Edmond “Boy” Tubb logró una de aquellas hazañas de los pioneros del motociclismo que tan buen nombre dieron a las máquinas de principio de siglo. Y es que superar la barrera de los 160 km/h en 1937 no fue moco de pavo. Además, el escenario elegido no podía ser otro que en la pista británica de Brooklands, el primer circuito permanente de Europa (inaugurado en 1907).
La máquina de la factoría de Coventry es una de las dos únicas supervivientes de las seis que se fabricaron, una pieza extraña ideal para coleccionistas: se trata de una Grindlay-Peerless JAP 500 de 1929. Tras ganar la “Estrella de Oro” de Brooklands en 1937, la moto fue cedida al Museo del circuito a finales de los ’80 por sus dueños, la familia Tubb, paseándola en concentraciones de clásicas y eventos racing de todo el mundo.
Se estima que el valor de esta moto ronda los 70.000 €.