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Haciendo nuestra la Ruta de la Plata

Fotos: T. Pérez
Hemos querido trazar para nuestros lectores una particular versión de la larga y tradicional ruta peninsular, con dos variantes, al principio y al final, que tratan de hacer más atractivos para el motorista los 790 kilómetros que la componen, sin perder ni un ápice de esa esencia que guarda cierto sabor americano.

La ruta

Resultará fácil para muchos confundir esta larga travesía al relacionarla con los conquistadores de las Américas, debido por un lado al propio nombre del preciado metal, y por otro a que cruza su tierra de cabo a rabo. Si además le sumamos aquella obsesión que cegó a muchos de ellos hasta la perdición en busca del fabuloso Dorado, algunos pensarán que el nombre y la razón de ser de esta ruta está relacionado con los tiempos en los que comenzaba a explorarse el llamado Nuevo Mundo.

No es así.

El origen de La Vía de la Plata arranca en un momento mucho más antiguo, y, ciertamente, más ilustre también. Nos tenemos que remontar a los tiempos de Augusta Emérita, capital de la provincia romana de Lusitania y centro cultural de aquella Península que podía cruzar una ardilla sin pisar el suelo, tal y como describía Tito Livio, y en la que los íberos tomaban el derecho, la arquitectura, el urbanismo, la ingeniería y otras ciencias de la civilización imperial más avanzada Historia de la Humanidad, según el criterio de quien firma este reportaje.

Augusta Emérita, la Mérida actual, fue en tiempos del emperador Tiberio el punto del que arrancó una calzada a la que llamaron Vía de la Plata y que llegaría hasta Astúrica Augusta, nombre que dio el propio César Augusto a la Astorga actual. Así pues, más allá de popularidad que alcanzan sus famosas mantecadas, la población leonesa representa un lugar histórico fundamental, acuñado por el emperador romano más importante. A pesar de su nombre, aquella Vía de la Plata nunca se utilizó para transportar metal preciado alguno, sino que debe ese nombre a una degradación fonética, evolucionada con el paso de los años, particularmente a partir de la invasión árabe, que le dio el nombre de “balata”, lo que significaba algo así como “vía natural”.

La Ruta de la Plata actual, une los puertos de Sevilla y el de Gijón, siguiendo su recorrido a lo largo del trazado de la A-66; una circunstancia que creó en su cierta polémica, con el malestar generado entre algunos municipios de la original Vía de La Plata, entre ellos, el propio de Astorga. La A-66 representa un viaje ciertamente monótono en muchos tramos, para los que hemos querido hacer esta referencia histórica, pretendiendo estimular la imaginación del motorista para que le traslade hasta los tiempos romanos, empapándose, mientras cruza la inmensidad de los páramos y la paz que envuelve las dehesas, de las formas más sencillas de vida, presididas por un orden basado en la razón, en el conocimiento, en la ciencia y, desde luego, en El Arte.

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Pero además de este incentivo histórico que hemos subrayado, además, también, de la sugerencia que hacen algunos parajes, y la propia ruta a su paso, para equiparar el viaje por la A-66 con la legendaria ruta americana del mismo número, nosotros hemos querido animar algo más el recorrido tradicional, tanto en la contemplación de sus paisajes como en su propia conducción, añadiendo dos tramos revirados y variados, con panorámicas cambiantes, que esperamos resulten igualmente atractivos para nuestros lectores.

Y para componer la primera de esas dos variantes, qué mejor recurso que el de dejarnos guiar por el consejo de un motorista, veterano y residente, propietario de una Gran Turismo y, a la sazón, gerente de nuestro punto de partida, sito en el primero de los hoteles que recomendamos para pernoctar en nuestro rincón El descanso del motero.

Pero hasta llegar a nuestro punto de partida habremos tenido que cubrir un tramo de enlace, por breve que resulte. Arrancando desde Madrid, señalamos las gasolineras de Shell, petrolera que tiene la gentileza de apoyar este particular apartado de Rutas Top, en las que podemos repostar para llegar a arranque de nuestra Ruta de la Plata:

  • – Carretera Madrid-Cadiz, km 11 –Aranjuez (Madrid)
  • – A4, km 191,536 –Valdepeñas (Ciudad Real)
  • – A-4 km 441.500 –Écija (Sevilla).

