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El fin de la hegemonía española

Fotos: Dunlop
Aunque todavía tenemos campeonato por delante, a la vista de los resultados conseguidos hasta el momento parece que el periodo de dominio del motociclismo español en el Mundial de MotoGP ha llegado al final de su ciclo.

Solo los resultados de MotoGP salvan la cara del motociclismo español. Tras cinco Grandes Premios disputados, no tenemos un solo líder en el campeonato, algo que no ocurría desde 2008. Aquel año terminamos en blanco, sin un solo título. En esta ocasión aún tenemos posibilidades en MotoGP, pero en las demás categorías las cosas se han puesto muy cuesta arriba. Pero tampoco hay que dramatizar: no se puede ganar siempre. Lo más probable es que, de no cambiar mucho la situación, asistamos a un cambio de ciclo en el motociclismo español.

Basta con comparar los resultados actuales con los del año pasado. Tras su paso por Le Mans, nuestros pilotos acumulan solo tres victorias (sobre 15 posibles) y 11 podios (de un total de 45). El año pasado estábamos a estas alturas con 8 victorias y 25 podios, y en la excepcional cosecha de 2013, 13 victorias y 32 podios.

A veces estos datos son coyunturales, circunstanciales, dependen de un momento concreto de la competición y no tienen por qué ser definitivos, pero es evidente que marcan una tendencia inequívoca. Como digo, quedan trece Grandes Premios por disputarse y la situación se puede invertir, como sudedió el año pasado en Moto3: tras Le Mans no se había ganado una sola carrera, aunque sumábamos ocho podios. Pero este año solo se han conseguido tres… Va a ser muy difícil enderezar semejante desfase. Y en Moto2 la situación no es mejor.

Kent y Zarco son dos líderes consistentes, y va a ser muy difícil bajarles de lo alto de la tabla. Y en MotoGP, Rossi no se ha bajado del podio todavía.

Hay un aforismo en esto de las carreras que es una de las piedras angulares de la competición: lo importante no es como empieza, sino como termina. El año pasado empezó de forma complicada en Moto3, con un Jack Miller imparable, casi tanto como Danny Kent, pero la diferencia está en el rendimiento de los nuestros. Solo Efrén Vázquez es constante, pero el error de estrategia de su equipo en la sesión clasificatoria le puede costar muy caro. Kent estuvo más afortunado en la lotería de la primera vuelta, y luego se mostró soberbio. Y Kent no es Miller.

El británico es un piloto con una experiencia mucha mayor de la que tenía Miller cuando comenzó a enlazar victorias el año pasado. Antes de ganar su primera carrera, Miller nunca había subido al podio, y está claro que no supo gestionar su nueva posición en el campeonato. Kent ganó sus primeras carreras en 2012, después descendió a los infiernos de Moto2 y regresó a la cabeza de Moto3 el año pasado. Y este año lo está bordando. En una situación tan comprometida como la del domingo estuvo soberbio. Va a ser muy difícil bajarlo de lo alto de la tabla. Es más: diría que el único que le puede bajar de ahí es él mismo, si comete errores.

Y en Moto2, la remontada de los nuestros se presenta también muy complicada. Tengo la sensación de que se menosprecia la calidad de Johann Zarco. Se repite una y otra vez la cantinela de sus “locuras”: emiten las imágenes de Misano 2011 hasta la saciedad, pero aquel piloto es historia. Se apela a su inconsistencia, su irregularidad… Los que hablan así creo que están viendo otro campeonato: Zarco es el piloto más fuerte y consilidado de la categoría en estos momentos. El problema con el cambio le robó la victoria en Losail, pero desde entonces no se ha bajado del podio.

Tenemos la mala costumbre, muy española, de menospreciar a los demás pilotos solo por el hecho de haber vivido en la cresta de la ola del motociclismo mundial en estos últimos años. Kent y Zarco han de servir como cura de humildad para nuestro egocentrismo, y debemos contemplarlos como un toque de atención. Seguimos pensando que tenemos la mejor cantera del mundo, pero poco a poco el número de pilotos españoles presentes en el FIM CEV se ha ido reduciendo significativamente, y las últimas incorporaciones no han conseguido cuajar. Los últimos pilotos españoles procedentes del CEV que han peleado regularmente por la victoria o el podio han sido Alex Rins y Alex Márquez, que llegaron al Mundial en 2012.

Nuestras últimas incorporaciones desde el CEV no han cuajado. Los últimos que llegaron y pelearon enseguida por el podio y la victoria fueron Rins y Márquez.

Además, el nivel del FIM CEV ha bajado significativamente con respecto a anteriores ediciones. Con Fabio Quartararo como referencia, el rendimiento fue bastante alto, pero sin él y sin ninguno de los ganadores en las anteriores tres temporadas (solo Arenas) no hay referencias a las que seguir. El resultado a la vista está: en Portimao se rodó muy lento, y en Le Mans los tiempos por vuelta fueron similares, pero el tiempo de carrera fue un segundo por vuelta más lento.

Siempre he creído que es un error imponer límites de edad o forzar a pilotos a cambiar de categoría. La experiencia de los veteranos ayuda a crecer a los más jóvenes, y es un incentivo. Emilio Alzamora y Carlos Checa despegaron en el Open Ducados peleándose con todo un cuatro veces campeón del mundo como “Aspar”, o con Dirk Raudies. Los pilotos del Mundial Junior tienen al menos unas estructuras que les aportan experiencia, ¿pero qué les queda a los que se tienen que quedar en casa? Y hay que decir que el nuevo Campeonato de España es dignísimo, pero ahora el salto hacia el Mundial se me antoja aún más complicado, habida cuenta de los reducidos recursos de la economía española. Cada vez cuesta más encontrar dinero para pagar el creciente coste de las carreras.

Solo MotoGP presenta cifras esperanzadoras para el motociclismo español. Aunque Valentino Rossi sigue en lo alto, consolidándose carrera a carrera, no olvidemos que no se ha bajado del podio en las cinco carreras disputadas, Jorge Lorenzo vuelve por sus fueros y se presenta como la alternativa, mientras que Marc Márquez lidia con unos inesperados problemas.

Han pasado cinco carreras y no tenemos líderes españoles en el Mundial. Hay que asumir el final de nuestro ciclo. No es ninguna tragedia.

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