Si en la anterior etapa vivimos la concentración de la industria del motor italiana en esta es la concentración de pilotos italianos. Melandri es de Ravenna, Dovizioso de Forlí, Poggiali y de Angelis son de San Marino, el tristemente desaparecido Marco Simoncelli de Coriano y por supuesto Valentino Rossi de Tavullia. Seguro que me dejo a más de uno en el tintero. Si os dais una vuelta por aquí en moto entenderéis porque salen pilotos como setas.
Tiene más puntos positivos y es que, con la excepción de Rímini o San Marino, no es zona de turismo ni italiano ni internacional pero a mí me pareció un lugar privilegiado entre el mar Adriático y la montaña encumbrada por una inmensa fortaleza que es San Marino.
No os hablo de altos puertos ni de retorcidas paelleras, es similar a lo vivido en Toscana y lo que después viviría en Umbría, valles y desniveles con un número ilimitado de curvas enlazadas en carreteras muy estrechas. Y pese a que en general la calidad del asfalto de las carreteras españolas es muy superior a las italianas, las de esta zona son de lo mejorcito del país. Esta es una de las principales conclusiones de este viaje: Italia es un país muy agradable de visitar, pero en moto disfrutareis mucho más del viaje.
Un buen punto de partida es Rímini, sobre todo si no vamos en verano porque el número de hoteles es enorme y los precios bajan muchísimo. Además nos permite conocer otro mar, otro punto de vista. La ciudad es netamente turística, con un enorme paseo marítimo y larguísima playa, así que no nos detenemos mucho más que el desayuno para poner rumbo a San Marino. No deje pasar la posibilidad de visitar el circuito Marco Simoncelli como hice con Mugello pero el entorno de la Toscana es para mí, mucho más bonito que el sanmarinense. Lo mejor del tramo vuelven a ser las espectaculares curvas que te llevan a lo alto de la montaña donde se encuentra su fortaleza. La panorámica del valle desde lo alto de la colina es algo que recordaré durante toda mi vida.
Pero he de reconocer que gran parte del sentido de esta etapa era cenar en la pizzería del 46. Elegí la ruta más retorcida y tortuosa para llegar a Tavullia, para sorprenderme con un pueblo muy chiquito que se ha convertido en el mayor parque temático dedicado a un piloto. Los límites de velocidad cambian el 50 por el 46, el número se repite en forma de banderas en la entrada, la fábrica VR46 que es la firma del piloto y nuestro destino en este recorrido, la pizzería Da Rossi sede de su club de fans, su tienda, sus amigos y casi su vida.
Como no podía ser de otro modo, me pasé la tarde hablando de motos, de circuitos, de históricas carreras y de Valentino con sus amigos del club de fans que gestionan personalmente sus negocios. Su gente de toda la vida, que le apoyan y le siguen en los momentos buenos y en los malos, porque no hay que dejar de reconocer que ahora es un momento malo en la vida profesional del piloto referencia en los últimos 15 años. Indiscutiblemente uno de los más grandes, o tal vez el más grande, de la historia del motociclismo.
Fue una de las mejores tardes de mi viaje por Italia, uniendo mi pasión por los GPs con mi pasión de viajar en moto. Sólo me queda agradecer desde aquí a toda la gente que nos atendió, su paciencia y excelente trato para con este motero que no paraba de sonreír mientras con un torpísimo italiano hablaba de carreras y campeonatos en una tarde de jueves con todo el “staff” del 46 en exclusiva para mí.