Y si partimos desde Sevilla, encontraremos la gasolinera Shell de la Avenida Alcalde Luis Uruñuela, s/n, 41020 Sevilla

En detalle

Tramo1: Puebla de Los Infantes-Constantina

Distancia: 31,3 km Trazado: Muy revirado Firme: Excelente con buenos peraltes. Agarre: 8 en seco. 7 comprobado en mojado.

Una carretera muy divertida, bien señalizada y sin arcenes, que representa toda una tradición entre los moteros de la zona. Se ven pocos guardarraíles en sus márgenes, pero ojo con ellos, porque están soportados aún hoy día sobre postes con la terrorífica silueta de hache en relieve.

Encontraremos curvas enlazadas de distintos radios, con alguna redonda incluida, cruzando un paisaje cubierto por un mar de chaparros, salpicado de eucaliptos, sobre la alfombra espontánea que siembra la hierba silvestre para servir de pasto unas vacas negras y cobrizas que ignoran nuestro paso mientras mueven apaciblemente sus quijadas.

El breve horizonte, que a veces se extiende hasta casi una legua, se ve recortado en la mayoría del tramo por cerros y por un monte bajo que haría las delicias de cualquier amante del enduro, lo mismo que del paseante más sibarita.

Tramo 2: Constantina-Alanís

Distancia: 78,8 km Trazado: Mixto con arcén estrecho Firme: Excelente con buenos peraltes. Agarre: 7.5 en seco. 6.5 en mojado, comprobado.

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Salimos de Constantina por la A-452, una carretera de excelente señalización, que hasta incluye bandas sonoras en las frenadas más lentas. En el km 12, tomamos la A-432, de firme, trazado y agarre prácticamente idéntico, que nos lleva hasta Cazalla, y continuemos después por esa misma carretera.

Cazalla, tierra del aguardiente más popular, donde el enrejado negro de los balcones contrasta sobre el blanco resplandor de sus fachadas, para dar un toque genuinamente andaluz a una tierra que presagia ya la entrada en Extremadura.

Por otro lado, señalar como curiosidad que estas carreteras representan un auténtico muestrario de seguridad con sus diferentes elementos: sin guardarraíl, con guardarraíl de poste en hache, con guardarraíl de poste cuadrado sin aristas o también con guardarraíl de doble bionda.

Tramo 3: Alanís-Llerena

Distancia: 54,7 km Trazado: Rápido con arcén estrecho Firme: Excelente. Agarre: 7 en seco, 6,5 en mojado, comprobado.

Al llegar a Alanís, encontramos una rotonda que tiene como fondo su castillo y desde la que tomamos la A-433, una carretera que continúa con una tónica parecida a la del tramo anterior, con el trazado abriendo sus curvas cada vez más. Pero apenas un kilómetro después de cruzar Guadalcanal, hay que prestar atención a una pendiente pronunciada que esconde a izquierdas un ángulo tan cerrado como inesperado, para dar comienzo a una breve serie de curvas reviradas.

Al finalizar esa bajada, el panorama se abre con un horizonte que se antoja infinito, después de atravesar los parajes recortados que hemos dejado atrás. La perspectiva desde este punto alcanza una lejanía insondable que penetra en la profundidad de la región expandida que empieza a mostrarnos sus puertas. Estamos entrando en la de Tierra de los Conquistadores.

Al cambiar de comunidad autónoma, la carretera cambia también su nombre por el de EX-200, aunque el trazado continúa siendo igualmente rápido, sobre el mismo ancho, pero con un asfalto algo más desgastado (6,5 de agarre en seco / 6 supuesto en mojado), para que al llegar a Llerena, su cruz bajo el arco blanco de las tres caras nos dé la bienvenida. Si se dispone de tiempo, merece la pena acercarse a su mirador.

Tramo 4: Llerena-Zafra

Distancia: 48,9 km Trazado: Recto Firme: Bueno Agarre: 6 en seco / 5,5 supuesto en mojado

En Llerena, tomamos la N-432 y pasamos junto a la población de Usagre, antes de abordar una recta de corte americano en el km 90, con más de cinco mil metros, que justifica el apodo de La Sesenta y seis, por la cierta semejanza, de la ruta que nos encontraremos apenas dos km después.

Con ello, llegamos a Zafra y nos adentramos en el camino de la verdadera y tradicional Ruta de la Plata por la N-630, de hecho la autovía que la sigue en paralelo lleva ese mismo nombre, A-66 (E-803).

