General
Los castillos y las fortalezas medievales siempre me han causado un gran impacto, a menudo ha sido una impresión mayor que otras obras arquitectónicas mucho más elaboradas como catedrales y mezquitas. Han sido la religión y la guerra los que nos han llevado durante muchos siglos a erigir las más impresionantes obras arquitectónicas de la Península. Pero yo, que soy un pacifista de nacimiento, cuando me sitúo a los pies de una muralla, nunca acabo de entender la motivación o necesidad que llevan a un grupo de hombres a intentar el asalto de esas empalizadas absolutamente inexpugnables sin ayuda de un invento posterior llamado pólvora.
Y ha sido enlazando tan magnas construcciones como hemos configurado la ruta de hoy. No os preocupéis si lo que os motiva a arrancar la moto en vuestros viajes son los tramos ricos en curvas. La de hoy tiene un extenso tramo bien asfaltado donde podéis “arrastrar el hierro” sin contemplaciones. Tampoco paséis pena los que solicitáis estar fuera del alcance de las poblaciones y el ruido urbano, los bosques de la Sierra de Mariola os darán cobijo. La rica historia de esta provincia se encargará de cubrir las obligadas necesidades culturales de toda ruta, donde siempre conviene volverte con algo aprendido a casa. Y para acabar, la visita a uno de los puertos deportivos más modernos del Mediterráneo será la guinda del pastel de la aventura de hoy.
Elegir un sitio para desayunar en Elche siempre es un buen punto de partida. Fundada en el siglo V a.C, ha sido codiciada por todos los pueblos que han pasado por la Península a través del tiempo. De esa fecha data su mayor estandarte, la Dama de Elche. Descubierta a golpe de azada por un agricultor a finales del siglo XIX es símbolo de la ciudad, de la provincia y de la comunidad autónoma. Entre palmeras, posee el mayor bosque de palmeras de Europa, nos aproximamos al Castillo de Altamira, para contemplar así el primero de los muchos que nos acompañaran a lo largo del día.
La primera parte del recorrido discurre entre llanuras y mesetas, propicio para la agricultura y alejado de la zona más turística de la provincia. Aspe, Elda, Sax y Villena comparten esa geografía típica del interior de Levante. Visitamos las fortalezas en cada uno de ellos, desde el escarpado Castillo de Sax hasta la circular muralla de Elda. El de Villena en lo alto del monte de San Cristóbal sería el escenario perfecto de cualquier película épica, se puede visitar y se encuentra en un gran estado de conservación.
Después de comer nos dirigimos a la parte serrana de la ruta, lugar propicio para disfrutar de curvas y montes. La salida de Villena nos lleva tras una prolongada subida a Biar, cuyo castillo es posiblemente mi favorito entre los muchos que visitamos hoy. De relevancia en los tiempos de Jaime I domina desde la altura la comarca del Vinalopó.
Desde Castalla recorremos el Parque Natural Carrascal de la Font Roja de manera circular. Los moteros de la zona siempre recomiendan este tramo para salir los fines de semana y os aseguro que es una elección acertada. Hasta Banyeres de Mariola lo retorcido del trazado os hará disfrutar en un enclave natural poco conocido pero muy bello. De Bocairent hasta Alcoi sigue habiendo un buen montón de curvas para seguir sonriendo justo antes de abandonar el parque.
La salida de Alcoi es un poco caótica, demasiado trafico para tan magnífica ruta. Tomamos la salida de Xixona en un ascenso inicial con muy buen asfalto. Al llegar a la cumbre casi da pena tener que bajar a Alicante, no porque la capital de la provincia no merezca la pena sino porque la vista panorámica desde el alto hacia el Mediterráneo es inolvidable.
Acabamos con la noche ya cerrada pero en el puerto deportivo de Alicante, contemplando el Castillo de Santa Bárbara que domina toda la ciudad. Un gran fin que me permite mostrar que hay veces que lo más evidente no es siempre lo mejor. En estos días de sol y playa Alicante es destino de todos nosotros. Pero porqué no conocer un poco más que lo típico y porqué no hacerlo en moto.
En detalle
Los días de verano tienen dos caras, puedes alargar mucho mas la jornada pero también has de cuidarte mucho mas del calor, especialmente en Levante. Recomiendo realizar sus 200 km mientras disfrutáis de un fin de semana de playa, no renunciéis a nada realizándola.
