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Prueba Benelli TRK 251 2020: trail asfáltica fácil

La TRK 251 cuesta 3.699 € e incluye maletas laterales SHAD
Fotos: Javier Ortega
La primera impresión que lanza esta italiana es la de un modelo sencillo, ideal para trayectos cortos y diarios, particularmente en escenarios urbanos, o como mucho interurbanos. Sin embargo, a medida que la conducimos, vamos descubriendo unas posibilidades que la llevan más allá de lo que da de sí, en general, una modesta dos y medio.
Lo mejor
  • Control de conducción
  • Confort
  • Precio
Mejoraríamos
  • Vibraciones
  • Visibilidad por los retrovisores

La Benelli TRK 251 hace un planteamiento del trail asfáltico tan directo, que incluso ha renunciado a la llanta de 19”, casi obligada en esta categoría, para montar una de sólo 17″ en pro de un comportamiento más apegado al firme de la carretera, particularmente en los cambios rápidos de dirección.

Por otro lado, sus formas ergonómicas, su asiento y la posición en la que dispone nuestro físico la plantean desde el primer momento como una moto eminentemente cómoda, sea cual sea la distancia a recorrer. Pero mejor veamos, punto por punto y en marcha, todo lo que da de sí esta resultona italiana.

Una posición de control

El asiento de la Benelli TRK 251, con su forma cóncava y su amplitud, se siente como un verdadero sofá al plantar el trasero sobre él, a una altura (835 mm) asequible para muchas tallas de motorista. A continuación, al colocar los pies sobre las estriberas, las situaremos justo en el término medio de la moto, a una distancia del suelo que dejará nuestras piernas en un ángulo reposado. Las manos se posan sobre un manillar de generosa envergadura, anclado con cierta elevación sobre el tren delantero, de manera que los brazos y los hombros quedan en una postura tan natural como relajada.

Resulta francamente difícil encontrar en el mercado una posición de control más marcada que la de esta Benelli, además de brindar una comodidad difícil de presuponer, de entrada, en una moto de modestas pretensiones.

Prueba de la Benelli TRK 251. Posición de conducción.

La protección de una 250

Las formas ergonómicas que ofrece su carrocería ponen nuestras rodillas y nuestros muslos al resguardo del viento y del frío. Lo mismo ocurre con la parte baja de las piernas, hasta media espinilla. En cuanto a la parte superior, las líneas del carenado, junto con la coqueta cúpula que la remata, ofrece una protección inesperada, que cubre el centro del pecho, la parte más sensible de nuestro tronco, como bien conoce y sufre el lector. Se echan de menos, eso sí, unos protectores para las manos, ya que estamos en el segmento trail, por muy asfáltica que se plantee esta Benelli.

Prueba de la Benelli TRK 251. Su monocilíndrico.

Motor 251

Los 24,5 CV a 9.500 rpm que rinde este monocilíndrico de refrigeración líquida se sienten con un empuje mayor que la mera cifra, gracias a los 21 Nm de par a 7.000 rpm que desarrolla, prácticamente desde el ralentí. Las explosiones del pistón se dejan oír con un suave rumor, tras pulsar el botón de arranque.

A continuación, su entrega de desarrolla con una progresiva tracción, que dibuja una gráfica rectilínea hasta el corte del encendido, algo que facilitará al principiante, y a su impreciso tacto con el acelerador, la forma de graduar a su gusto el giro del puño.

Prueba de la Benelli TRK 251. Escape.

Por otro lado, las prestaciones de este dos y medio son más que suficientes para hacer sólido un crucero del 120 km/h, bien frente al viento, frente a cualquier subida de la autovía, o incluso llevando la carga extra de un pasajero que, además, viajará con un confort y un espacio francamente llamativos, tratándose de una modesta 250.

En cuanto a las vibraciones, se perciben, se sienten como cabe esperar en un monocilíndrico de cuatro tiempos, pero no llegan a molestar por quedar perfectamente aisladas en los pies, gracias a los tacos de goma desmontables de las estriberas, en el trasero gracias al magnífico mullido del asiento y en las manos, por los contrapesos del manillar. 

Tan sólo es reprochable el ruido de campana que forma bajo el depósito en el régimen medio-alto, un detalle que puede incomodar, en mayor o menor grado, dependiendo, claro está, de la susceptibilidad con la que escuchen nuestros oídos.

Prueba de la Benelli TRK 251. Foto frontal en acción.

De viaje con una 250

La aerodinámica que consiguen las líneas de la carrocería sorprende una vez que te subes y te plantas en la primera autovía de circunvalación, convirtiendo a esta modesta TRK 251 en una moto mucho más viajera de lo que cabe suponer al contemplarla en parado. De hecho, su velocidad punta es superior a la que registra su hermana neoclásica, la Leoncino 250, a pesar de compartir el mismo motor y desarrollos.

