A tenor de las últimas patentes mostradas, el futuro de la moto pasa por la vuelta a los motores turbo, reviviendo la época dorada de los ’80, pero beneficiándose de la electrónica y la tecnología del siglo XXI. Aunque Kawasaki es la única marca que hoy en día cuenta en su catálogo con modelos «comprimidos» (desde 2015 con la gama H2) Suzuki, Honda y Yamaha ya están experimentando con esta tecnología.
Ahora, a raíz de los diseños registrados en la Oficina de Patentes Japonesa la firma de Iwata está evolucionando un prototipo tricilíndrico turbo con plataforma MT-10. El objetivo es aumentar potencia y par con emisiones contenidas. En la foto llaman la atención las tomas laterales, ciertamente voluminosas para ocultar el intercooler del turbo, así como el radiador de agua, ubicado muy bajo y cerca del suelo.
Si bien la cilindrada del motor prototipo coincide con los 847 cc de la primera generación MT-09 (2014-2020), no es exactamente igual pues tiene más carrera (73 mm) y menos diámetro (67,5 mm) con el objetivo de ganar par a menos revoluciones. Durante las pruebas la moto alcanzó un tope de 180 CV a 8.500 rpm para un par de 176 Nm (el 90% disponible desde 3.000 rpm hasta 7.000 rpm). También sorprende que estas cifras se han conseguido con un 30% menos de emisiones de CO2 que con un motor atmosférico equivalente, algo muy por debajo de los niveles en la Euro 5 que entrará en vigor el 1 de enero.
Además del turbo, este motor dispone de inyección directa de combustible (inyecta gasolina directamente a las cámaras de combustión en vez de usar los cuerpos del acelerador). Para rematar, Yamaha añade sistema de distribución variable en busca de ese motor que haga suyo la máxima de «rendimiento ecológico». Con carrera más larga e inyección directa, estos motores serán más cercanos a los de coche, que usan hace tiempo esta técnica (turbo e inyección directa) para pasar sus normas de emsionesy reducir consumos. Es decir, más empuje desde abajo y menos «estirada».