No dudamos de que la madera abunda en los frondosos bosques de Hungría. Tampoco es nuestra intención despreciar el hecho de que la gran mayoría de vehículos construidos por el hombre desde la invención de la rueda eran precisamente de madera. Otra cosa muy diferente es, en pleno siglo XXI, utilizar uno de los materiales más mundanos sobre la faz de la tierra para fabricar una custom en toda regla.
Mientras que otros prefieren emplear metales nobles como el oro para construir motos exclusivas, el húngaro Istvan Puskas ha preferido utilizar la madera para obtener el mismo resultado, porque su creación también va sobrada de exclusividad. Y además, funciona.
Puskas ha tardado dos largos años en construir su moto, a la que ha montado nada menos que el bicilíndrico en línea de un Fiat 126, aunque no sabemos si en su variante de 594 cc, 652 cc o 704 cc. Todo el chasis es exclusivamente de madera, incluyendo equipo de suspensiones y llantas, aunque para los neumáticos ha optado con gran criterio por la goma. También se ha permitido la licencia de utilizar una correa de transmisión y un enorme y ergonómico cuerno de vaca para construir el manillar.
Aunque la máxima velocidad capaz de desarrollar la moto no supera los 30 km/h, Puskas también ha tenido el acierto de montar un equipo de frenos que, honestamente, no nos atreveríamos a decir cómo funciona.