Tramo 5: Zafra-Torremejía

Distancia: 62 km Trazado: Muy recto. Firme: Excelente. Agarre: 7 en seco / 6 supuesto en mojado

Lo cierto es que, si el motorista desea viajar por la nacional, será únicamente para vivir la sensación de conducir por una carretera en lugar de hacerlo por la autovía que transita en paralelo, que le evitaría, entre otros trámites, el tedioso paso por Almendralejo, un trance que se presenta al viajero como un interminable polígono industrial, todo limitado a 50, con la severa vigilancia de los radares apostados en sus márgenes.

La realidad es que la N-630 transita no sólo en paralelo, sino que va prácticamente pegada y entrecruzándose con la A-66, presentándose como una carretera casi desierta, de doble sentido, pero que, salvo en los tramos que distinguimos más adelante porque toma una senda diferente y más atractiva, en aquellos en los que omitimos o señalamos como paralelos, el viajero se encontrará frenado por continuas rotondas, cuando no negociando severas chicanes que le llevan al paso por la estrechez de un puente bajo la autovía A-66.

Tramo 6: Torremejía-Mérida

Distancia: 20,2 km Trazado: Muy recto. Firme: Excelente. Agarre: 7 en seco / 6 supuesto en mojado.

La N-630 continúa como un trámite y como vía de servicio de la Autovía A-66. Al llegar a Mérida, pueden confundirnos los indicadores que apuntan hacia la misma autovía con el nombre de A-66 y con el de E-804, haciéndonos pensar que la segunda es una carretera, cuando, en realidad, se trata como señalamos de la misma autovía.

En cualquier caso y aunque represente un aburrimiento en sí misma para el motorista, la A-66 se ofrece para ahorrarnos el tramo que atraviesa todo el casco urbano de Mérida, enclave romano, que aparte de su famoso teatro, también nos sugiere la visita a sus termas poco antes de llegar a la propia ciudad.

Tramo 7: Mérida-Cáceres

Distancia: 68 km Trazado: Muy recto. Firme: Excelente. Agarre: 7 en seco / 6 supuesto en mojado.

La ruta de tránsito, o de trámite, continúa con vía de servicio y con rotondas. En realidad lo hace hasta León, aunque, como hemos dicho, señalaremos algún tramo de interés para hacerlo a través de la N-630. Y es que esta ruta de La Plata, durante muchos, muchos kilómetros atraviesa un páramo que se antoja como una inmensidad de otro país, o de otro continente, tras el manillar de una moto; tanto, que llega a tomar esa semejanza con las grandes travesías americanas, que vemos tan a menudo en las películas y que atrapan a los apasionados del mundo custom.

Tramo 8: Cáceres-Grimaldo

Distancia: 50,9 km Trazado: Revirado, casi sin arcenes. Firme: Excelente. Asfalto: 8 en seco / 7 supuesto en mojado.

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Un tramo que señalamos porque nos reserva un aliciente interesante que rompe tanta monotonía, ya que a unos 5 km de Cañaveral, retuerce la carretera, con la perspectiva del majestuoso monte que se eleva enfrente. Un trazado muy divertido, con peraltes de competición y guardarraíles de doble bionda, que continúa después de Cañaveral para hacer la breve subida al puerto de Los Castaños.

Tramo 9: Grimaldo-Baños de Montemayor

Distancia: 95,3 km Trazado: Revirado casi sin arcenes Firme: Excelente. Asfalto: 8 en seco / 7 supuesto en mojado.

Continuamos contemplando un mar de chaparros como protagonista central del paisaje que nos envuelve, prácticamente, desde Cáceres, con el que alternan algunas arboledas esporádicas que se alinean flanqueando la carretera.

En este tramo, merece la pena señalar la llegada a Plasencia, para evitar rodearla por la A-66 porque nada más pasarla, la carretera se retuerce en una bajada que va dejando por la derecha algunas encinas centenarias, a las que vemos apretarse contra las peñas de granito y ganar espacio sobre el verde silvestre que brota en el comienzo del invierno. Al acabar la bajada encontraremos un auténtico balcón a Extremadura y a la extensión de algunas de sus dehesas.

Tramo 10: Baños de Montemayor-Calzada de Béjar

Distancia: 22,8 km Trazado: Muy retorcido Firme: Excelente, con peraltes y doble bionda Asfalto: 6 en seco / 5 en mojado.

