A la hora de realizar el mantenimiento a una moto, hay puntos en los que se suele incidir de forma sistemática como, por ejemplo, el aceite del motor. Sin embargo otros como el líquido de las suspensiones o de frenos, pasan desapercibidos. Pero realmente también necesitan ser cambiados, además de forma sistemática cada dos años. De ello depende su buen funcionamiento. Pero, ¿por qué debemos cambiar el líquido de frenos?
El manual de la moto nos suele recomendar cambiarlo cada dos años a 24.000 km, lo que ocurra antes. Además es una operación sencilla y que no supone un gran coste. Incluso con un poco de maña, lo podremos hacer nosotros mismos.

El líquido de frenos absorbe humedad y, con ello, aumenta el riesgo de fadding o vapour block
El líquido de frenos es un líquido hidráulico formulado a base de derivados del poliglicol con o sin siliconas. Se clasifican según sus características mediante las siglas DOT (Department Of Trasportation) y un número que puede ser 3, 4, 5 o 5.1.
Cada equipo de frenos, en función del material con el que estén fabricados las juntas, conductos, retenes, etc; necesitan uno u otro tipo de líquido. El fabricante nos recomienda cual debemos usar y este viene indicado en el manual y también en el propio tapón del bote de expansión. Aunque algunos son compatibles entre ellos, no es recomendable mezclar líquidos de frenos que tengan diferente DOT.
El gran enemigo del líquido de frenos es el agua o, mejor dicho, la humedad. A medida que pasa el tiempo, lo absorbe y con ello baja su punto de ebullición. Si nos fijamos en las características de los líquidos, los datos de la máxima temperatura que aguantan antes de crearse burbujas se dan en seco y en mojado (con aporte de agua).

Que un líquido de frenos tenga humedad hace que su punto de ebullición baje enormemente. Por ejemplo un DOT 3 resiste hasta 205º (la temperatura normal de funcionamiento de los frenos es de 150º – 200º), pero al cabo de un año puede haber absorbido un 2% de agua, lo que se traduce en que su punto de ebullición ha bajado 90º, hasta solamente 115º.
En este caso y tras varias frenadas fuertes, el líquido entrará en ebullición y se formarán burbujas de aire. Es lo que se denomina fadding o vapour block. La capacidad de frenado se reduce enormemente y puede provocar un fallo total y, con ello, un accidente.
La única forma de evitarlo es cambiar el líquido cada dos años o 24.000 km. Con ello garantizamos que aunque con el paso del tiempo haya absorbido humedad, sea la mínima.
Además hay que tener en cuenta que si usamos la moto para hacer tandas en circuito o le exigimos a los frenos, habrá que cambiarlo antes. Lo normal sería hacerlo todos los años o incluso antes.