Si hablamos de verdaderas joyas, es imposible no mencionar el Honda ATC 250 R. A pesar de que han pasado casi cuatro décadas desde su última producción, este trike sigue despertando la misma emoción en los entusiastas que cuando corría en los circuitos y dunas de los años 80. Su popularidad no solo se ha mantenido, sino que ha crecido entre coleccionistas y restauradores, quienes ven en él una pieza de historia inigualable.
Para entender su valor actual, basta con ver lo que ha ocurrido con una unidad del ATC 250 R completamente nuevo y sellado en su caja original. Ha sido vendida por la increíble suma de 200.000 dólares (cerca de 192.000 euros al cambio), una cifra que pocos imaginarían pagar por un vehículo que, en su época, costaba menos de 2.500 dólares. (2.400 euros) ¿La razón? Más que un simple trike, este modelo representa un legado, una cápsula del tiempo.
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El afortunado vendedor ha sido uno de los talleres especializados en la restauración de estas máquinas, D&A Restorations, dirigido por el Sr. Gisclair, en Luisiana. Esta empresa se dedica a devolverle la gloria a vehículos ATV, UTV y, por supuesto, a los legendarios Honda ATC. Y, recientemente, vendieron a nuestro protagonista en Nueva York.
Del nuevo dueño, nada se sabe. Lástima que no tenemos más imágenes. Solo comentaros qué hacía, y hace, tan especial y peligroso, a este vehículo.
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Así es el Honda ATC 250 R
Para responder a esta cuestión, es necesario repasar su evolución. Debutó el año 1981, en el 85 adoptó refrigeración líquida y en el 86 llegó a su cúspide. Su chasis de acero ligero, combinado con la suspensión trasera Pro-Link, brindaba una maniobrabilidad increíble, permitiendo a los locos propietarios efectuar saltos y curvas con mayor control.
Además, su sistema de frenos de disco delanteros y traseros le otorgaba una capacidad de frenado excepcional, crucial para el tipo de conducción agresiva que incentivaba este trike.
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A pesar de todas sus innovaciones y su éxito en el mundo todoterreno, el ATC 250 R fue víctima de la controversia. Se le tildó de vehículo peligroso, con mayúsculas. A medida que su popularidad crecía, también lo hacían las preocupaciones sobre la seguridad de los vehículos de tres ruedas. Su diseño, aunque emocionante, hacía que los pilotos menos experimentados fueran propensos a volcar, lo que llevó a una serie de accidentes importantes y demandas. Al final, lo dejaron de fabricar en el 87.
Sin embargo, su legado sigue vivo. A día de hoy, el ATC 250 R es más que un simple vehículo todoterreno, es una pieza de colección, un símbolo de una era irrepetible. Pero ojo, ha pasado de ser un juguete para la aventura a un artículo de lujo codiciado.