Al llegar a Baños de Montemayor, encontramos las primeras rampas del puerto de Béjar; una subida suave con el suelo algo sucio, en la que Castilla-León nos abre sus puertas, después de divertirnos al paso por algunas revueltas. En esta ascensión, no se alcanza el puerto propiamente dicho, sino que su cima queda al margen, tomando un breve desvío que nos brindará la ocasión de retratar una excelente panorámica.

En la bajada, también encontraremos algunas instantáneas interesantes, a lo largo de una serie de curvas amplias, que terminan de amenizar el viaje tras los trayectos monótonos y repetitivos que habíamos dejado atrás.

Llegando a Béjar, su sierra sirve de marco espectacular a la población que se levanta a sus pies. La postal que ofrecía en diciembre, mostraba en las ondulaciones más bajas las pinceladas de la nieve, alternadas con el gris de la piedra, para coronar con el espectáculo del blanco más sólido envolviendo las cumbres.

Tramo 11: Calzada de Béjar-Villanueva de Cañedo

Distancia: 109 km Trazado: Muy recto (autovía). Firme: Excelente. Agarre: 7 en seco / 6 supuesto en mojado.

Desde Calzada de Béjar, no dejamos la autovía A-66, para que, al final de este tramo, contemplemos la extensión de Salamanca mientras las bordeamos por la circunvalación que dibuja la autovía. A 26 kilómetros, abandonaremos la autovía para tomar la N-630, tan sólo por unos metros, hasta que a nuestra derecha aparezca el desvío hasta nuestro segundo lugar recomendado para pernoctar.

Tramo 12: Castillo del Buen Amor-Benavente

Distancia: 115 km Trazado: Muy recto (A-66). Firme: Excelente. Agarre: 7 en seco / 6 supuesto en mojado.

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Hemos querido señalar Benavente como una ciudad de encrucijadas, en la que destaca, para nuestro interés, su particular valor a la hora del aperitivo. Y es que tradicionalmente, las tapas que se sirven con el vino y la cerveza en sus bares del centro, han alcanzado fama en los alrededores por su generosidad y su exquisita elaboración.

Allí mismo, en Benavente, podemos aprovechar la parada, no sólo como avituallamiento, sino también como reportaje en la gasolinera Shell, sita en la Avenida de Federico Silva, 128.

Tramo 12: Benavente-León

Distancia: 73,3 km Trazado: Muy recto (autovía). Firme: Excelente. Agarre: 7 en seco / 6 supuesto en mojado.

Otro tramo de verdadero trámite, como los que ya hemos comentado, en el que la A-66 sigue presentándose como el camino natural a seguir en esta ruta, que ahora vuelve a cruzar un páramo inhóspito por la severidad del frío que cae a plomo sobre su planicie, y por la austeridad de su paisaje, tan marcada y extrema que invita al motorista a sumirse en sus pensamientos más existenciales para eludir la sensación de desolación.

Tramo 13: León-Carrizo de la Ribera-León

Distancia: 18 km Trazado: recto y sin arcenes. Firme: Excelente Asfalto: 7,5 en seco / 6 en mojado comprobado.

Después de bordear la capital leonesa por la A-66, la orientación natural de la Ruta de La Plata nos llevaría a continuar por Pajares para llegar finalmente a Gijón; pero, al igual que en el arranque, hemos querido virar el rumbo para ofrecer un tramo final distinto, variado y con un trazado muy divertido, que cruza paisajes espectaculares y que alcanza una meta bucólica inmersa en un paraíso de la Biosfera.

Así pues, desde León, cubrimos un tramo de enlace, por llamarlo así, a lo largo de la LE-420, para entrar después en una de las rutas preferidas por lo motoristas lugareños, al mismo tiempo que nos separamos de la rigurosa línea que marca la tradicional Ruta de La Plata.

Tramo 14: Carrizo de la Ribera-La Magdalena

Distancia: 77,1 km Trazado: bien señalizada, arcén estrecho. Firme: Bueno Asfalto: 7 en seco / 6 en mojado supuesto.

Viajamos a lo largo de la LE-493, una carretera rápida y recta al principio, que se vuelve divertida y sinuosa al llegar al Embalse de Selga, en plena comarca de la Babia.

La carretera se ve escoltada por una arboleda casi continua, que acompaña a las dobleces que empieza formando ese inmenso páramo que llevamos atravesando desde hace algunas horas.

