Este fin de semana se celebrará la 59ª edición de la carrera de motos Gran Premio de Velocidad de La Bañeza, conmemorando también el 50 Aniversario de la victoria de Ángel Nieto. Esta cita no sólo representa un testimonio vivo de la historia de nuestro motociclismo, sino que se ofrece como muestra única de un segmento como el de las clásicas, cada día más emergente, y además como un escenario inédito y próximo, como quien dice a pie de acera, para vivir el paso ciclónico de una categoría mundialista con su tecnología de vanguardia.
Pero hay más. Hay más incentivos para acudir cada año al Gran Premio de la Bañeza, hay más alicientes para encontrarnos cada verano en la localidad leonesa, y los tratamos de concentrar en media docena de razones que describimos a continuación.
Lo más impresionante
En ningún escenario actual se podrá contemplar el paso por curva de las Moto3 a una distancia tan corta, que en algún punto parece tocarse, después de cortar la respiración. Estas motos mundialistas acercan, de alguna manera, la carrera española más antigua a las Road Racers británicas. Porque contemplar el paso de las Moto3 por alguna esquina de La Bañeza sobrecoge con una sensación inaudita de velocidad, tal y como se vive en algún tramo urbano del Tourist Trophy, por ejemplo. Y la verdad es que a la impresión de verlas negociar la pendiente curvada que desciende hacia el centro del pueblo, dejando la fuente a la izquierda, no le cabe otro calificativo que el de espeluznante.
En ningún otro circuito, en ninguna otra carrera, podremos apreciar el fulgurante paso por curva de las mundialistas más pequeñas como en el circuito urbano de La Bañeza. Y sí, además de ello, todavía persisten los enamorados de las 125 dos tiempos de Gran Premio. Su rastro de humo azul mantiene a los nostálgicos en vilo.
Las mejores clásicas
No podemos decir que las clásicas de La Bañeza sean únicas, porque, afortunadamente, cada día proliferan más las carreras con este tipo de motos en los circuitos permanentes. Pero sí es cierto que en este particular gran premio se da cita lo más granado de la especialidad, venido, en muchos casos, desde fuera de nuestras fronteras.
Motos como una Norton Manx o una Benelli 500/4, tributo a Pasolini, se pueden contemplar en los boxes de La Bañeza, después de que la inglesa haya roto el cielo de Castilla con su trueno y de que la italiana haya soliviantado con la ferocidad de su aullido a los más distraídos. Motos ancestrales, no sólo en perfecto estado, sino a pleno rendimiento que traen en vivo la historia del motociclismo a nuestro presente, y que el visitante de La Bañeza puede admirar sobre el que fue antaño su hábitat natural, bajo una carpa anclada en una calle concurrida por motoristas y por los aficionados más apasionados a las carreras.
Un escaparate único
La Bañeza es el máximo exponente nacional de un mercado que puede resultar hoy día tan emergente como insólito, el de las motos clásicas de carreras. Los tradicionales carburadores o los encendidos transistorizados han evolucionado en los motores que propulsaban estas máquinas hasta alcanzar rendimientos inimaginables en los tiempos que protagonizaban el mundo de la velocidad. Los embragues en seco que montan los monocilíndricos Desmo de cualquier Ducati clásica la catapultan de un viraje al siguiente sin absorber ni una kilopondio de su aceleración; y los frenos de expansión interna, conocidos desde siempre como “de tambor”, ya sean de dos o de cuatro levas, ejecutan unas apuradas de frenada que echan para atrás a los espectadores más próximos, hacinados sobre el perímetro del circuito.
Pero es que todo este desarrollo tecnológico de lo más antiguo no sólo puede verse en acción presenciando las carreras de La Bañeza, sino que además se puede observar, apreciar e incluso tocar en forma de accesorio, o de recambio, expuesto en el mercadillo que se improvisa a lo largo de una de las calles en las que se instalan parte de los boxes bañezanos.
Tiempos pasados en el presente
Por supuesto, los nostálgicos tienen su espacio reservado en el ámbito más sentimental de La Bañeza. Cualquiera de ellos que todavía no haya vivido este gran premio sin duda se emocionará con el paso de las motos, como en tantas y tantas carreras que se organizaban durante los sesenta y setenta, para conmemorar las fiestas patronales de decenas de poblaciones españolas.
Las carreras de La Bañeza representan hoy día una secuencia exacta, a modo de documental vivo, conservado impoluto en el tiempo, incluso con sus mismas protagonistas, ya sean las BSA o las Ducati pregonando a los cuatro vientos sus mismos sonidos, ya sean las Bultaco, Ossa o Montesa envueltas por los mismos aromas que embrujaban al aficionado de aquellos tiempos.
Fiesta
¿Existe algún sujeto más entusiasta y festivo que el motorista?
El Gran Premio de la Bañeza se celebra, tal y como hemos indicado, con motivo de las fiestas patronales de la localidad. En la plaza principal, se monta un escenario para albergar las actuaciones de los grupos y cantantes de moda, que suenan para el aficionado a las carreras de una forma particular, casi dentro del paddok del circuito. Todo ello en un ambiente de concordia, dentro del que los bañezanos reciben a los motoristas, con el hábito adquirido durante décadas, de una manera que les resulta algo así como los pregoneros en manada de sus fiestas más importantes.
Gratis
Además de todo eso, y por si no fuera bastante, el precio que consigue la organización de El Gran Premio de la Bañeza para sus asistentes es el de su mera presencia, para que con ella sumen un número suficiente de espectadores y visitantes que justifique nuevamente, al año siguiente, el patrocinio de las firmas que apoyan sus fantásticas carreras.
Sí, amigo lector: entrenamientos libres en 4 categorías diferentes (Clásicas 2T, Clásicas 4T, Clásicas Super-Series, Moto3-125GP), a cual más diversa, con sus cronometrados para la parrilla y por supuesto con sus correspondientes carreras y manga de exhibición. ¡Sí, todo ello completamente gratis!
Así pues, tras dar nuestro repaso detallado a estas seis razones, que ni de lejos describen al completo todo lo que se vive cada año en La Bañeza, mucho nos tememos que hemos invertido la oración por pasiva, y que lo único que le restará ahora por hacer, después de cerrar esta página, será levantar un muro de excusas peregrinas y de cuitas con escaso fundamento para eludir finalmente la visita al Gran Premio de La Bañeza. De otra manera, nos veremos allí indefectiblemente.