En todo este tiempo, Javier Pacheco, fundador y propietario de este taller tan particular ha transformado varias decenas de motos para otros tantos clientes. Y es que la filosofía de Tarmac no es hacer motos de cara a la galería y a los concursos, que tienen que ser siempre ostentosas y casi bizarras, sino personalizarlas con una idea muy clara en la mente: que guarden una armonía, pureza de líneas y que como el propio Javier nos dice “menos es más”.
Esa sencillez es una de sus señas de identidad para siempre terminar con un resultado tal que perfectamente la moto podría pasar por una moto de serie y cuyo diseñador, treinta años atrás, la habría imaginado tal y como la podemos ver ahora. Esto queda plasmado en una de las motos que más nos ha impactado de todas las creaciones que lleva, y ha sido una Honda GL1100 Goldwing apodada Bandog.
Partiendo de una moto inmensa y llena de “cosas” por todos lados, la han dejado limpia, baja y con otro aire completamente diferente que enamora desde el primer momento. No es una moto sencilla de personalizar pero como podréis ver en las fotos, el resultado es fantástico.
Su fuerte se encuentra en la personalización sobre todo de motos japonesas de los 80 e italianas, sin hacer ascos a las británicas. Es más, entre sus proyectos personales está el hacerse con una clásica inglesa de los años 30 o 40 en los que el monocilíndrico lo es todo y convertirla en una bobber. Y no una bobber cualquiera sino hardtail y con suspensión delantera de paralelogramos. Podría salir una verdadera moto de exposición, aunque no fuese del gusto de Javier que seguro que preferiría usarla casi diariamente.
Entre sus trabajos nos gustaría destacar otro del que demás él se muestra muy orgulloso por ser algo que normalmente no se hace. Es más, un curioso amante de las Harley-Davidson que la vio en su día le espetó un “es que eso no se puede hacer con una Softail”. ¡Y vaya que si no se puede!
Normalmente las preparaciones similares se hacen a partir de una Harley-Davidson Sportster, pero en este caso Javier escogió el camino difícil con una Softail a la que le añadió un escape corrido de dos plazas, escapes tipo scrambler, mandos avanzados, llantas de 16” con neumáticos Avon de gran balón… Y sólo hay que ver que fue todo un acierto.
Nos confesaba que es un apasionado de los restomod aunque por desgracia la mayoría de sus clientes buscan una personalización más o menos completa y no dejar la moto original con mejoras en motor y parte de ciclo. La Honda CB750 con un tren delantero completo de GSXR que podéis ver en fotos da buena fe de ello.
En la medida de lo posible intenta llevar los encargos a su terreno porque aunque el cliente tiene que quedar satisfecho porque es el que paga, también la puerta de su garaje debe atravesar algo que haya salido de sus manos y le agrade.
Preguntando a Javier por sus metas nos decía que quiere empezar a comercializar sus propias piezas personalizadas en forma de kit. Mucha gente que está haciendo su moto en el propio garaje se encuentra a veces con que no puede encontrar o no sabe cómo hacer un asiento, guardabarros, pletina o similar.
Porque si llo que de verdad le gusta a hacer es trabajar el metal: guardabarros, tapas laterales, subchasis, asientos…. aquí es donde verdad Tarmac destaca y en donde de verdad se nota el trabajo hecho a mano, más allá de como hacen en otros sitios de montar piezas en forma de kit de Ikea. Reciclaje de piezas y solucionar problemas es lo que llena a este gallego que sorprende en cada moto nueva que saca de su taller y que podéis admirar en su blog.