Tramo 15: La Magdalena – Villablino

Distancia: 126 km Trazado: Revirado Firme: agrietado pero aceptable. Asfalto: 6,5 en seco / 5,5 en mojado.

km 49 encontraremos hasta tres ángulos muy cerrados, que pueden comprometer nuestra conducción, mientras las laderas de ambas vertientes van creciendo para mostrar el lado más pardo de la montaña.» imagen=»curva_peligrosa» />

Tramo 15: Villablino-Piedrafita de Babia

Distancia: 12,5 km Trazado: Rápido Firme: Bueno Asfalto: 7 en seco / 6 en mojado comprobado.

Apenas un par de kilómetros antes de llegar a Villablino, encontramos el cruce con la CL-626, una carretera de curvas amplias y constantes que bordea el macizo montañoso. Es como si el trazado quisiera evitar el enfrentamiento con la montaña, mientras que poco a poco va alcanzando una altitud que nos permite intuir a lo lejos las cumbres más altas. Un paisaje que, más allá de mostrar su propia personalidad, se nos presenta como un prefacio de lo que se avecina.

Tramo 16: Piedrafita de Babia-Puerto Somiedo

Distancia: 10,3 km Firme excelente Trazado: rápido Asfalto 7.5 en seco / 7 comprobado en mojado.

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Al llegar a Babia, giramos a la izquierda por la LE-495. La ruta va tomando altura para mostrarnos, tímidamente, la nieve caída en la época del año en la que nos tocó pasar por ella.

Un tramo muy divertido, a lo largo de una subida muy tendida, sin una sola rampa destacable. El trazado queda dibujado sobre la montaña con una serie interminable de curvas enlazadas, rápidas y previsibles, que harán las delicias de todo motorista, incluso con el asfalto mojado.

Tramo 17: Puerto Somiedo- Pola de Somiedo

Distancia: 13,2 Trazado: Retorcido Firme: Castigado pero aceptable. Asfalto: 7 en seco / 6 en mojado comprobado

Hemos separado la bajada de la subida de este puerto porque se conducen de forma totalmente diferente. En el descenso, el trazado se retuerce, hasta ponernos mirando en el sentido contrario en el paso por varias revueltas, con un asfalto que muestra las heridas de una intemperie despiadada que nos obliga a mirar las previsiones del tiempo, si es que vamos a atravesarla en cualquier época, más allá de los meses de julio y agosto.

El paisaje es sencillamente espectacular, mientras vemos elevarse los montes tapizados por densas praderas y las cimas mostrando su granito descarnado entre las placas de nieve y de hielo.

Merece por tanto la pena desviarse apenas 700 metros de la carretera para contemplar desde el Mirador de Perla una postal espectacular.

Después, el panorama se sumerge en una vertiente para que la carretera viaje a través de ella durante varios kilómetros.

Tramo 18: Pola de Somiedo-Aguasmestas

Distancia: 13,7 km Trazado: Revirado Firme: Bueno Asfalto: 6,5 en seco / 6 en mojado comprobado.

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En Pola de Somiedo, contamos con una gasolinera, antes de iniciar una travesía que discurre a lo largo de un desfiladero imponente, en el que las paredes de roca se echan sobre la carretera, con la sensación real de que se van a levantar como un muro que bloquee nuestro paso, como así ocurre en más de un trance por el que la vía ha horadado un túnel en la roca para abrirse paso.

Tramo 19: Aguasmestas-Villar de Vildas

Distancia: 12,3 km Trazado: Retorcido y estrechísimo Firme: Bueno. Asfalto: 6,5 en seco / 6 en mojado comprobado.

Teniendo en cuenta que hace apenas diez años era una pista forestal, podemos considerar hoy la AS-14.1 como una excepcional vía de acceso.

Adentrados en el centro de la montaña, el paisaje impresiona por la soledad y la sensación recóndita que transmite a medida que vamos ascendiendo, siguiendo la carretera. Y es que camino de Vilar de Vildas, las praderas vírgenes, las laderas desiertas y el panorama silvestre que podemos contemplar crean la sensación de que estamos abandonando la civilización conocida, a medida que vamos tomando altura.

Y es que, en aquellos parajes, viven los pocos lobos ibéricos que aún resisten el asedio humano, y también alguna pareja de urogallos (al parecer, una sola) comparte el entorno salvaje con las especies cornúpetas más variopintas. Dicen algunos lugareños que han visto al oso junto a la carretera, pero, amigo motorista, permíteme desaconsejarte que busques su opulencia entre la arboleda: la carretera es muy exigente, y los barrancos que se esconden en sus márgenes acechan ante cualquier distracción.

