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Clase magistral de Valentino

Anoche tuvimos la oportunidad de asistir a un momento histórico. Fuimos testigos de la primera pugna directa, en toda su plenitud, entre los dos mayores talentos del motociclismo contemporáneo, Valentino Rossi y Marc Márquez. Y el maestro impartió una clase magistral.

En mis columnas siempre intento analizar detalles de todas las categorías y campeonatos, por aquello de que MotoGP en sí mismo ya recibe suficiente atención por parte de todos los medios de comunicación. Pero en esta ocasión quiero centrarme única y exclusivamente en MotoGP. Porque la de Argentina fue una de esas carreras para la historia, uno de esos raros acontecimientos que de cuando en cuando surgen en el campeonato, y enseguida percibes que marcará un antes y un después.

Cualquier contacto entre dos pilotos con un desenlace como el de ayer genera controversia, pero aquí no ha habido conflicto. Si tuviéramos que definir con un sencillo titular el sentir de muchos tras el incidente, bastaría con decir: “Le dio de su propia medicina”. Sin acritud. Todo el mundo parece haber asimilado con esa simplicidad lo sucedido, sin hacer tragedias ni dramas, como sucediera en el pasado con otros casos. Ya lo vimos entre el propio Rossi y Sete Gibernau, entre Valentino y Casey Stoner, o entre Márquez y Jorge Lorenzo. Aquellos “encuentros” dieron pie a duras polémicas, y en muchos casos marcaron el final de algún idílico romance.

Es cierto. Rossi le dio a Márquez de su propia medicina. Casi habíamos llegado a pensar que Márquez era poco menos que invulnerable, y puede que hasta él mismo estuviera convencido de que así era. Pero la verdad es que este Aquiles contemporáneo, este héroe en la moderna guerra de Troya en la que se ha convertido MotoGP, también tenía un punto débil. En el cuerpo a cuerpo siempre salía favorecido, y esa confianza fue su mayor error.

Ayer fue uno de esos días en los que había que volver con 20 puntos a casa, pero Márquez no se dio por satisfecho.

Bastaba con leer el desarrollo de la carrera para darse cuenta de que Márquez poco podía hacer para frenar a Rossi, que llegaba lanzado, con una estrategia impecable y con un planteamiento como en el mejor de sus días. Rossi era claramente más rápido, y Márquez, en vez de asumir que ayer había que darse por satisfecho con 20 puntos, quiso ser ambicioso y se equivocó. Buscó el cuerpo a cuerpo, ese pilotaje intimidatorio que tan buen resultado le ha dado en otras ocasiones, pero se equivocó. Ciertamente, era su único recurso ante Rossi, la única forma de cortar el ritmo de Valentino y tener una oportunidad, e intentó explotarlo.

Ayer asistimos a una clase magistral del piloto más grande del motociclismo contemporáneo (y quizás el mayor de todos los tiempos), con Márquez sentado en el primer banco, recibiendo la lección más importante de su carrera deportiva. Marc lo encajó con deportividad y buena cara, al menos de puertas para afuera. Hasta ahora, en las numerosas situaciones de este tipo en las que ha estado involucrado, siempre ha estado en el lado ganador, pero hoy sabe cómo se sienten los demás.

Lo de Valentino Rossi fue una clase magristal, a la que Marc Márquez asistió sentado en el primer banco.

Hay muchas lecturas que hacer. La primera, que Rossi ha mostrado a todo el mundo que Márquez es como otro cualquiera. El año pasado un joven piloto español decía a micrófono cerrado en una conversación: “Parece como si no quisieran ganar a Márquez”. Y es verdad: parecía que sus rivales salían a carrera asumiendo una derrota de antemano. Es probable que a partir de ahora las cosas no sean tan sencillas para el doble campeón de MotoGP.

La segunda, que por alguna circunstancia que al menos yo no soy capaz de descubrir, el aparente dominio de Honda no es tal. O al menos el conjunto moto-piloto no termina de funcionar de manera impecable como sucedía en el pasado. Quizás en los circuitos europeos, más convencionales, las aguas vuelvan a su curso.

¿Seguirán Márquez y Rossi compartiendo confidencias?

¿Y qué va a ser del indudable romance que vivían Rossi y Márquez? Es inevitable recordar el idilio que vivieron en el pasado Gibernau y Rossi, rivales en la pista y compinches fuera de ella. Lo suyo empezó siendo una pelea de guante blanco hasta que llegaron a Assen 2003, cuando en una maniobra cargada de intención por parte de Rossi, este se cerraba sobre la trayectoria de Sete rozando su rueda delante hasta el extremo de arrancarle el guardabarros. En el corralito, Sete le exigió explicaciones, y creyó la explicación de Valentino, pero las cosas ya no volvieron a ser igual entre ellos. ¿Sucederá lo mismo con Márquez?

Una última lectura. Márquez se encuentra a 30 puntos de Rossi en la clasificación del Mundial. No será la primera vez que Marc se enfrente a una contrarreloj similar, pero las circunstancias son otras. Esto no es Moto2 o 125. ¿Podrá estar tanto tiempo sobre el filo de la navaja? Y además, ha cedido 30 puntos ante Rossi, nada menos. El veterano campeón está en su mejor momento de forma, no cabe duda, y concederle semejante ventaja va a obligar a Márquez a correr constantemente al límite, con el riesgo que esto puede suponer. Pero tampoco hay que olvidar que no están solos. Andrea Dovizioso y la Ducati Desmosedici siguen ahí, como colosos, sin errores y esperando su oportunidad. Y Jorge Lorenzo, con muchos problemas, suma y sigue. Este va a ser un año en el que los casilleros en blanco van a pesar mucho en la clasificación.

Conceder 30 puntos de ventaja a Rossi obligará a Márquez a asumir demasiados riesgos, a correr demasiado tiempo en el filo de la navaja.

Y para terminar. Es inevitable sentir admiración por un tipo como Valentino, por sus gestos (lo de la camiseta de Maradona fue sensacional), y por su demostración. Descendió a los infiernos y muchos le dimos por terminado (mea culpa). Pero ha sabido reinventarse con humildad y con trabajo. Es un hombre inteligente que nos da lecciones todos los días. Como periodista, me siento afortunado de ser testigo directo de su carrera deportiva. Rossi es un ejemplo, como deportista y como profesional. Poco importa donde estés, de donde vengas, o lo que hayas conseguido en tu carrera. Lo importante es el momento; lo que importa es hoy.

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