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Conducción en moto: cómo esquivar en situaciones de emergencia

Fotos: JCD
Eres prudente y conduces con atención, responsabilidad, respeto e iniciativa. Aún así puede que aquella furgoneta invada tu carril en el peor momento, que un coche aparezca de la nada o que ese peatón suicida irrumpa en la calzada sin mirar... ¿freno o esquivo?

Cuando cualquiera de estos peligros surja en tu trayectoria debes estar preparado técnicamente para reaccionar, ya sea frenando o esquivando el obstáculo. En ese momento deberás tomar en fracciones de segundo una decisión crítica, consistente en escoger entre las dos opciones, lo cual no es precisamente fácil.

El problema es que muchos motoristas nunca eligen la de esquivar, sencillamente porque no saben hacerlo con la suficiente pericia. Hay que tener en cuenta que la maniobra evasiva de esquivar debe hacerse con la máxima rapidez y eficacia, si no carece de sentido, porque al menos la alternativa de frenar serviría para reducir las consecuencias del accidente, mientras que esquivar suele ser una opción tipo “todo o nada”, es decir, que si no sale bien el remedio puede llegar a ser incluso peor que la enfermedad. Para acabarlo de complicar el cambio de trayectoria en caso de emergencia no sólo tiene que ser inmediato sino que debe hacerse sin perder el control de la moto.

Y sin embargo hay muchas situaciones de riesgo en las que es preferible esquivar que frenar, sobre todo cuando el obstáculo que irrumpe en tu trayectoria es relativamente pequeño y puedes evitarlo aprovechando la escasa sección frontal de tu moto (una de las grandes ventajas de las motos respecto a los coches en seguridad activa).

El contramanillar

Demasiados motoristas aún creen que la moto se inclina y gira simplemente desplazando el cuerpo hacia uno de los lados, y que la moto gira en las curvas gracias a ello. Para demostrarles que se equivocan basta ver un piloto de carreras negociando una “chicane”: mientras moto y piloto están inclinados por ejemplo hacia la izquierda resulta que “milagrosamente” y en una fracción de segundo ese mismo conjunto moto-piloto se inclina y gira justo hacia la derecha. Resulta pues que no es precisamente la posición del cuerpo del piloto la que determina la inclinación y giro de la moto, sino que el responsable es otro fenómeno, algo muy directamente relacionado con las leyes de la Física (el efecto giroscópico de las ruedas, más concretamente) que llamamos contramanillar.

Para ser rigurosos no es que el desplazamiento del cuerpo del piloto sea incapaz de provocar un cambio de trayectoria, lo que ocurre es que su efecto resulta tan lento y poco eficaz que no sirve para esquivar un obstáculo en caso de emergencia. El contramanillar es precisamente la solución a ese problema.

La técnica del contramanillar consiste en girar (2) ligeramente el manillar en sentido contrario al de la dirección de la curva. En realidad consiste en empujar (1) con la palma de la mano hacia adelante rápida y brevemente el semimanillar correspondiente a la dirección hacia la que queremos desviar la moto (hacia la izquierda en la foto), lo cual equivale a girar el manillar un poquito en sentido contrario. El resultado es sorprendente y espectacular: la moto se inclina (3) instantáneamente hacia el lado deseado y, lo más importante, gira (4) casi de inmediato en la misma dirección.

esquivar_situaciones_emergencia_moto_02.jpg

Es importante destacar que la moto sólo varia su inclinación mientras giramos el manillar.

Este pequeño esfuerzo de giro deberá hacerse sólo durante un breve instante, hasta que la moto desvíe suficientemente su trayectoria. Cuando dejemos de hacer fuerza sobre el manillar la moto permanecerá inclinada en equilibrio, sin modificar apreciablemente su ángulo de inclinación hasta que volvamos a actuar sobre el manillar.

Recomiendo a los motoristas que no conocen aún la técnica del contramanillar que la empiecen a practicar lejos del tráfico, preferiblemente en una zona abierta fuera del alcance de otros vehículos y sin demasiados obstáculos. La razón es que esta técnica es tan eficiente que mientras no sepan controlarla con precisión podrían inclinar y girar demasiado bruscamente, con el consiguiente peligro.

Recuerdo la primera vez que leí algo sobre esta técnica en una revista de motos, hace muchos años. Pensé que era una tontería, pero aún así me animé a probarla un día, por si acaso. Me quedé impresionado por su tremenda eficacia. ¡Parecía cosa de magia que en un instante pudiera inclinar y hacer girar sin esfuerzo aquella pesada moto de 200 kg; ¡incluso un niño podría hacerlo! Enseguida me di cuenta del enorme potencial de una técnica capaz de dirigir mi moto exactamente hacia donde quería, en apenas una fracción de segundo. Desde aquel momento supe que me había convertido en un motorista más seguro.

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