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Madrid – Civitavecchia: El comienzo del viaje (I)

Fotos: A.G.
Cansados de recorrer el territorio nacional, hoy iniciamos nuestro diario de ruta con un nuevo periplo que nos llevará a conocer Italia de cabo a rabo en 10 etapas. Lo mejor del país de la bota a lomos de una equipada Triumph Tiger Explorer XC.

Nuestro viaje, mío y vuestro a través de soymotero.net, comienza en la sede de Triumph España, charlando animadamente con Carlos sobre motos mientras pone a punto la Tiger Explorer XC.

Gran persona y gran mecánico, cuida cada detalle de la maxitrail más incluso que si fuera suya. Después de instalar el soporte para el GPS, el mismo GPS que siempre me niego a usar dentro de territorio español, salgo de allí con la sensación de haber acertado plenamente en la elección del modelo que me llevará tan lejos como el tiempo me permita. Tiempo en sentido horario y tiempo en sentido climático, porque el invierno se acerca y en el norte de Italia ya hace frío como para escarceos moteros.

Tampoco me quita el sueño, hay mucho por conocer y visitar en nuestra aventura así que si no es por arriba será por abajo, pero la península con forma de bota será recorrida de todos modos.

La primera etapa es la peor y aún con esas ya estoy encantado, digo la peor porque no aporta novedades y si muchos kilómetros de autovía entre Madrid y Barcelona. La mejor parte es pasar la tarde de paseo por las Ramblas y disfrutar la tarde en compañía de la capital catalana. El barco que me lleva a Civitavecchia sale a las 22:30 pero ando inquieto por el procedimiento de embarcar y amarrar la moto así que me planto casi el primero en la fila de un montón de camioneros bastante impresionados por la moto, que entre maletas y top case, parece el mismísimo Enterprise.

Todo un acierto por 190 € ida y vuelta, incluyendo las tres comidas, la decisión del tomar el barco. Me hubiera gastado bastante más si voy por Francia entre la noche de hotel, gasolina y los peajes de las carísimas autopistas francesas. Lo de ver demasiadas películas me llevó a pensar en una especie de buque de carga de los tiempos de mi abuelo y nada más lejos de la realidad. El barco, que cuenta hasta con centro de belleza, está francamente bien. Importante que reservéis todo lo que vayáis a comer cuando saquéis el billete porque la cafetería y el restaurante tiene precios absolutamente prohibitivos. Lo único que falta es una conexión wi-fi abierta, pero entre piscinas, pubs y discotecas no os faltará entretenimiento abordo. Destacable el poder darte una ducha antes de irte a dormir y luego comenzar el siguiente día con la típica “colazione” italiana: café con latte, cornetto di ciocolatta calda e la spremuta d´arancia

Pero sin duda lo que más llama la atención a este motero de secano es poder disfrutar del amanecer en alta mar. La imponente presencia del espacio abierto y la fuerza del viento que casi te impide moverte en cubierta.

Con todo, estoy deseando llegar y desembarcar la Explorer para rodar con sus 130 CV por Italia, nada comparable a los 25.000 del barco que en estos momentos me transporta, pero mucho más adecuados para realizar la aventura que hoy acabamos de comenzar…

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