Brice Hennebert es el propietario y uno de los creativos más osados de este taller. Y, teniendo como objetivo conseguir plasmar la deportividad de los legendarios bólidos de carreras Grupo A de esos años, eligió una pintura muy especial. Tomó como colores de guerra los tonos tan inspiradores de los Martini Racing de esa época, más en concreto del Lancia Delta HF Integrale.
Según Hennebert: «Las principales influencias fueron el Lancia Delta HF, mezclado con algo de la Honda Bol d’Or 750 y de ADN de muscle bike”. La decisión inicial de Brice, cuando comenzó a trabajar a principios de febrero de 2021, fue mantener una posición de conducción erguida, similar a la de la Indian FTR original y mantener, todo lo que fuese posible, el chasis de serie de la motocicleta.

A primera vista uno de los elementos más singulares es su parte delantera. En ella destaca el frontal artesanal cuadrado, fabricado mediante impresión 3D, que cuenta con un solo faro firmado por el especialista PiAA y por detrás del mismo, equipa un enfriador de aceite Setrab.
El marcador conserva el de serie de la Indian FTR. Según el diseñador, encaja a la perfección con el espíritu rebelde de la preparación. La tecnología de impresión en 3D ha sido utilizada en más partes de la moto. Además de la placa frontal, las cachas laterales que visten el asiento y forman el colín, así como el piloto trasero (con bombillas LED), han sido fabricados mediantes esta misma técnica de fabricación.

Como guiño a las motos de carreras de los años Ochenta, la batería ha sido reubicada de su sitio original, a la zaga. Otro detalle de calidad es el tapizado del asiento, que ha sido enfundado en un suave y efectivo cuero negro.
En el apartado mecánico las modificaciones empiezan por la sustitución de la admisión de fábrica por una a medida, que aspira de dos filtros de aire DNA Performance. Ahora cuenta con dos depósitos de combustible de aluminio, uno en su emplazamiento original y el otro, encastrado debajo del asiento.
Pero, como salta a la vista las modificaciones no acaban aquí. Vinco Racing, con sede en Holanda, modificó varias partes del chasis. El resultado es una zaga completamente brutal, con un acortamiento de subchasis, colín y soporte de matrícula bastante radicales. Vinco Racing también se encargó de todo el mecanizado del proyecto. Fabricando a medida piezas del basculante, los soportes de freno, ambos depósitos, los soportes del enfriador de aceite delantero y alguna cosilla más.

En el tren delantero cuenta con unas horquillas de suspensión réplica de las Honda Bol d’Or. Equipando unas invertidas de 43 mm firmadas por Öhlins. Fabricante que también se encarga de la parte trasera, instalando dos amortiguadores acoplados a un basculante personalizado hecho de tubos de aluminio. Ahora es 40 mm más largo que el de una FTR de serie y cuenta con un deslizador de cadena, también impreso en 3D.
Por último, un par de escapes S&S Cycle Grand National, completan el impresionante sistema de doble salida. Los colectores fueron fabricados a base de cortes circulares de acero inoxidable, soldados de manera magistral para tomar la dirección demandada por el conjunto.
Dentro de poco tiempo Workhorse Speed Shop nos sorprenderá con otra preparación tan brutal como la que os presentamos hoy, de hecho, ya están en ello.
