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¿Cómo confiscar una moto? Así no…

Fotos: Youtube
Una moto de motocross confiscada en pleno Harlem, un policía no muy hábil y una situación que se va de las manos (por suerte sin mayores consecuencias) nos recuerdan que esta no es la manera correcta de confiscar una moto...

Aunque tenemos la Semana Santa encima, seguramente serán muy pocos los que puedan viajar a Nueva York y visitar Harlem, así que os regalamos este viaje virtual a una de sus avenidas. Eso sí, no será una visita larga aunque servirá como “aviso a navegantes”.

Hasta donde hemos podido saber la moto “apareció” en la esquina Lenox con 135th St. del domingo 7 de abril en torno a las seis menos veinte de la tarde. Antes de eso, un grupo de insensatos había estado con sus motos de cross por las calles de ciudad a modo jauría hasta que apareció la policía y salieron huyendo dejando una de las motos, presumiblemente robada, en la calle.

La Policía de Nueva York, que había acudido a parar el altercado se encontró con la moto y siguiendo las directrices actuales, decidieron llevar la moto al depósito en marcha, algo permitido si no hay remolque. Ha trascendido el nombre incluso del oficial protagonista Brian Hinton. Así que el bueno de Brian, al que no se le ven buenas maneras desde el principio, arranca la moto sin tener en cuenta de que está subido en una auténtica bestia de 2 tiempos dispuesta a sacar su rabia a la más mínima.

El caso es que la situación va desmadrándose décima de segundo a décima de segundo y después de un primer caballito, una aceleración defectuosa, un intento de sortear un coche (porque el semáforo estaba en rojo), acaba con un segundo caballito, una derrapada de la rueda trasera y una caída de las que da miedo. Hinton cae con violencia contra el suelo en camisa, pantalones y sin ninguna clase de protección. Por suerte y aunque parece que golpea la cabeza contra el suelo, las informaciones únicamente hablan de una lesión en el hombro.

Este vídeo muestra varias cosas:

La primera; que las motos de cross son mucho más difíciles de pilotar de lo que puede parecer.

La segunda; que la placa y la pistola no te convierten en Ricky Carmichael.

La tercera; que siempre hay alguien con una cámara para captar el momento más ridículo de tu vida.

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