En una instalación de 20.000 metros cuadrados, situada al Norte de Barcelona se encuentra el HIS (Honda Instituto de Seguridad), un enclave estratégico que comparte ubicación con la sede de Honda-Montesa. En esta década un total de 25.000 alumnos los que han pasado por sus tres pistas, calificando con una nota media de 9,5 sobre diez su grado de satisfacción tras la correspondiente formación recibida.
El HIS programa un total de doce cursos diferentes, con una duración que va desde las seis horas, hasta la formación más extensa, repartida en tres jornadas. Los precios de estos cursos varían desde los 92 hasta los 150 euros.
Para el desarrollo de su formación, el HIS cuenta con una pista polivalente de asfalto y 8.000 metros cuadrados de superficie, con otra off road de seis mil y una tercera más, en este caso de firme deslizante. Por otro lado, el alumno puede llegar al HIS vestido de peatón y salir a cada una de las pistas completamente equipado. Honda le cede, con la colaboración de dos marcas como Alpinestar y Arai, todo lo necesario: casco, guantes, peto protector, coderas y rodilleras para realizar cada ejercicio completamente protegido.
Para esta ocasión, en plena celebración del décimo aniversario, el HIS nos preparó un curso-demostración específicamente diseñado para la prensa, en el que se trataban de forma muy concisa algunos de los conceptos más básicos de la conducción, y por otro lado se mostraban recursos sencillos y elementales para el control de la motocicleta. Veamos pues, cómo se vive en el papel de un alumno un curso impartido por Honda.
La mirada
Podemos practicar en el día a día el control y la dirección de la mirada, qué duda cabe, e incluso podemos ir más allá al trabajar con ella en una carretera de montaña muy revirada. Sin embargo lo que no nos darán ocasión los escenarios reales es entrenarla y dirigirla más allá de los 90º de giro.
En el HIS, tienen preparado un ejercicio sobre la pista polivalente, que nos lleva a trabajar la mirada virándola incluso hasta los 180º con respecto a nuestra trayectoria.
Primero nos muestra el ejercicio y su objetivo uno de los monitores, maniobrando él mismo sobre una moto. Después, comenzamos a hacer pasadas por el circuito diseñado, con la inestimable ayuda de otro monitor a pie, que provisto de una bandera roja, nos va señalando con ella el punto al que debemos de dirigir nuestra mirada en cada momento de los giros.
Un ejercicio que hará avanzar a pasos agigantados la percepción y ubicación espacial del principiante, así como resultará de lo más revelador, incluso un verdadero descubrimiento, para el motorista más veterano.
Con otro sencillo ejercicio, que consiste en hacer el paso sobre una plancha estrecha de metal sin pisar con la moto fuera de ella, claro está, educamos también la dirección de la mirada, en este caso su fijación en la distancia. Pero además de ello, aprenderemos a controlar el equilibrio, manteniendo el cuerpo sólido con la moto de cintura para abajo, mientras solo nos moveremos, si fuera necesario, con el tren superior.
Esta práctica resulta muy útil, por ejemplo, al pasar entre los coches parados ante un semáforo, o atrapados en un atasco.
Otro ejercicio de control consiste en una parada durante la ascensión por una rampa de considerable inclinación, algo que nos ayuda a comprender las fuerzas que intervienen sobre la moto en una situación tan comprometida, que sin embargo, en la realidad, aparece de forma mucho más frecuente en pakings públicos y garajes comunitarios de lo que se pueda intuir.
El paso por una escalera plana acostada sobre el asfalto, es otra práctica que nos enseña a llevar la moto controlada al paso por diversas irregularidades urbanas, como puedan ser, por ejemplo, las bandas sonoras o también algunas juntas de dilatación.
En otro ejercicio, ejecutando un eslalon sobre una línea de conos, es el momento en el que mejor entenderemos cómo manejar la moto moviendo la cintura y el tronco, con las piernas pegadas a su carenado.