El descanso del motero

La Posada del Infante Teléfono: 954 80 80 43

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A medio camino entre Córdoba y Sevilla, sobre una estrecha franja que separa el Parque de la Sierra de Hornachuelos y el de la Sierra Norte, se encuentra La Puebla de Los Infantes, que con sus tres mil habitantes recibe al viajero envolviéndolo con el blanco, ribeteado de amarillo, que lucen sus fachadas andalusíes. Y en el centro del pueblo, asomando a una calle adoquinada y peatonal, encontramos La Posada del Infante.

Abierta en 2009 como hotel, forma parte de una inmensa casa-palacio del siglo XVIII, de la que se conserva el escudo de Alonso de Santa Cruz, noble de la Corte de Carlos I. La reforma que dio como resultado su aspecto actual, fue llevada a cabo sobre las paredes maestras y las vigas originales, para construir las nueve estancias que encontramos hoy día, con 18 plazas hoteleras en total; destacando dos de ellas, con un espacio y un nivel superior, que incluyen una sala de estar y un sofá-cama adicional.

En la carta de La Posada del Infante, destaca como especialidad la carne de caza, junto con una serie de platos elaborados con productos autóctonos y de temporada. Cada sugerencia de este menú, incluidos sus postres, llega a la mesa desde una cocina tradicionalmente casera.

El hotel, a pesar de hallarse enclavado en el casco histórico de la Puebla de Los Infantes, atesora durante la noche el silencio más reposado entre sus paredes, y ofrece en cada una de sus habitaciones un envoltorio al estilo del Siglo de Oro, que a pesar de su rigor histórico, resulta de lo más natural, creando dentro de ellas el ambiente más acogedor para velar el descanso del fatigado motorista. El precio medio por habitación con el desayuno es de 60 euros.

Castillo del Buen Amor Teléfono: 923 35 50 02

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Una antesala de ensueño se encarga de dar la bienvenida al motorista viajero para irlo situando en ambiente. Si bien es verdad que ni siquiera ese camino, escoltado por una formación castrense de cipreses, puede presagiarle la majestuosidad que posa sobre el páramo la fantasía histórica con la que está a punto de encontrarse. Su nombre puede resultar un tanto cursi para el más rudo de los moteros; sin embargo no se trata de un título diseñado en la actualidad por el marketing más empalagoso, sino que cuenta con una antigüedad de siglos a sus espaldas y una historia renacentista en su seno.

Se edificó originariamente como fortaleza en el Siglo XI, tomando el nombre de Castillo de Villanueva de Cañedo. Hoy día se conservan de aquella época el foso que bordea la edificación, un paso de guardia y el pórtico de la muralla. En el Siglo XV se convierte en casa-palacio; introduciendo el estilo mudéjar en su arquitectura, y tomando también como apodo su nombre actual: Castillo del Buen Amor. Cuentan que debe su sobrenombre a la historia de amor furtivo que se engendró entre Alfonso Fonseca, obispo de la comarca, y una doncella del lugar. En el siglo XVII queda abandonado como residencia, aunque se empleaba como almacén agrícola; y así se siguió utilizando hasta el Siglo XX, para que en 1931, la República lo nombrara Monumento Artístico Nacional.

Dos décadas más tarde lo compraron los bisabuelos de los actuales propietarios para hacer la reforma más importante; empezando por desenterrar el foso y descubriendo el paso de la guardia con sus troneras, de manera que han quedado en esa parte las 12 habitaciones originales construidas en el siglo XI. También podemos encontrar ahora, adecuada como otra habitación, lo que en sus tiempos fue la antigua mazmorra.

Desafortunadamente, en los años 50 la hospedería no prosperó como negocio, y no fue hasta 2003, cuando nació como el hotel rural del que podemos disfrutar hoy, con sus 40 habitaciones y sus 80 plazas. Así mismo, en 2003 fue instalada la potente calefacción con hilo radiante, el aire acondicionado, y se montó también el restaurante en el espacio correspondiente a las antiguas caballerizas.

