La concentración invernal vallisoletana abría sus puertas con la amenaza de sufrir las inclemencias del tiempo en su día clave, previsiones que luego se confirmaron, pero que no hicieron que más de 28.000 moteros se inscribiesen en los terrenos de la Antigua Hípica Militar, centro neurálgico de la concentración.
Tras un jueves calentando motores, comenzaba el primer día grande de Pingüinos. Amaneció con niebla, pero el tiempo terminó respetando la ruta a Mojados y las exhibiciones freestyle que allí se realizaron. Llegaba el momento de la famosa Nochevieja pingüinera, donde miles de aficionados al motor tomaron los 12 piñones al compás de unas campanadas que abren el año motero. Rock&Roll Circus, Los Pichas o Trogloditas ponían la chispa para pasar la noche entre hogueras y amigos, rememorando batallas pasadas y disfrutando de una noche que daría paso al gran día de la concentración.
Las previsiones se cumplieron y lo que empezó siendo nieve se convirtió en una lluvia que acompañaría durante toda la mañana del sábado. Esta lluvia no hizo sino reafirmar el sentimiento de pertenencia que procesa la ciudad a esta concentración, ya que miles de personas esperaban la entrada de la caravana aplaudiendo a los moteros. Sin duda uno de los momentos más espectaculares de Pingüinos y que todos los años suma tanto espectadores, como motoristas.
Narcis Roca y Humberto Ribeiro pusieron la guinda a este desfile con sus acrobacias Stunt. Ambos se encargaron de realizar un show que, bajo la lluvia, se convirtió en una demostración de talento, finura y ganas de gustar. Caballitos imposibles, acrobacias sin una rueda, trompos con un coche… Narcis demostró un año más que está en otro planeta y deleitó con movimientos que ninguno (y nos incluimos) pensamos que se podrían realizar con una acera de Recoletos anegada de agua. Por lo que concierne a su compañero, Humberto estuvo incluso mejor que en la pasada edición, haciendo disfrutar con su 49 cc, Harley y demás motos. El portugués se ha ganado el cariño de la afición y sumó puntos para ser un fijo en próximas ediciones.
Caía la noche sobre Valladolid (ya sin lluvia) y se acercaba el turno del desfile de antorchas, dándose lugar en estos momentos previos a un emotivo homenaje hacia la figura del desaparecido Ángel Nieto y que nos regaló algunas de las imágenes más emotivas del fin de semana, con cientos de moteros con sus cascos en alto durante el minuto de silencio que se cumplió en la Plaza Mayor acompañado de una corneta. Con la piel de gallina aún, se dio inicio al desfile. Si bien es cierto que el año pasado fue el único punto a mejorar, este año se ha caído en el mismo error. No hubo selección ni filtro, por lo que entró todo el que quiso. El desfile, que estaba pensado como homenaje a los motoristas fallecidos, se convirtió (al igual que el año anterior) en un nuevo desfile de banderas pero sin luz, con más motos sin antorcha que con ella, multitud de pilotos haciendo cortes de encendido, haciendo sonar los cláxones de sus monturas… Muy lejos quedan esos desfiles en silencio que se celebraban en Puente Duero y que ponían los pelos de punta.
Diferentes conciertos pusieron música antes de la quema de la falla, una falla especial que rendía homenaje a Ángel Nieto y que Gelete se encargó de prender. De nuevo, la corneta acompañaba este momento que sin duda, quedará en el recuerdo de muchos de los aficionados. Quedaba mucha noche La Frontera fue el grupo encargado de cerrar los conciertos, llenando de música una plaza pingüinos que veía como el tiempo dio un respiro para poder cerrar de la mejor forma posible la última noche de la concentración.
Los Pingüinos de Oro y el sorteo de premios serían los encargados de cerrar esta edición el domingo. Ángel Nieto, la familia Nieto, Ana Carrasco, Joan Mir y el Circuito de Ricardo Tormo de Cheste, han sido los nombres que se han sumado este año a una lista de ilustres que ya cuentan con esta condecoración.
Pingüinos 2018 ha hecho honor a su nombre. Frío, lluvia, viento, pero sobre todo, mucha afición y, según cifras oficiales, 28.141 inscritos, cierran una edición que ha demostrado que Pingüinos está más vivo que nunca. Un emplazamiento cómodo, infraestructuras que mejoran año a año y un sentimiento, el mismo que lleva lustros moviendo motos y corazones para que cada segunda semana de enero, Valladolid huela a gasolina y rueda quemada. ¡Nos vemos en 2019!
