La noticia saltó hace poco: Barcelona parecía dispuesta a afrontar la “nueva normalidad” en la movilidad urbana después del coronavirus apostando por el transporte público, los peatones y los ciclistas, pero a costa de las motos. Así lo avisó ANESDOR, la patronal de fabricantes y distribuidores, y así parece confirmarse tras las últimas noticias del Ayuntamiento.
El Gobierno de Barcelona ha anunciado esta semana que iniciará una campaña de sanciones a motos en las aceras. Y prohibirá el aparcamiento de motos en hasta 43.000 metros cuadrados de acera hasta ahora utilizados para este fin. Estiman que esto supondrá una merma de unas 2.000 plazas, pero según datos del propio Ayuntamiento cada plaza de moto ocupa 3,7 m²: el número de plazas que pierden los usuarios de la moto sería sensiblemente mayor, más de 11.000. El Consistorio dice que se crearán 636 plazas específicas en calzada y que negociará con los parkings tarifas reducidas. En palabras de la Concejal responsable “las motos deben olvidarse del puerta a puerta”…

El sector, indignado
ANESDOR considera estas nuevas plazas insuficientes y la medida muy negativa. Hace años que desde el sector de la moto se lleva planteando la necesidad de crear 55.000 plazas en calzada, una cifra acorde con la realidad del porcentaje de motos en el parque de vehículos. ANESDOR ha coincidido siempre con el Ayuntamiento que en la acera la prioridad es el peatón. Pero ese proceso, en lo que afecta a la moto, debía incluir soluciones adicionales que no se han llevado a cabo en los últimos años. Las medidas actuales penalizan de forma severa, tanto a los ciudadanos que se desplazan en moto, como a todos aquellos que no viven cerca de sus centros de trabajo.
La moto es un medio de transporte individual, de bajo riesgo en la situación de pandemia, y muy eficiente además de sostenible. Barcelona es una de las ciudades más avanzadas de Europa en este ámbito y el Ayuntamiento está perdiendo una oportunidad de oro para favorecer su uso yendo en la dirección contraria.