El sudafricano Kork Ballington y el alemán Anton Mang firmaron cuatro mundiales de 250 cc consecutivos entre 1978 y 1981, una época de oro para las motos verdes a principios de los ’80. Yamaha y Honda contraatacaron con sus TZR, RGV, NSR, etc, pero la respuesta de Kawasaki no tardó en llegar en forma de KR-1 en 1988, una moto que evolucionaba su ya anticuada KR250 (1984-1987).
La primera generación de la saga rompía con la KR apostando por una moto más competitiva tanto técnica (dos cilindros en paralelo en vez de en tándem, chasis doble viga de aluminio en vez de perimetral y llanta delantera de 17 pulgadas) como estéticamente (más racing y menos “GPZ Ninja”). Un año después aparecieron las versiones S y R, con mejoras de fiabilidad en el motor, además de aumentar la rigidez del chasis y ensanchar las llantas.
Diseño cuadrado, intermitentes aerodinámicos, asiento de pasajero tipo “tabla”, instrumentación con triple reloj (velocímetro, cuentarrevoluciones y temperatura del refrigerante), cilindros nikasilados, refrigeración líquida, admisión por láminas, distribución optimizada, válvula de escape KPIS, cambio de 6 velocidades, arranque a pedal y una relación peso-potencia (123 kg en seco) intimidatoria que dejaba claras sus intenciones. Como siempre, las limitaciones del mercado japonés hacían que este modelo declarara 45 CV, no así en las unidades exportadas donde llegaban a 65 CV. La unidad subastada en eBay añade escapes LeoVince y el precio se sitúa actualmente en poco más de 5.000 €. Todavía quedan 3 días para pujar por esta unidad de Seattle (Washington, EE.UU).