La histórica firma italiana Malaguti, nacida en 1930, resurge con más fuerza que nunca gracias a su integración en el macrogrupo austriaco KSR, propietaria de la marca boloñesa desde 2017. Especialistas en la distribución de motos desde hace 20 años, KSR también es dueña de su propia marca, Brixton y Lambretta, coordinando las operaciones desde sus cuarteles generales de Krems an der Donau (a España llegaron el año pasado, con oficinas en Barcelona).
El catálogo 2020 se compone de 11 opciones distribuidas en seis segmentos (supersport, naked, supermotard, trail, enduro ligero y scooter) diferentes, sumando todos los modelos y versiones. De todas ellas, nuestro protagonista continúa el legado dejado por las desaparecidas Gilera Nexus 250 y Aprilia SR Max 300 de la última década, evolucionando convenientemente este concepto para adaptarse a los requerimientos del siglo XXI. En el punto de mira, rivales como el Yamaha XMAX 300 o el Honda Forza 300.
Así, el Malaguti Madison 300 está impulsado por un motor monocilíndrico de 4 válvulas y 278 cc refrigerado por agua fabricado por Zongshen-Piaggio, fiable y robusto, con unas cifras declaradas de 21,5 CV a 7.250 rpm y un consumo de 3,6 l./100 km.
Su excelente equipamiento de serie no tiene parangón en su segmento y destaca por su instrumentación con pantalla TFT a color y conectividad Bluetooth con nuestro Smartphone, doble modo de conducción (Sport y Eco), control de tracción (desconectable), ABS, iluminación full-LED, sensor de baja presión de neumáticos, parabrisas regulable en altura (manual, 3 posiciones), hueco bajo-asiento con capacidad para un casco integral más otro jet, deflectores de aire frontales, doble toma de corriente USB (guantera izda. y asiento), estriberas de pasajero retráctiles y rejillas de salida de aire caliente en el túnel. Chasis de acero con viga central, horquilla telescópica, doble amortiguador con botella de gas separada, llanta delantera de 15 pulgadas (trasera de 14”), pinza de freno delantera radial, neumáticos CST y caballete central completan el conjunto.

En marcha
El asiento de la Malaguti Madison 300 está a 83.5 cm del suelo, una cifra algo elevada si mides menos de 1.70 cm. Salvando su voluminoso túnel central (aloja un depósito de gasolina muy capaz con el que la autonomía está más que garantizada, además de lucir unas tomas de ventilación para canalizar el aire caliente del radiador hacia tus piernas, algo de agradecer en invierno) adoptas una postura de control fantástica, con todos los mandos a manos y buen apoyo en las plataformas. La pantalla TFT es una pasada, como una tablet grande, y cuenta con toda la información necesaria que podamos requerir, incluyendo amperaje de batería.
La estrechez del conjunto, unido a un radio de giro amplio y al modo de conducción Eco (la entrega de potencia es más dulce y la intervención del control de tracción es más notoria) convierten al Madison en un buen aliado para lidiar entre el tráfico urbano. Las maniobras son directas, da confianza y vas en un raíl.

En carretera abierta o tramos extra-urbanos el Madison 300 se encuentra en su salsa, beneficiándose del parabrisas regulable y los deflectores de plástico frontales delante de las manos, que te protegen del viento haciéndote más agradable el trayecto. Además, el modo de conducción Sport muestra a este scooter tal y como es, más directo y enérgico que circulando en Eco. El control de tracción tarda más en entrar, mientras que la respuesta del motor es muy buena, lineal, sin baches y con un tacto muy agradable. En zonas reviradas el excelente chasis saca a relucir todo su potencial, una estabilidad monolítica no exenta de buena agilidad.
Dinámicamente el Madison 300 es un scooter muy estudiado, su comportamiento es intachable y está apoyado en un motor fiable y más que probado que casa a la perfección con el dinamismo del conjunto. Yendo al detalle, se agradecería que la guantera tuviera cerradura, que el asiento se sujetara solo una vez abierto y que el tapón de gasolina tuviera bisagra unificada con la boca de llenado.
