En los últimos meses, Honda ha estado anunciando su intención de poder contar con al menos 10 modelos eléctricos dentro de su gama de aquí al año 2025. Ya os contábamos en este artículo como la marca japonesa busca alcanzar la neutralidad de carbono en todas sus actividades para 2050. Posteriormente, también pudimos ver como preparaba el lanzamiento de su primer scooter eléctrico en India, dentro de esta estrategia comercial.
Pero esto no es todo porque en las últimas semanas también hemos sido testigos de como Honda y LG invierten 3.500 millones de dólares en una fábrica de baterías y, posteriormente, como registraba un nuevo ciclomotor eléctrico en el registro de patentes, además de conocer unas imágenes, también referidas a este registro de patentes, de un micro scooter plegable y acoplable.
Llegados a este punto acaba de presentar a su nuevo Honda EM-1, que se convierte en el primer modelo eléctrico de esa decena anunciada por la marca para los próximos años. ‘EM’ significa «Electric Moped», y según parece estaría dirigido a una clientela joven que busca un método de transporte sencillo, económico y adaptado a las nuevas necesidades climáticas del planeta, según lo enfocan desde la marca nipona.
Es ideal para pequeños desplazamientos dentro de la ciudad y estaría propulsado por el Honda Mobile Power Pack e:, que está fabricado con un enfoque inquebrantable en la durabilidad, la fiabilidad y la calidad. Una sola carga ofrecerá una autonomía de más de 40 km, y el Mobile Power Pack (MPP) está diseñado para resistir a diferentes temperaturas, niveles de humedad, impactos y vibraciones. Como su nombre sugiere, el MPP tiene batería intercambiable que puede extraerse fácilmente de la EM1 e, para cargarla cómodamente en casa.
En definitiva el primer paso hacia la electrificación de Honda. No sabemos muy bien si en los próximos años el resto de modelos eléctricos serán similares a este EM-1 o empezarán a experimentar con modelos más prestacionales. Por lo pronto la marca sabe que con este nuevo scooter abre una puerta hacia una nueva era de cambio, algo ya casi inevitable y casi autoimpuesto por la mayoría de gobiernos de gran parte del mundo.