¿Cuánto trabajo habrán dado a los talleres momentos como éste? Cuando un amigo con poca o nula experiencia sobre una moto, te dice: ¿me dejas subirme? Bueno, no solamente subirse sino poner el motor en marcha e intentar recorrer unos metros. Pero en la mayoría de ocasiones la prueba acaba de forma abrupta, tanto para el sorprendido motorista como para el dueño, que entra en la tesitura de si debe o no cobrarle la reparación. Todo depende del grado de coleguismo entre ellos.
Aquí os traemos un claro ejemplo. Un caballero feliz sobre una Harley. Intenta ponerla en marcha y arrancar, pero curiosamente la moto da un salto al estar la marcha seleccionada (por lo que parece, no lleva sensor que impida el arranque en estas condiciones). Velocidad fuera, arranque perfecto y ahora sí, vamos a disfrutar del viento en la cara.
Peri no, el disfrute llega más bien en forma de seto en el rostro. Ni diez metros consiguió recorrer sobre la moto. A los dos metros el asunto ya se puso tenso, a los cinco entró el pánico y a los seis, el bloqueo del freno delantero terminó con el asunto, literalmente, por los suelos.
Consejos que hemos aprendido:
- Primera lección: ponte un casco, siempre, y más si tienes poca o nula idea.
- Segunda lección: busca un lugar despejado.
- Tercera lección: una zona ajardinada no ofrece la mejor tracción, ni para acelerar ni para frenar.
- Cuarta lección: esto puede ocurrir así que mejor que nadie lo grabe porque si no… quedará para la posteridad.
- Esto nos lleva a la primera lección: con el casco, nadie nos reconocerá.
Por suerte en esta ocasión, los daños habrán sido mínimos. Es lo bueno de caer en blandito.
