Desde 1903, Husqvarna ha ido forjando su historia en la producción de motocicletas. Mucho antes de ese paso, la compañía sueca ha tenido una actividad sin descanso con la fabricación de otros muchos objetos. En el mundo de las dos ruedas, desde la ciudad de Huskvarna (con K) no se ha dejado de producir motos desde esa fecha, a excepción de los últimos años en los que tras la compra por parte de KTM, el montaje se ha llevado a la central de la firma austriaca en Mattighofen.
Más de tres siglos de historia
Husqvarna nació en 1689 nada menos, una época complicada por los numerosos conflictos bélicos que se lidiaban por toda Europa. Precisamente la fabricación de armamento fue la primera actividad de la fábrica instalada en la ciudad sueca. Fusiles para los soldados suecos que más tarde fueron distribuyéndose por otros territorios. Una actividad, la de fabricación de armas, que se extendió hasta hace bien poco, el año 1989, aunque ya con otros perfil, con más clientela dedicada a la caza.
Lo que en esos primeros años fue una actividad sin descanso, poco a poco y por suerte, fue decayendo a medida que las guerras fueron cesando. Con esa visión de futuro, en Husqvarna comenzaron a pensar en nuevas producciones, como la ropa para el ejército (ya no hacían falta tantos fusiles, pero sí seguir vistiendo a las tropas). Así que la mejor idea fue comenzar a producir máquinas de coser, un negocio que fue creciendo y que se prolonga hasta ahora, aunque no directamente conla fábrica sueca sino a través de licencias.
Encontrar un producto que no se haya fabricado por Husqvarna es difícil de encontrar. Cualquier cosa que hiciera falta, desde la cada vez más extensa “ciudad industrial” de Huskvarna se llegaba a producir: todo tipo de piezas de acero, cocinas de leña que más tarde fueron evolucionando hacia todo tipo de accesorios domésticos, aspiradoras, motores para fuera borda, trineos a motor, trikes, motosierras…
… y llegaron las motos
En 1896 las bicicletas entran en el catálogo de productos de la marca, lo que es un primer paso hacia la fabricación de ciclomotores, una pieza ya indispensable para la movilidad de la población sueca. En 1962 se dejan de producir este tipo de vehículos, pero para entonces Husqvarna ya se había hecho un hueco en el mundo de la moto, especialmente de carretera. 1903 es el año clave y más de un siglo después la H es todo un símbolo en el off-road.
En el museo Husqvarna podemos encontrar un centenar de motos que de una u otra manera han sido parte de ese éxito continuo desde principios del siglo XX. Las primeras máquinas de carretera con las que los primeros pilotos “oficiales” de la marca comenzaron a forjar esa historia deportiva de la marca. Gran parte del espacio dedicado a la moto lo ocupan diferentes modelos off-road, especialmente de motocross, que han marcado una época en Husqvarna. Pero también de otras especialidades como la 258 dos tiempos con la que participaron en el París-Dakar de 1982, 34 años antes de la vuelta de la marca a la carrera más dura del año.
El flat track, tan de moda ahora en España, también fue objeto de atención con una preparación realizada en Estados Unidos sobre un motor de 360 cc en el año 1975. Otro antecedente del desembarco de la firma sueca al otro lado del charco. Otra de las curiosidades encerradas entre las paredes del museo es el quad que nunca llegó a salir a la venta. Un vehículo con una terminación de muy alta calidad, con un motor de 950 cc que se comenzó a desarrollar en 2006 pero que se dejó de lado en 2009 con la llegada de la crisis económica.
Volviendo al motocross, las motos de los años 70-80 forman el grueso de los éxitos deportivos de la marca. Blancas o rojas, las “Huskies” allí expuestas son auténticas joyas. Entre ellas, la 250 con la que Hakan “Carla” Carlqvist conquistó el título mundial del cuarto de litro en el año 1979. Incluso los sides tienen un hueco en este museo con una de las máquinas con la que compitieron entre los años 1971 y 1973, con motor bicilíndrico de 500 cc.