De otra parte, el confort que ofrecen tanto su posición de conducción como su asiento ya mencionado, invitan a ir bastante más allá del mero trayecto urbano, o del interurbano, que traslada cada día a muchos motoristas desde su casa hasta el trabajo. Además de ello, la TRK 251 se vende de serie con una espléndida parrilla trasera, y por si esto fuera poco, cuenta con la posibilidad añadida, que también ofrece Benelli, de acoplarle tres maletas fabricadas por la industria auxiliar.

A todo ello se le suma un consumo que se queda por debajo de los cuatro litros en carretera, dando al depósito (17 litros) una autonomía por encima de los 400 kilómetros nada menos. Con este interesante inventario de aptitudes, más las prestaciones ya descritas, resulta que finalmente tenemos una moto viajera sin complejos, algo nada habitual en la categoría del cuarto de litro.

Vista posterior en la prueba de la Benelli TRK 251.

Haciendo curvas

Con sus 153 kilos declarados en vacío y la posición de control absoluto que hemos descrito, no hace falta decir que esta TRK 251 se presenta también como una de las motos más fáciles para el principiante, lo mismo entre las calles y esquinas de la ciudad como al serpentear con ella una carretera revirada. 

Bastará con sólo desearlo para que esta Benelli entre en el viraje, y será suficiente una mera insinuación en la cintura para que ejecute cualquier cambio de dirección, por radical que lo hagamos, en el lapso de un pestañeo.

Prueba de la Benelli TRK 251. Transmisión por cadena.

El paso por curva en cualquier época del año está garantizada por la confianza que transmiten los Metzeler Sportec que calza de serie, y la frenada resultará también una tarea sencilla para esa mano derecha, e inexperta, del que empieza a conducir con el disco flotante de 280 mm que monta delante, y la pinza de cuatro pistones que lo muerde. En las frenadas más exigentes, más salvajes incluso, que hemos practicado con los 108 kilos de un servidor encima, esta horquilla no mostró ni el más mínimo síntoma, ni siquiera el amago, de ceder hacia el lado izquierdo, donde está montada la pinza.

La solidez del conjunto se sustenta sobre un chasis multitubular de acero con el apoyo del tren delantero en una horquilla invertida que monta unas sólidas barras de 41 mm. 

¿Fuera de carretera?

Como hemos mencionado desde la primera línea, el planteamiento que nos hace esta sencilla trail es eminentemente on road, con unos neumáticos que incluso ofrecen un uso exclusivo para la carretera. Sin embargo, la situación baja de las estriberas, y su posibilidad de quedarse al aire con su contorno dentado, se pueden tomar claramente como una incitación a conducir esta Benelli puestos en pie.

Prueba de la Benelli TRK 251. Conducción erguida

Y así resultó su comportamiento cuando lo probamos. Esta TRK 251 se deja llevar con naturalidad a lo largo de un sencillo camino, y se guía fácilmente con las rodillas, en una conducción erguida.

Por otro lado, esa posición de control total, que no nos cansaremos de subrayar, facilitará al principiante, sin ninguna experiencia fuera de la carretera -y escasa dentro de ella- una conducción sentado a lo largo de esa pista terrera con llegada en la casa rural de su destino, o con su paso junto a la ermita románica que desea visitar.

Prueba de la Benelli TRK 251. Pantalla del carenado.

Complementos

Las piñas son de sencillo diseño, pero de un fiable funcionamiento; al menos eso es lo que nos ha transmitido su uso y apariencia. Los retrovisores cumplen su función más por la posición sobre la que se sitúan que por la superficie de sus espejos, mientras que en el frente, el grupo óptico ofrece una luz suficiente para alumbrar la carretera, con las prestaciones que desarrolla esta TRK 251.

El piloto posterior y las señalizaciones de dirección están confiadas a la tecnología LED, con la particularidad de llevar los intermitentes delanteros integrados en la carrocería con una disposición vertical.

Prueba de la Benelli TRK 251. Pantalla de información.

Al resguardo del carenado, encontramos un display en blanco y negro, sencillo, pero que nos muestra toda la información básica, con el reloj horario y el nivel de gasolina, además de la marcha engranada en cada momento.

Llama la atención en una moto tan modesta la disposición de una toma de corriente USB sobre el depósito. Un detalle muy apreciable hoy día, sobre todo a la hora de viajar, ya que, como bien tienen activada su función de navegación.

Prueba Benelli TRK 251. 250 cc 4 v Refrigeración líquida

Valoración Final

Por 3.699 €, la Benelli TRK 251 es una moto ideal como pocas para el principiante, en la que todo es facilidad para conducir en cualquier escenario y a cualquier velocidad. Una sencilla 250 que se permite el lujo de entrar, directamente, en la experiencia del viaje motorista, incluso en la aventura de la gran travesía, a poca inquietud que se sienta en el sentido más trashumante de las dos ruedas. 

Una campeona urbana, que se defiende con bastante más que dignidad en la jauría rodante que forman los coches sobre las autovías de circunvalación, y un modelo perfecto, por otro lado, como segunda moto, práctica y económica, a la que se encargan los recados y también los placenteros paseos dominicales, justo antes del aperitivo. 

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