Tengo que viajar más de 30 años en el tiempo para situarme en El Jarama en la primera carrera a la que acudí (o más bien me llevaron). Se trataba de una carrera del Campeonato de España de Velocidad y aún conservo las entradas en casa. También tengo que viajar en el tiempo otros 20 años para recordar la primera vez que estuve en Jerez y un poquito menos, 15, para la primera carrera a la que asistí en directo al WSBK. Por aquel entonces el campeonato ya era un campeonato diferente, los pilotos eran accesibles pero había que comprar el acceso al paddock independientemente de la entrada. Aun así, merecía la pena. Estuve yendo algunos años a Valencia y ya en esta década volví a un WSBK en manos de Dorna que visitaba MotorLand Aragón en una historia que es digna de un artículo en solitario y que incluía el último intento (por el momento) de Fernando González de Nicolás por participar en el Mundial de Sidecar.
El caso es que este año he tenido la suerte de volver a un paddock que ya conozco y en el que ha habido bastantes cambios en la forma aunque el fondo sigue siendo el mismo: un lugar en el que disfrutar de una manera diferente de las carreras.
Poniendo en perspectiva lo que vi en el WSBK de principio de siglo frente a lo que nos encontramos ahora hay algo que llama la atención y no es otra cosa que la profesionalización extrema. A nivel organizativo el campeonato que dirige Dorna ha conseguido una imagen que una vez entras a pie al paddock, algo que puede hacer cualquier aficionado con su entrada, te das cuenta que no hay nada dejado al azar. Todo parece estar estudiado y cuidado, algo que en efecto sucede. El simple hecho de entrar al paddock siempre ha sido un aliciente para mi, porque ver las motos en pista es espectacular, pero poder colarte por allí también tiene su gracia también.
Además, dentro del paddock no solamente hay camiones de los equipos y sus «hospitalities». Al fin y al cabo eso es coto privado de los miembros de los equipos y algún invitado afortunado, así que tener el escenario montado con alguna de las motos expuestas y contar con una “fan zone” es un punto extra que todavía es más llamativo cuando ves que además de toda la actividad en pista, que se narra allí en directo para los que están, los pilotos van pasando y subiéndose al escenario para hace entrevistas o pasar un rato divertido que los acerca un poco más al resto de los mortales.
Esto es algo que llama la atención porque es diferente a lo que uno puede estar acostumbrado. Al fin y al cabo los pilotos son la parte más importante de las carreras, pero también son personas y acercarlas al resto de las personas es uno de los grandes valores de SBK. Pero el acercamiento hasta las estrellas del mundial de las motos de serie continúa más allá de los simples shows, también puede estar uno en el ”paseíllo” cuando los tres integrantes del podio cruzan por medio del paddock para llegar al corralito previo al podio. Allí puedes escuchar de viva voz sus impresiones de la carrera mientas todos los aficionados disfrutan de tener a su alcance a genios de las dos ruedas como Jonathan Rea, Álvaro Bautista, Tom Sykes… y luego, delante de ti suben al podio, descorchan el Pro Seco y lo esparcen haciéndote partícipe en cierto modo de su éxito.
Mi experiencia, he de reconocer, fue un paso más allá porque tuve varios extras que quien visita el campeonato no suele tener. El primero de ello fue tener un pase que me daba acceso a pista y, uff, ver pasar a Bautista con su V4 por Ferrari o a Rea apurando en Dry Sack (ahora Dani Pedrosa) es algo que siempre gusta. Además pudimos hacer una visita guiada por el box del Kawasaki Racing Team donde Biel Roda y Eva Blázquez nos atendieron, nos contaron un montón de curiosidades de su equipo y sus increíbles ZX10R, que pudimos ver desnudas y nos mostraron los camiones que desplazan a cada carrera.
Como decía al principio del artículo, son unos cuantos años (desde que era un crío) que he estado viendo motos en circuito, muchos también desde dentro como aficionado y trabajando y la verdad es que el SBK engancha y mucho, tiene un magnetismo que no sabría explicar y que después de varios años sin pisar su paddock había olvidado. Ahora estoy otra vez con mono de volver allí, de volver a disfrutar de carreras que en cierto modo son como las de antes, con VD Mark tomando algo junto a Rea y Haslam el sábado por la tarde entre dos motorhomes rodeados de su familia, con acción en la pista y con personas como tú o yo fuera de ella. Sin querer desmerecer a MotoGP, si me dan a elegir experiencia como aficionado, me quedo con las motos «de serie» para disfrutar de mi día en las carreras.