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15 años sin Motociclismo Gonzo

Un "gonzista" sin igual
Fotos: SMN
Semidelincuente, bebedor, revolucionario, delirante, psicodélico, indisciplinado, anárquico, freelance por azar, amigo de las armas, desquiciado, chalado cuerdo y hasta candidato a sheriff del condado… Ya han pasado 15 años desde la muerte del americano Hunter Stockton Thompson, el padre del Periodismo Gonzo. Hizo gala de cierta vida ebria de éxitos, frustraciones y benzedrinas, con mucho interés por las dos ruedas.

Gay Talese, Tom Wolfe, Norman Mailer, Truman Capote… héroes del Nuevo Periodismo de la América de los ’60, una tendencia rupturista extendida a todos los ámbitos de la maltrecha y conocida profesión, puesta en práctica por neófitos y consagrados experimentando “desde dentro” para contar “hacia afuera”, es decir, escribir periodismo con las herramientas de la novela. El autor se convierte en protagonista y catalizador de la acción: pura gloria. Hunter Stockton Thompson, natural de Kentucky, fue un alumno aventajado de todos ellos y maestro de generaciones posteriores.

Despedido de las Fuerzas Aéreas, de la revista Time y del Middletown Daily Record de Nueva York, en 1970 escribió el artículo El Derby de Kentucky es decadente y depravado para la revista deportiva Scanlan’s Monthly. La descripción maniática y subjetiva en primera persona fue el resultado de la desesperación de Thompson para entregar el artículo a tiempo tras cuatro días pedo de bourbon, cerveza y julepes de menta. Arrancó las páginas de su cuaderno, firmó con un Escrito bajo presión por Hunter S. Thompson y se las mandó al director tal cual, sin corregir. Hunter daba por hecho el despido pero Warren Hincke le felicitó personalmente por teléfono. Personajes enloquecidos, mafiosos corredores de apuestas, damas decadentes, miedo, avaricia, vómitos… puro Gonzo (palabra de origen irlandés que alude al último que queda en pie tras una noche de borrachera). Bill Cardozo, director del Boston Globe Sunday Magazine, acuñó el término y Thompson lo asumió con gusto desde entonces.

Hunter S. Thompson sobre una Penton de enduro, la

Seguramente el nombre de Hunter S. Thompson no te suene demasiado, aunque a lo mejor sí recuerdas su obra magna llevada al cine en 1998 con Johnny Depp y Benicio del Toro en el reparto, Miedo y asco en Las Vegas, una de esas películas caústicas basadas en su excelente y celebrada novela sobre la muerte del Sueño Americano. Para producir semejante ejercicio de surrealismo setentero, un curro exigido por el Editor del periódico The Nation, él y su abogado cargaron el maletero de un Chevrolet descapotable rojo alquilado rumbo a Las Vegas con dos bolsas de hierba, 75 pastillas de mescalina, 5 hojas de ácido, un salero de cocaína, una galaxia de pastillas multicolor, tequila, ron, cerveza, éter puro y dos docenas de amilos. Thompson fue enviado a hacer un fotorreportaje de la carrera de Motocross Mint 400 para la revista Sports Illustrated y, al mismo tiempo, fue contratado por Rolling Stone (la publicacioón donde permaneció más años) para cubrir una convención policial sobre narcóticos en Las Vegas.

Lejos de ese título, que suena hasta demasiado bien para un “gonzista”, uno de los últimos iconos contraculturales de los States nos regaló también otra pequeña perla a lo largo de su ajetreada carrera profesional: Los Ángeles del Infierno: una extraña y terrible saga (1966). Para mí, el periodismo guerrillero-psicótico que Thompson lideró y pregonó durante toda su carrera alcanza su punto álgido tras una experiencia-barbarie junto a la cuadrilla de Ralph ‘Sonny’ Berger en la época que estigmatizó a la popular banda motera para siempre. La relación se torció más de lo habitual cuando los motoristas empezaron a sospechar que Thompson ganaba dinero con sus textos. Tras 18 meses de convivencia, se despidieron de él con una brutal paliza. Los Ángeles del Infierno vendió más de 800.000 ejemplares en tres años: un best-seller de obligada lectura (editado por Anagrama).

Hunter S. Thompson y su inseparable máquina de escribir

Todos los textos de Thompson están basados en hechos reales, eso sí, alterados y exagerados para jugar astutamente con la dualidad realidad-ficción. Pero el gran desconocido de Thompson, ese texto puro y duro sin aditivos, sigue siendo Song of the Sausage Creature (Canción de la Criatura Salchicha), un idilio letril en forma de test-bike con una Ducati 900 SS de mediados de los ’90, cedida por un concesionario de New Jersey para publicar en la revista Cycle World.

Sí, Hunter hizo una “gonzoprueba de moto”, algo que muchos de los que nos dedicamos a este sector realizamos con orgullo habitualmente. Personalidad, sensaciones, expresiones, experiencias moteras (BSA, Kawa, Harley…), comparaciones, actitudes, estilo de vida, par motor, diversión, marca de la casa, crítica social, Vincent Black Shadow… y los datos técnicos justos… Huevos, me dije. No importa la pista. El circuito es para punkies. Nosotros somos gente de carretera, nosotros somos café-racers. La prueba termina con un: Esta es la Maldición de la Velocidad que me ha acompañado toda mi vida. Soy un esclavo de ella. Sobre mi lápida tallarán, NUNCA FUE LO BASTANTE RÁPIDA PARA

Un 20 de febrero de 2005, a los 67 años, Hunter se suicidó de un tiro en la cabeza. Sus restos mortales fueron lanzados por un cañón junto al logotipo del puño rojo de doble dedo pulgar en alto agarrando un trozo de peyote, símbolo del periodismo Gonzo.

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