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Michelin impone una nueva forma de correr en MotoGP

Fotos: Motogp.com
Las complicaciones derivadas de la llegada de los nuevos neumáticos han impuesto en MotoGP una nueva forma de correr, en la que prima asegurar un resultado por encima de la competitividad, restando espectáculo a las carreras.

Citius, altius, fortius (más rápido, más alto, más fuerte) es el lema latino de los Juegos Olímpicos, y refleja el instinto de superación que impregna las competiciones deportivas. ¿Y qué es lo que se espera de la mejor competición motociclista del mundo? Que los pilotos den el máximo en cada carrera, buscando el límite de su talento y su capacidad para conseguir el mejor resultado posible. Sin embargo, en las circunstancias actuales de MotoGP, los pilotos corren sin la suficiente confianza para cumplir con el lema olímpico.

La inseguridad y desconfianza que generan los neumáticos Michelin han transformado la forma de plantearse las carreras, y en lugar de adoptar una estrategia claramente ofensiva, en MotoGP se está corriendo últimamente a la defensiva, intentando minimizar errores porque cualquier pequeño fallo no se perdona, no tiene solución.

Con los Michelin todavía no tienes el control al 100 por cien, decía Jorge Lorenzo el pasado domingo, tras su contundente victoria en Le Mans. “La situación aún no son tan estable como los anteriores neumáticos. Tienes que estar más concentrado y más pendiente”, insiste. Por eso las carreras se han convertido en monólogos sin combatividad, porque corriendo en grupo es más complicado mantener la concentración y hay que estar pendiente de más cosas. Así, las tres últimas carreras de MotoGP, han sido ganadas desde la “pole”, sin un solo adelantamiento.

Tienes que mantener la calma porque es sencillo cometer algún error, decía Valentino Rossi en Le Mans, mientras que dos semanas antes, en Jerez, explicó con una sencilla frase su secreto para ganar: “La clave fue que no cometí errores. Tienes que ir concentrado carrera tras carrera”, dijo, dando una pista evidente sobre el Mundial al que vamos a asistir, un campeonato que, seguramente, ganará el más paciente, el que menos se precipite, el que sepa aprovechar cada oportunidad que la competición le ponga a su alcance.

Esto supone cambiar la forma de competir. Marc Márquez, que desde su llegada a MotoGP ha buscado siempre los límites, ya tuvo muchos avisos la temporada pasada, perdiendo más de una carrera por un pilotaje demasiado arriesgado y nada conservador. En 2015 perdió muchos puntos por ser demasiado ambicioso, que es precisamente lo que se espera de un piloto ganador, así que este año estaba aplicando esta nueva fórmula. En, Jerez, por ejemplo, supo ser tercero: Es difícil asumir ser tercero, pero obtener 16 puntos está bien, y hay que estar tranquilo en las próximas carreras”.

En Le Mans, Márquez no perdió la cabeza, simplemente sucumbió a las complicaciones de la actual competición: sus carencias en aceleración le llevan a buscar en la frenada lo que pierde saliendo de las curvas, sobrecalentando el neumático delantero, de ahí que optara por el compuesto duro que le daba más estabilidad frenando. Pero tenía que seguir arriesgando para no perder la rueda de Dovizioso. Y solo bastó un error para echar todo a perder. Y es que los Michelin no perdonan un fallo.

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