Según cuenta la historia en torno a esta auténtica locura sobre 2 ruedas, Harald Geiling, un vendedor de motos alemán, no estaba satisfecho con ninguna de las motos de stock que había en el mercado. Para él la oferta era escasa y sentía la necesidad de un “bicho” más grande para poder satisfacerla. Así, sin más, este alemán empezó a liarse hasta que terminó por construir un aparato con el que sentirse a gusto.
Por el camino, el bueno de Geiling, consideró que era buena idea montar un motor V8 de BMW, obviamente procedente de un coche, concretamente un antiguo 740i que cubica ni más ni menos que 3.982 cc. Con semejante tamaño y por necesidad, el chasis con el que contaba y que procedía de una Kawasaki, tuvo que ser reforzado, estirado… en resumen modificado al extremo para poder dar cabida a ese monstruo de 286 CV, al igual que el basculante, que fue estudiado a conciencia. También reforzaron la amortiguación trasera, dotando de 2 amortiguadores a la moto.
Como es normal en un caso de este estilo, la necesidad de refrigeración de este modelo, requería de un radiador diferente al de una moto y es ahí, cuando ni corto ni perezoso, Harald incorpora a su creación el de un Volvo 340. Además, este alemán que debe ser un auténtico manitas, tuvo que crear los colectores necesarios para llevar todos los humos hasta un único escape, ese sí original de moto y concretamente de Kawasaki.
Al final, el resultado es un conjunto espectacular por aquello de un motor tan grande, que además ha propiciado que sea muy largo y la posición de conducción no parece excesivamente cómoda, tampoco debe tener una gran autonomía y si tuviera que pasar la ITV en España lo tendría complicado por no decir imposible. Eso sí, ahora Harald Geiling tiene la moto que quiere y además se trata de un ejemplar único que nadie más podrá tener.