Todo el mobiliario ha sido seleccionado y colocado cuidadosamente para que cualquiera de sus rincones sirva como escenario perfecto, sin mover ni una silla, de cualquier película de época; tanto es así que al entrar en uno de sus salones, con la gran chimenea presidiendo su lateral, y el artesonado mozárabe haciendo de palio en madera, tuve la impresión de que en cualquier momento aparecería, por ejemplo, el cardenal Richelieu, frotándose las manos mientras urdía cualquiera de sus perversas maquinaciones.

En cuanto a la carta del restaurante, lo mismo que a su servicio, apuntar que guardan una de las líneas más vanguardistas, como las de los grandes gurús de la cocina actual, ofreciendo un contraste inédito con sus platos de diseño al estilo del Siglo XXI, servidos en un entorno propio de los Reyes Católicos.

Y es que, al igual que ocurre en cuentos y novelas, El Castillo del Buen Amor guarda también sus pasadizos secretos, uno tras una librería y otro tras un espejo, a lo largo de unas paredes que se aposentan sobre el terreno con la solidez de un desmesurado espesor, que va desde los tres metros de algunos tabiques interiores, hasta los muros de cinco que preservan la edificación de las severas heladas que caen sobre un enclave tan desabrigado.

El castillo, por supuesto, cuenta además con su fantasma, del que se dice que es la propia amante en pecado del obispo; quien finalmente quedó abandonada en el castillo, cuando él sucumbió a las influencias de La Iglesia, tras ofrecerle un cargo muy superior para deshacer la supuesta desvergüenza en la que vivía. Dicen, también, que ella murió en desamor allí mismo, dentro del castillo, dejando como vestigio, en cualquier caso, un fantasma tan desconsolado como inofensivo.

Para rematar y como marchamo de distinción, es digno de señalar que El Castillo del Buen Amor está incluido en el conjunto de las Reales Posadas de Castilla-León.

La Corte de Somiedo Teléfono: 985 76 31 31

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El concejo de Somiedo se encuentra entre cuatro valles, y Vilar de Vildas se aposenta sobre una ladera que corresponde al del río Cigüeña. El paraje es tan despoblado que el censo del concejo completo ni siquiera alcanza los mil habitantes. Pero, curiosamente, en Villar de Vildas, sito a 870 metros de altitud, se alojan más de un millar de vacas.

Algo más arriba del pueblo, se encuentra la Braña (lugar veraniego de pasto para el ganado) del Pornacal, desde la que se pueden contemplar unas vistas únicas, por lo que merece la pena de hacer el esfuerzo a pie de subir hasta allí.

La palabra corte, en Asturias, no tiene nada que ver con la plana mayor de un reinado, sino que nombra sencillamente al establo de cada vivienda. Así, en la Corte de Somiedo, encontramos una auténtica vivienda de la montaña asturiana transformada hoy día en un acogedor hotel rural.

Y puestos a describirlo, donde encontramos ahora el bar, antes se hallaba la cuadra; en el salón, se encontraba el baile que reunía a todo al pueblo; y en el piso más alto, justo en el que ahora encontramos las habitaciones, estaba la antigua vivienda; pero la construcción astur por excelencia, la más típica y representativa, se puede reconocer elevándose sobre el garaje actual: El Hórreo. Sí, un hórreo que respeta hasta el último matiz sus líneas y de su aspecto original, y que ahora se ofrece como otra habitación acondicionada del establecimiento.

El edificio de la Corte de Somiedo fue construido en 1861, y lleva nada menos que 22 años funcionando como hotel rural, empezando a funcionar en unos tiempos en los que en el pueblo no había teléfono, la electricidad era de 125 voltios y la carretera de acceso, como hemos mencionado antes, era una pista forestal de tierra.

Hemos querido dar por concluida aquí, en este paraíso natural de Somiedo, nuestra Ruta de la Plata. En cualquier caso, si el lector tiene el deseo de finalizar la ruta tradicional, no tiene nada más que continuar por la N-634, desde el cruce de Aguasmestas, y seguir durante 64,4 km su divertido trazado, mientras que sus curvas se suavizan y la orografía se va aplanando paulatinamente hasta llegar a Oviedo, y luego hacer 30 km más para alcanzar las puertas de Gijón.

