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De vuelta a las carreras: los viejos rockeros nunca dejan de dar gas

El regreso de Alex Barros a la competición, aunque sólo sea por un día, evoca el espíritu de los viejos rockeros, que nunca mueren, presente en muchos casos como el de Barros a lo largo de la historia del motociclismo.

Un piloto siempre será un piloto. Aunque lleve años retirado, apartado de la competición, un día se subirá a una moto de carreras y todo será como al principio. El pasado fin de semana Alex Barros, a sus 46 años, parecía contentarse con su rol como director de su propia escudería, con la que compite el argentino Diego Pierluigi, pero decidió volver a ponerse el mono en el circuito de Interlagos, con motivo de la última carrera del campeonato brasileño. El resultado es bien conocido: segundo a milésimas en la primera carrera, y vencedor en la segunda. Pierluigi, su pupilo, fue tercero.

El caso de Barros no es una anécdota, porque a lo largo de los años hemos asistido a frecuentes e inesperada reapariciones. Algunas a nivel local, como la de Barros, pero otras en el mismísimo Campeonato del Mundo. El año pasado Troy Bayliss, a punto de cumplir los 46 años, fue la opción elegida por Ducati como sustituto del lesionado Davide Giugliano. Mediáticamente fue un impacto importante, sobre todo teniendo en cuenta que el campeonato se encontraba ya en Australia (la lesión de Giugliano se produjo en los entrenamientos previos en Phillip Island), y Bayliss cuajó una buena impresión.

Troy Bayliss reapareció en el Mundial de SBK en 2015.

Algunos consideraban que era una excelente opción y que podría llegar a optar por posiciones destacadas, pero llevaba retirado desde 2008. Un éxito de Bayliss habría sido un fracaso del campeonato, pero finalmente se impuso la lógica. El australiano se lo tomó con muchas ganas y sufrió alguna caída. Salió de Australia con una 13ª posición en una carrera, pero repitió en la siguiente, Tailandia, donde fue 9º y 11º, respectivamente. Y se acabó. Semanas después confirmaba que no seguiría compitiendo.

Cuando vieron como iba Roberts sobre la Yamaha YZR 500 en Monza, en 1987, a algunos les temblaron las piernas…

Seguramente, uno de los casos de reaparición más sorprendentes y fugaces lo protagonizó Kenny Roberts. “King” Kenny colgó definitivamente el mono tras batir a Freddie Spencer en las 200 Millas de Daytona de 1984, a lomos de una Yamaha OW70 subida a 680 c.c., mientras que Spencer estrenaba la Honda NSR 500. Después, Roberts se dedicó a gestionar su propio equipo en 250 con Wayne Rainey y Alan Carter.

Pero en 1986 Roberts montó su equipo de 500, con Randy Mamola y Mike Baldwin, e inesperadamente salió a pista en Misano para probar neumáticos. Aquellos días las cosas eran bastante informales y relajadas, y a alguien en Cagiva no se le ocurrió otra cosa que proponer a Roberts que se diera unas vueltas en la moto de Joan Garriga. Y aceptó. Para muchos fue un “shock” ver de nuevo a Roberts en pista. La cosa no fue a más. Pero al año siguiente, en Monza, se repitió la jugada. De nuevo a lomos de una de las YZR 500 de su escudería, Roberts se dedicó a probar neumáticos en la jornada previa de entrenamientos libres, dejando impresionados a todos. Pero fue eso y nada más: Roberts nunca se planteó volver a competir.

Mientras que Roberts tuvo estas esporádicas apariciones, el caso más famoso del piloto Guadiana, que aparece y desaparece, lo protagonizó nada menos que Freddie Spencer. Agotado física y mentalmente tras la extraordinaria temporada 1985, Spencer se apagó en 1986 debido a problemas físicos, saliendo del campeonato por la puerta de atrás. Intentó regresar en 1987, pero varias lesiones apenas le permitieron rodar, y volvió a desaparecer de escena. En 1989 reapareció de la mano de Giacomo Agostini y Yamaha, pero ya no era el mismo. Lo que mejor que consiguió fue una quinta plaza en Jerez… y volvió a darse a la fuga tras el Gran Premio de Francia.

Freddie Spencer en el Gran Premio de Holanda de 1989.

Spencer parecía ya perdido para el motociclismo, pero en 1990 volvió a correr en el campeonato norteamericano. Allí se mantuvo, con mayor o menor éxito, hasta que en 1993 aceptó la oferta de Yamaha Sonauto para correr en el Mundial de 500. Su estreno no pudo ser peor: un fallo mecánico le lleva al suelo en la primera carrera, sufriendo una grave caída. Estuvo convaleciente semanas, y aunque hizo algunas carreras ya no era ni sombra de lo que fue, y para colmo volvió a lesionarse en Laguna Seca, la penúltima cita. Ya no volvió al Mundial, pero en 1995 corrió de nuevo en el campeonato AMA.

Mike Hailwood regresó al Tourist Trophy once años después de su última carrera, y ganó la prueba de F-1

Mike Hailwood es otro caso histórico. Cuando Honda decidió dejar las carreras en 1968, pagó un jugoso contrato a Hailwood para que dejara de correr en el Mundial. Le cedió material oficial para que compitiera en pruebas internacionales a lo largo de 1968, hasta que se rompió la clavícula en una subida en cuesta en Suiza. Pero ese año aún tuvo tiempo de correr en Riccione (Italia), con una Benelli 350, donde fue tercero, tras Giacomo Agostini y Renzo Pasolini. Repitió en Riccione al año siguiente con una Benelli 500, y donde fue segundo tras Agostini y su MV Agusta. Pero por más que lo intentaron, no le convencieron de que volviera al Mundial.

Después hizo otras esporádicas apariciones: corrió en la Carrera del Año en Mallory Park con una Seeley 500, una carrera en Silverstone con una Yamaha TR3 de 350, e hizo un par de salidas en Daytona con una BSA, liderando la carrera en 1971 hasta que una avería le obligó a retirarse. En aquellos días estaba entregado a su carrera automovilística. Finalmente, un accidente en 1974 le jubiló definitivamente. Se fue a vivir a Nueva Zelanda, pero en 1978 le persuadieron para que, a sus 38 años, volviera a correr en el Tourist Trophy, once años después de su última carrera.

Hailwood regresó con un programa muy ambicioso, compitiendo en varias categorías. Y consiguió triunfar, imponiéndose en la carrera de F-1 a Phil Read, como en los viejos tiempos. Al año siguiente lo volvió a intentar y, de nuevo, salió victorioso, ganando el Senior TT, su 14º triunfo en la Isla de Man. Después de aquel triunfo se rompió la clavícula en una carrera de exhibición, y decidió dejar atrás la competición.

Hay muchos más casos de idas y venidas: Sete Gibernau regresó temporalmente al Mundial en 2009, tras tres años oficialmente retirado, pero no llegó a completar la temporada. También volvió a las carreras Sebas Porto, que se había retirado prematuramente en 2006, participando en el CEV en 2014 y como piloto invitado en el Gran Premio de Argentina, pero lo dejó de nuevo antes de terminar la temporada. Otras reapariciones ilustres han llegado de la mano de Jeremy McWilliams en 2014 en Moto2, con 50 años cumplidos y a mandos de una experimental Brough Superior. E incluso Kevin Schwantz volvió a correr… ¡18 años después de su retirada! Fue en las Ocho Horas de Suzuka de 2013, con 49 años, y fue tercero. No cabe duda que la carrera de Suzuka ya no es lo que fue pero, quien tuvo, retuvo…

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