En esta práctica comprendemos, lo mismo que en el ejercicio de ida y vuelta para la mirada, o en el del paso por la franja estrecha de metal, la vital importancia del freno trasero para regular la marcha, así como la manera en la que el delantero compromete el equilibrio, cuando no lo rompe directamente.
La frenada
El monitor del HIS nos explica primero cómo emplear ambos frenos para lograr una frenada óptima, y a continuación hace tres pasadas, con diferentes accionamientos sobre la maneta y la palanca para mostrárnoslo.
Acto seguido, somos nosotros los que hacemos esas mismas pasadas, llegando con la misma velocidad a la misma línea de frenada, que nos resalta el monitor a pie con su bandera roja.
Pero para poder realizar el que podemos calificar como el ejercicio revelador por excelencia de cuantos se realizan en el HIS, tendremos que desplazarnos hasta la pista deslizante.
Allí, una Honda, sobre la que se ha montado la amplia envergadura de un atalaje que se apoya en los extremos sobre sendas ruedas giratorias, nos espera para realizar la prueba-demostración de la efectividad con que interviene el ABS sobre las condiciones más precarias de agarre.
Primero hacemos una pasada con el dispositivo electrónico desconectado, para que al llegar a la superficie deslizante, clavemos el freno con un auténtico manotazo sobre la maneta. Por supuesto, la dirección se cruza de inmediato y la moto cae para apoyarse en una de las ruedas del atalaje.
A continuación, nos conectan el ABS y repetimos la operación exactamente igual, propinando el mismo manotazo sobre el freno delantero y un pisotón sobre el trasero. Comprobaremos entonces cómo la moto se detiene con una pasmosa estabilidad, sin el más mínimo amago de desequilibrio.
Off road
Para esta práctica, Honda nos cede también unas botas de cross, de manera que además saldremos a la pista de tierra perfectamente calzados.
Los ejercicios en este espacio están dirigidos, particularmente, a aplicar un control sobre la moto en superficies de baja adherencia, particularmente en asfalto mojado. Con las precisas explicaciones y las directas indicaciones del monitor, pasaremos primero por un óvalo, a continuación por un circuito con forma de riñón y finalmente por un trazado más largo, moldeado por diferentes curvas peraltadas.
Con este entrenamiento, nos habituaremos a esa sensación de flotación que transmite la moto y que resulta tan desagradable, o tan temerosa, para el motorista de asfalto; una sensación que sin embargo resulta la base sobre la que se asienta la conducción fuera de la carretera.
Después de que hayamos pasado por este ejercicio, ese nimio resbalón sobre una línea de pintura mojada, que antes nos haría estremecer, dejará de ser un temor para pasar a resultar un lance más de la conducción, sobre el que pondremos, por supuesto, toda nuestra concentración, además de las presiones y de los movimientos del cuerpo sobre la moto para controlarlo.
El lado digital y el lado humano
La formación práctica del HIS cuenta también con un apoyo en la realidad virtual, soportada sobre unos simuladores, con sus manillares, sus estriberas y sus asientos de moto incluidos. En cada una de sus pantallas, van apareciendo situaciones ficticias, como representación de las circunstancias reales que a menudo pueden asaltar al motorista.
El material con el que cuenta Honda para estas representaciones virtuales es tan extenso que a buen seguro sobrepasará la experiencia futura de la mayoría de los alumnos que pasen por cualquiera de sus cursos.
Por último e independientemente de haber sido distinguido con el prestigioso sello de calidad, otorgado por la Asociación de Fabricantes Europeos y el Consejo de Seguridad Vial Alemán (DVR), el HIS pude vanagloriarse de contar con una plantilla constituida por monitores, que más allá de una profesionalidad al más alto nivel, muestran una verdadera pasión por la enseñanza, además de poner un particular mimo en el aspecto sicológico que entraña el trato a cada participante. Ese detalle es algo que únicamente se aprecia en toda su dimensión habiendo pasado por la experiencia de ser alumno en uno de sus cursos.