“Yo se lo contaba a mi buen amigo mío, Joan Groizard (director General de IDAE), ahora una bicicleta eléctrica –cosa que me resulta difícil de entender- cuesta lo mismo que una motocicleta eléctrica. Si no ayudamos desde el punto de vista del Gobierno a que la opción de compra sea la bicicleta, lo que nos vamos a encontrar -que efectivamente no tienen ese efecto tan positivo en la movilidad ciclista- son motos eléctricas de baja calidad en las calles de nuestra ciudad”.
Esta declaración que puedes escuchar en este enlace y que pronunció Álvaro Fernández, SG de Movilidad Sostenible, del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, durante la Presentación del Informe del Sector de la Bicicleta 2024 el viernes 14 de junio, son la muestra más evidente de que al frente de uno de los ministerios más importantes de nuestro país las prioridades no están claras.
No es fácil entender un ataque tan gratuito por parte de un cargo público a un sector tan importante para la economía española como el de la moto, y a una solución tan importante para reducir la contaminación en las ciudades como es la moto eléctrica. Tampoco es fácil entender el acoso y derribo que el sector recibe una y otra vez por parte de las instituciones, no solamente dejando fuera de planes a las motos, sino despreciándolas públicamente.
Quizás esta sea la gota que haya colmado el vaso ante un ministerio, el de Transportes y Movilidad Sostenible, que en lugar de pasar desapercibido como debiera y hacer un buen trabajo en silencio, siempre está en la las primeras planas.
Nuestra red de carreteras necesita mejoras obvias en mantenimiento, los transportes públicos están colapsados, con problemas diarios, las carreteras están saturas y las ciudades llenas de polución, pero la mejor opción que tienen los políticos es cargar contra las motos eléctricas económicas diciendo que son de baja calidad.
Las motos eléctricas más asequibles no son de mala calidad y en pleno ataque del Gobierno de España a los bulos que desinforman, fomentarlo ellos mismos es algo que deberían evitar
Y este matiz es el más importante, porque Fernández (que por el momento no ha rectificado) habla de que una bicicleta es cara y que por eso la gente elige motos baratas.
Pues bien, las motos baratas que se encuentran en el mercado pasan una serie de controles y homologaciones que no pasan las bicicletas, tienen seguros, que no tienen las bicicletas, tienen una capacidad de carga que no tienen las bicicletas y unos sistemas de seguridad que tampoco tienen las bicicletas. Además, su rango de actuación es mucho mayor y, al igual que las bicicletas, no emiten esos gases que están sobrevolando las ciudades.
Además, otro punto muy importante es el de “ayudar al consumidor” a comprar bicicletas. Este punto es todavía más sobrecogedor, pues el sector de la moto genera otras inversiones económicas añadidas (mantenimiento, equipamiento, seguros, licencias o permisos de conducción, impuestos de circulación…) que la bicicleta no. Así pues, si nos quedamos solamente en el plano económico, también es mucho mejor que las calles estén llenas de motos eléctricas frente a bicicletas.
Y todo esto por no hablar del punto más importante, el de que los ciudadanos opten libremente por el medio de transporte que más les convenga en función de sus necesidades. Y es que una bicicleta eléctrica puede ser una buena solución para un trayecto corto, pero en las grandes ciudades o para aquellos que se acercan desde la periferia son implanteables.
En resumen una falta de rigor, de sentido común y una muestra de desconocimiento en el mejor de los casos que la moto eléctrica económica no se merece. Y es que las empresas españolas están trabajando duro para ofrecer las mejores opciones posibles y a unos precios competitivos.
Quizás, lo que el señor Fernández y, de paso el ministro Puente, deberían plantearse si quieren incentivar el uso de la bicicleta eléctrica es el motivo que hay detrás de unos precios tan abultados. Porque reconozcamos que la burbuja en las bicicletas es digno de estudio. Otro ex ministro que siempre estaba en todas las salsas ya lo dijo “es el mercado, amigo”.