Con el frío, hay carreteras que se vuelven extremadamente peligrosas por la aparición de placas de hielo, y ahí entra la química para solucionarlo. Desde tiempos inmemoriales se emplea la sal para que no haya hielo, y así hacer la conducción sea más segura. Pero hay una contrapartida que es muy importante, especialmente en aquellas zonas donde se requiere de mucha sal: se termina salinizando el ecosistema con consecuencias devastadoras.
Como la sal se disuelve, es capaz de cambiar el equilibrio del ecosistema, tal como revela un estudio publicado por Science of the Total Enviroment. Este estudio analiza el impacto que tiene la sal en las cuencas de retención, las estructuras que evitan las inundaciones por lluvia y que difieren de las cuencas de expansión, en que estas últimas solamente se llenan en caso de exceso de agua.
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Las cuencas de retención han visto aumentada notablemente la salinidad
Las cuencas de retención son esos pequeños estanques que vemos diseminados en diferentes puntos, y que suelen estar rodeados de vegetación. Pues bien, estos son los primeros en verse afectados, tal como demuestra el estudio. Los que están más cerca de las carreteras ven afectada más directamente su salinidad. Y cuando aumenta la salinidad por encima de un punto, los problemas a todo el entorno comienzan a aparecer, afectando tanto a la flora como a la fauna.
De hecho, el efecto observado en la vegetación afirma que de las 255 especies analizadas, solamente 48 mostraban una buena resistencia a la sal. El resto sufren daños que pueden llegar a ser irreparables. Pero quizás la clave esté en esas 48 plantas, y es que el estudio considera que pueden retener más la sal, por lo que podrían ser una alternativa.

Igualmente, no es viable poblar todos los entornos de carreteras de esta manera, por lo que el desafío es mayúsculo. Pero por ahora, la sal es el mejor remedio para evitar accidentes por placas de hielo. Una contrapartida que, al menos por ahora, seguirá afectando a los ecosistemas.