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Saltando fronteras (IV): Eslovenia, la sorpresa del viaje

Saltando fronteras (IV): Eslovenia, la sorpresa del viaje
Fotos: Adolfo Galvez (buscandolatrazada.com)
Adolfo Galvez
Cuando se recorren tantos países de una sola tacada algunos de ellos los marcas para volver con algo más de calma. Este es sin duda el caso de Eslovenia, quien nos iba a decir que este pequeño país del centro de Europa nos daría tantas alegrías.

Cruzar esta frontera fue la primera de las grandes fiestas moteras de este viaje. Primero porque era realmente el primer país de ruta completamente nuevo. En alguna que otra ocasión ya habíamos rodado por los anteriores. Y segundo porque el tramo Trieste – Liubliana por carreteras de montaña es una auténtica delicia. La Multistrada disfrutó de lo lindo y nosotros con ella.

Eslovenia tiene la mezcla justa entre el calor de la gente de los Balcanes, su amabilidad, su buena gastronomía y ese toque un tanto latino de vivir la vida… junto a la precisión y el orden austriaco. Conducen muy bien, las carreteras son de primera y me falta un detalle muy importante para los que disfrutamos de la moto, ya estás en zona de Alpes y esto marca la diferencia. 

Es un país bastante pequeño y su población total es de apenas 2 millones pero da para mucho si lo visitas en moto. Solo le dedicamos dos días de la ruta pero se merece muchos más. La primera etapa hasta la capital dio para mucho, es uno de esos tramos que Google Maps marca tres horas para hacer los 100 km de cuerda. Y digo cuerda porque he rodado en circuitos más aburridos. Los pasos por Vipava y Sanabor te trasladan a colinas y valles donde no quieres para la moto ni para hacer fotos. Una gran etapa.

el_puente_del_los_dragones_-_liubliana

En la llegada a Liubliana nos recibió una capital muy moderna, con amplias avenidas y muy poco tráfico. Realmente muy centro europea. Se entienden muchas cosas cuando la visitas y posteriormente recorres los Balcanes. Fue la primera república yugoslava en escindirse, no había prácticamente mezcla de culturas. Todo se dirimió en la Guerra de los Diez Días y desde luego fue diferente a lo que se vivió posteriormente en Croacia y Bosnia.

Y en aquella primera cena en la antigua Yugoslavia fue la primera aproximación a una tónica que se iría repitiendo durante los siguientes países. No es otra que lo económico que resulta visitarlos, esto también cuenta. Todo un homenaje con un sinfín de platos contundentes y deliciosos, regados con estupenda cerveza negra por 26 € para dos personas. No se me olvidará mientras viva. Mirando los precios del menú, no dábamos crédito. El día siguiente nos cruzamos con varios grupos de moteros alemanes, con bastante experiencia en los Balcanes, que todos los veranos bajaban hasta Corfú principalmente para rodar por Montenegro y Albania. Tomamos nota.

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La siguiente jornada planteamos un recorrido circular desde la capital hacia el norte, muy cerca de la frontera con Austria para visitar el lago Bled, de obligada visita. Y desde ahí rumbo sur por zonas rulares hasta Croacia. Es un país precioso y con mucha afición por la moto. Jamás lo hubiera dicho. Numerosos carteles de tráfico advertían de los tramos de curvas a los motoristas y nos cruzamos con un buen número de ellos. Además, el 60% del pequeño pais está cubierto de bosques verdes.  Es el tercero en cuanto a densidad en toda Europa, así que la mayoría de los recorridos lo haces entre ellos dando un sabor diferente a la ruta. 

Nos quedó pendiente la parte este del país, hacia Maribor y la frontera con Hungría. Siempre hay que dejarse algo detrás que te dé un motivo para volver. Y sin duda que nuestro deseo es volver a rodar por este pequeño país que es grande si lo visitas en moto.

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