posteriormente, alargar su retorno por África de Sur a Norte antes de saltar a Europa.

En todo viaje del siglo XXI que se precie, tecnología y redes sociales son dos buenas herramientas de las que no conviene prescindir y, aunque Polo partió sin intención de ser mediático y también sin cámara de fotos (la compró en Miami), empezó a publicar instantáneas del viaje para que su familia supiese de él regularmente. Desde que arrancara su aventura en la primavera de 2014, Polo ha ido narrando sus andanzas de una forma muy personal y particular, a través de infinidad de buenas imágenes en su página de Facebook Con Polo a Cuestas, una manera de compartir esta experiencia con mucha gente que le encanta la aventura, pero a la que le es imposible llevarla a cabo por motivos de trabajo, familia, salud o dinero.

Facebook sirvió para que el padre de una amiga se lo agradeciera exponencialmente ya que en Polo veía reflejado un sueño que no podía cumplir. Aun así, a raíz de seguir las andanzas de Polo, se compró una moto y empezó a hacer viajes por España, luchando por superar un cáncer que intentaba amargarle la vida: «El afortunado soy yo, no él. Agradezco que valore lo que he hecho y le he servido de referente, aunque en realidad es al revés. Yo no he hecho nada extraordinario, simplemente me he subido en una moto y he salido. Estoy contento con lo que hago, me divierto y nunca he querido vivir de esto: sólo quería hacer mi viaje».

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En febrero de 2015 el viaje sufrió un punto de inflexión inesperado: rotura de pierna, vuelta a Madrid y 8 meses de recuperación. Un coche le echó de una pista de tierra porque la nube de polvo no le dejaba ver. Al poner los pies en el suelo para intentar estabilizar la moto y evitar la caída, el izquierdo se le enganchó en una piedra y la maleta le machacó. Tuvo que dejar la moto en Chile y volver a Madrid. El año pasado ya publicamos en SoyMotero.net esta primera parte de las andanzas de Polo y su Triumph, por lo que el relato no nos pilló desprevenidos.

Con los huesos soldados, vuelta a Chile para conocer Argentina, Paraguay, Uruguay, Brasil y Ciudad del Cabo en cuatro meses y medio. El paso siguiente era ir a Egipto pero en Nairobi (Kenya) los problemas de visado para entrar en Etiopía le hicieron desistir. En Argentina le dieron un pasaporte para un año porque el que había portado hasta entonces ya no tenía más páginas para sellar y en Nairobi le exigían 6 meses de antigüedad para entrar. Etiopía, Sudán y Egipto, la ruta planteada, no son países en los que actualmente te sientas tan cómodo por lo que, ante las continuas pegas, se dio la vuelta y embarcó la moto a Grecia: «Me queda Asia y Australia. Mi forma de viajar ha sido más lenta comparada con otros viajeros, cuando lo habitual es un año para todo».

«Realizar un viaje por tu cuenta sin patrocinio se ha traducido en una media de 2.000 € al mes de gasto, durmiendo mucho en tienda de campaña y en casas de gente que te acoje. Esa cantidad incluye mantenimiento de la moto y saltos de un lado a otro. Se puede hacer por menos pero no lo se lo recomiendo a nadie porque si te pasa algo estás jodido. Tienes que tener un colchón para imprevistos. Un aspecto que para mí es importantísimo es tener un buen seguro de moto que te cubra accidentes en carretera: yo viajé con la IATI Seguros (Barcelona)».

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«Mi mejor recuerdo es África, lo más salvaje, volvería mañana mismo sin pensarlo. Mi viaje ha sido en progresión, de lo más civilizado a menos. En África es complicado encontrar servicios. La ‘nada’ de Namibia te inunda, con 350 km de pistas en la sólo te topas con algunas cabañas. La gente es muy acogedora y realmente son felices viviendo así. Es un choque muy grande respecto a Europa: no tienes de nada pero encuentras todo lo básico. Rápidamente te acostumbras a una vida sencilla. Mi peor recuerdo es la gente de Panamá. Es un país muy bonito pero las personas son menos amables. Aún así no considero que haya tenido experiencias malas durante el viaje y nunca he llegado a pensar ‘¿qué hago yo aquí?’. Había días duros pero todo iba dentro del pack disfrute».

«Un par de recuerdos cachondos tiene animales como protagonistas. Sandra y yo dormíamos acampados en la entrada del Parque Yosemite (California), con mucho frío, a tres mil y pico metros, cuando me despierto sobresaltado al oír que la moto se cae. La había aparcado a 4 metros de la tienda y cuando me asomo para ver qué había sucedido me encuentro la silueta de un gran oso negro alejándose lentamente. Tragué saliva, cerré la cremallera de la tienda y volví a acostarme. Sara me preguntó y para no preocuparle solté que la había tirado otro campista que había salido a mear. Realmente, tú estás en su territorio y seguro que hubo más noches en las que los osos merodeaban por la zona, pero fue la única en la que me di cuenta».

«En otra ocasión circulaba contrarreloj por un camino de cabras desastroso hacia un camping salvaje de Sudáfrica con la intención de llegar a dormir cuando, de repente, pinché la rueda delantera. La mala suerte se cebó de nuevo al intentar arreglarla, pues también me cargué la cámara de recambio en pleno proceso de sustitución. A 5 km del camping y ya atardeciendo decidí inflar el neumático al máximo e ir parando cuando se vaciara. Estaba tan quemado y cansado que llegué al camping a toda leche sin advertir que había pasado con la moto sin inmutarme entre dos búfalos (uno de los animales más peligrosos) que estaban en la entrada. Ya calmado, fui consciente de la locura: no había nadie alrededor y si los búfalos llegan a atacar…».

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Lejos de tranquilizarse, Polo Arnáiz quiere seguir vinculado a las dos ruedas y actualmente se encuentra inmerso en la búsqueda del local ideal que sirva de centro de operaciones del nuevo proyecto de negocio que pretende poner en marcha el año que viene junto a Alicia Sornosa y Teo Romera (Mr.Hicks46). La empresa vertebrará sobre tres áreas bien diferenciadas: rutas por España sobre monturas neoclásicas orientados a la cultura y gastronomía (7 días o fin de semana), tienda de ropa adventure/retro y personalización de motos, el hobby de Polo.

«Viajar en moto mola mucho pero el problema es que te saturas de las cosas. Es como si almuerzas paella durante 10 meses seguidos porque es la comida que más te gusta en el mundo: al final te sigue gustando pero ya no aprecias una de buena calidad. Yo he visto tantas cosas increíbles en todo este tiempo que muchas no las valoro porque ya estoy acostumbrado. Si vuelvo a viajar fuera de España será para 5 meses como máximo».

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