Calificaciones de la ruta
Tramo 1: Elche – Villena: Muy buen asfalto, la proximidad de la autovía hace que la mayor parte del tráfico se desvíe por ella. No hay mucho desnivel en el trazado y si realizáis paradas en los pueblos estar atentos a las indicaciones porque es fácil perderse a la salida de ellos.
Tramo 2: Villena – Alicante: Buen estado del firme, recién asfaltado y con amplio arcén. Cuidado con el tráfico a la salida de Alcoi, es bastante denso en dirección Alicante por la nacional.
¿Qué ver?
Castillos y fortalezas
Da nombre a la ruta y no es por casualidad, zona de paso del camino del Cid es uno de los más claros exponentes de este tipo de arquitectura en todo el país. En pocos lugares visitaréis tantos en tan pocos kilómetros, de orígenes similares pero distintos entre ellos. No dejéis de visitarlos.
Mar y montaña
Desde la costa hacia el interior, cambiando el rumbo a la montaña para acabar nuevamente en la costa. Ruta de contrastes con muchos lugares para observar y disfrutar de ellos.
El descanso del motero
Dónde dormir
Ahora no es fácil encontrar buenos precios por la zona, nacionales y extranjeros buscamos sus playas en toda esta época estival. Pese a esto, los pueblos recorridos en la ruta no “sufren” demasiado el turismo de playa y se pueden encontrar precios más contenidos que en otras zonas de la misma provincia. De todos modos, es recomendable buscar un poco los alojamientos más en el interior si queréis ahorrar algo.
Dónde comer
La gastronomía alicantina es una mezcla de la valenciana y murciana, incluso comparte platos con la manchega. Para un “arrocero” como yo la elección es sencilla, el arroz con costra es típico de la zona y merece la pena.
Las corrientes gastronómicas de Alicante se distinguen entre la costa, con platos típicos de pescado y productos del mar, y el interior donde es la huerta y la carne los productos que prevalecen en sus platos.
Destacar, aunque no sea en esta temporada, su afamado turrón. La ruta pasa por Jijona, auténtico emblema de este icono de la repostería navideña.
Triumph Bonneville T100
De todas las motos que me han acompañado en las rutas, la “Bonnie” es la que más elogios ha despertado a mi alrededor. No había gasolinera, cafetería o parking donde no hubiera alguien que dejara de preguntarme por la moto: ¿es restaurada? decían muchos, la verdad es que su estética atemporal la convierte en una moto especialmente bonita.
Pero la T-100 no es sólo bella, no se comporta nada mal en ruta. Su postura de conducción es muy cómoda, con los pies ligeramente adelantado, el manillar más bien alto, te permite estar bastante erguido, aunque se echa de menos un asiento un poco más mullido si apuras los kilómetros que su generoso depósito y contenido consumo te permiten hacer. Si la subes en la báscula pesa bastante, pero no lo notas en ningún momento, ni en marcha ni moviéndola en parado. Esto se debe principalmente a que su centro de gravedad es muy bajo, cosa muy a tener en cuenta.
Metidos en faena, no se echa en falta más potencia en su bicilindrico en paralelo de 865 cc, que tiene un tacto suave y refinado acorde con el resto del comportamiento de la moto. Más potente que el resto de sus rivales retro, apenas vibra hasta que elevas el cuentarrevoluciones por encima de 6.000 rpm. La parte ciclo cumple muy bien si no la metes en problemas, puedes divertirte mucho en tu tramo de curvas favorito pero a ritmos alegres al freno delantero le falta mordiente y la horquilla se hunde demasiado. En cualquier caso, el tarado de los hidráulicos está pensados para el confort, no para la eficacia ante una frenada decidida.
Siempre me gustó la Bonneville T-100 pero después de hacer kilómetros con ella os aseguro que no me importaría tener una. Elegante, cómoda y más eficaz de lo que puede parecer en un primer momento, es una de las motos insignia de la fábrica inglesa y en Hinckley la han adornado con un buen montón de accesorios para personalizarla o adaptarla para el uso de cada cliente.
La opinión del pasajero
La Bonneville cuida agradablemente al pasajero en todo momento. No tiene molestas vibraciones, sus estriberas cubiertas por una generosa goma ayudan bastante. La postura es muy cómoda y el calor de los tubos de escape queda fuera del alcance del pasajero.
No tiene asas en la moto de serie, aunque se puede poner como opción. El aspecto mejorable es el mullido del asiento, no es duro pero sí poco acolchado y es algo que se nota con el paso de los kilómetros.