[the_ad_placement id="adsense-mega-2-mobile"]

La Isla de Man y la mitología del motociclismo

Fotos: SMN
Publicidad
La cultura ancestral que envuelve a la Isla de Man y a su carrera va más allá de la historia y el conocimiento, más allá de la pasión que lleva a cada aficionado a acudir año tras año al TT, e incluso de la que impulsa a los pilotos a jugarse la vida en el circuito más peligroso, donde el Tourist Trophy vive su lado más mitológico.

El vigilante

La escultura de Steve Hislop, situada en un privilegiado promontorio sobre la suave belleza que baña la bahía de Douglas, se antoja como un centinela ilustre que saluda con complacencia la llegada al puerto, en el otro extremo, de todos los visitantes y de todos los quemados que cada mes de junio acuden a la llamada del TT. Vestido en bronce de piloto, sin casco y puesto en pie con los brazos cruzados, Steve transmite la actitud satisfecha y contemplativa de quien venció 11 veces en la carrera más rápida, más antigua y peligrosa del mundo, y de quien continúa siendo venerado años después de su triste y repentina desaparición en un accidente de helicóptero.

1201121620.jpg

Los duendes

Tal vez sean los duendes las criaturas de la fantasía más populares en cuanto a la parte mitológica del Tourist Trophy se refiere. Pero lo son sobre todo para el visitante a la Isla de Man en general, y en cualquier época del año, también al margen de las carreras y de las motos. Un saludo que debe enviarse en un punto sur de la Isla, cerca del aeropuerto y aún alejado del recorrido en el que se hacen las carreras desde más de cien años atrás.

Pero el circuito del TT da cobijo a otros duendes menos conocidos y algo olvidados en los últimos tiempos, que sin embargo marcaban una influencia determinante en los pilotos más supersticiosos del pasado. Son los duendes que al parecer viven, o vivían, bajo el puente de Ballaugh, en el salto más carismático y ancestral de todos los que se ven a lo largo de la carrera, ya que existe desde sus principios. Dice la leyenda que mientras que la moto vuela sobre el asfalto acotado por las famosas barandillas, el piloto debe de saludar a los duendes, con el diafragma comprimido por el vértigo y preparado para el aterrizaje. Según la leyenda, ese saludo le traerá suerte para su participación en la carrera.

manx_fairy_bridge_pre.jpg

El ganador

El circuito describe una ese para que en su intersección con el tranvía que sube al Snaefell (el monte más alto de la Isla) forme uno de sus pasos emblemáticos, el de Bungalow. Allí los manx, gentilicio de la isla, erigieron una estatua a la memoria del piloto ganador por excelencia en el Tourist Trophy. Subido a la última moto con la que ganó una carrera del TT (Honda VTR1000 SP-02), Joey Dunlop reposa en una actitud contemplativa, con una actitud muy parecida a la que mantenía sobre la moto minutos antes de la salida. Mira la larga subida que tiene enfrente, tras la segunda variante de la ese, y allí observa y valora a cada piloto, mientras escucha cómo su motor rabia al máximo, pasando, desde la segunda por todas la marchas del cambio.

El paso sobre los raíles del tranvía, cruzando la carretera justo por el cambio de dirección que hacen los pilotos, cuando se tiran a bocajarro en la rampa de la segunda variante de Bungalow, forman otro punto legendario en el que se rinde homenaje a la memoria de un gran campeón.

Statue-tt-races-snaefell.jpg

La estrella

Siguiendo el sentido de la carrera, encontramos un poco más allá, un rincón de extraña explicación, marcado por un rótulo en el que se puede leer: Haillwood´s Height. Este apartado de la Isla, situado en uno de sus puntos más altos, está dedicado a una de las dos estrellas del motociclismo más veneradas en el Reino Unido. No se trata de una escultura, ni siquiera es un monumento. El Haillwood´s Height tiene fijado un banco a un pedestal de hormigón. Sí, es un banco de madera, como el que podemos encontrar en cualquier parque de cualquier ciudad.

¿Y qué hace allí un banco, en un margen solitario del TT Course, a su paso por la montaña? Es una pregunta que sólo a un anglosajón, amante devoto de las carreras hasta más allá de la razón, se le puede ocurrir. Lo cierto es que los habitantes de la Isla, los quemados y los apasionados británicos que vibran cada año con el Tourist Trophy lo han colocado allí para que cada año se siente en ese banco el espíritu de Mike Hailwood y contemple las carreras del TT desde ese promontorio preferencial.

Si alguna vez el lector de estas líneas se deja caer por allí, que no comenta la irreverencia de sentarse en él, tal y como hizo, la primera vez y por pura ignorancia, este incauto que las firma.

5bb2556de91f5da9446024c24c964bc7.jpg

Lo último

Lo más leído