La Moto

No estaba previsto cubrir ningún tramo off road en esta ruta, pero buscando la mejor foto, un servidor se metió en un intrincado jardín, con la Ducati Multistrada 1200 Enduro bien cargada, sobre la hierba medio cubierta por la nieve. La moto no se movía del sitio ni con el punto de embrague y el pelo de gas, ni con el motor a punto de calarse. De hecho, no se calaba, y la rueda giraba loca sobre el verde empapado igual que si lo hiciera sobre un rodillo. De esta forma quedó más claro que nunca que el uso de cualquier neumático mixto que calza cualquier trail vale desde luego para todo tipo de asfalto, por roto que esté, pero que apenas permite algunas incursiones por pistas de tierra transitadas. Si nos salimos de ese guión, nos veremos en una serie de complicaciones de las que tan sólo nos sacarán los recursos, el nivel y la experiencia de cada motorista.

En este caso, la electrónica de la Multistrada 1200 Enduro se presentó como un apoyo en una forma que la verdad sea dicha no esperaba. Seleccionando el propio modo Enduro, hice subir de régimen el motor hasta provocar la intervención centralita, que se presentaba con la rueda girando mucho más de lo que cabría imaginar. Con cada parada y con cada recuperación de la motricidad, el neumático cogía un punto de tracción que lograba mover la moto unos valiosos centímetros, y así, con paciencia y varios de esos cortes secos del DTC conseguí sacar una moto tan enorme y tan cargada de semejante atolladero.

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Protección

Atravesando durante el mes de diciembre, provincias como la de Salamanca o la de Zamora, y por dos veces la de León, se puede analizar, y sobre todo valorar, la protección que ofrece esta Multistrada 1200 Enduro.

En la parte superior de cualquier maxitrail, siempre se echa de menos algo más para cubrir el pecho al completo; aunque en la posición más alta de la cúpula –regulable a mano en marcha- se extiende considerablemente su superficie. En las manos se agradecen los protectores, qué duda cabe, pero se echa de menos algo más de protección en la parte alta de los nudillos; seguramente por esa estrechez que sin duda paga su tributo a la estética, aunque también por la considerable distancia que guarda hasta cada puño. En cualquier caso, siempre son bienvenidos esos protectores.

En cuanto a la ergonomía del depósito, es tan generosa que nos cubre el cuerpo desde la cintura hasta el punto medio de las espinillas como lo haría una auténtica GT. Por último, los pies, para los que la Multistrada no prevé ningún abrigo, lo encuentran de alguna manera resguardándose en la estrechez de la parte baja, colocándolos en cuña pegados y debajo de los cárteres del Testastretta.

La Confianza

Cuando pasas de noche, lloviendo, entre las paredes de un desfiladero asturiano, con dos grados de temperatura y a lo largo de una carretera que deja el margen de cada curva en vilo sobre el cauce de un río o el abismo de un barranco, conceptos como la estética o justificaciones como la de me ha enamorao comprenderá el lector que queden relegadas a un plano muy alejado del protagonista.

En esas circunstancias, lo que resalta de la Multistrada 1200 Enduro son dos sensaciones que transmite en su esencia, y también en su conjunto. La primera es que se siente como una compañera que reconforta y anima al transmitir una sólida confianza. Así es, tanto por su posición de control, como por su magnífica iluminación y por su asistencia electrónica en tantos aspectos de la conducción: ABS en curva, frenada combinada, control de tracción y también, por si nos asustamos o nos ponemos nerviosos, el antipicado y el anti-wheelie. Y, por otro lado, aun con tanto auxilio digital y de cara a los puristas más recalcitrantes, la Multistrada 1200 Enduro, en esas circunstancias, se siente totalmente, al completo, como una moto, y nunca como una criatura cibernética que nos lleva sobre dos ruedas según su mecánico criterio.

Consumo

En un recorrido total, incluyendo las etapas de enlace, con más de 2.700 km, pude disfrutar de un verdadero privilegio. Sí, porque no es fácil imaginarse disfrutando de la conducción de una Ducati, a ritmo Ducati, durante más de 350 km seguidos, sin repostar.

El consumo medio de la prueba, siempre a un buen ritmo, con continuas estiradas del motor y permanentes cambios de marcha, con el equipaje a cuestas más los 107 kg de un servidor, fue de 7,4 litros a los 100 kilómetros.

Apunte dinámico

Al salir, conviene tantear la moto con su nuevo peso y comportamiento en las primeras rotondas. Si llevamos bolsa sobredepósito, entenderemos mucho mejor por qué los pilotos comentan que no pueden ir a fondo durante las primeras vueltas de carrera, debido al efecto que produce el tanque lleno sobre las inercias de la moto.

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