El Tokyo Motorshow de 1968 marcó un antes y un después en la historia de la moto. La Honda CB750 Four supuso un hito debido a su mecánica tetracilíndrica en línea SOHC, freno de disco delantero, arranque eléctrico, pintura bitono especial, manillar ancho y relojes de la instrumentación.
Tampoco me olvido de aquella Honda CB750F (posteriormente CB1100F) plateada con la que un jovenzuelo llamado Freddie Spencer ganó sus primeras carreras en el Campeonato Americano de Superbikes, allá por 1980. Los piques con Eddie Lawson y su Kawasaki fueron épicos, antes de ser triple campeón del mundo de velocidad, claro.
En 1999 se presentó la CB1100 Concept que conmemoraba los 30 años de la llegada al mercado de la CB750 original. En 2007 llegó el proto definitivo, con unas líneas básicas muy acertadas que casi se han mantenido inalterada hasta la moto de serie definitiva mostrada en el pasado Salón de Colonia 2012. Mitsuyoshi Kohama, Jefe de Diseño, ha dado en el blanco.
Ahora, tras una tendencia “retro-cool” que invade todo lo que nos rodea, Honda amplía mercado con un modelo destinado a una minoría muy selecta y sin apenas competencia (quizá, la Yamaha XJR1300).
Motor hecho moto
Cuando ves por primera vez la nueva CB1100, tus ojos se clavan en el depósito de gasolina… y en el motor, el “alma” de esta moto. Una belleza tan antigua por fuera como tecnológica por dentro. El aleteado exterior es como el de las motos de antes, al igual que las formas y el sonido que emana su silencioso cromado 4 en 1. Por contra, cuenta con una afinada inyección electrónica con la que declaran consumos de 5.4 l. /100 km y un sistema de refrigeración interno por aceite muy elaborado. Algunos “grillos” al apagar el motor en caliente (mucho más sutil que el trepidar de un Harley V-twin) ponen el sello final. Parte de su motor deriva de CB1300S.
Todos sabemos que Honda fabrica motos “universales”, por muy orientadas a circuito que sean algunos de sus modelos. Pues bien, imagínate esta CB: suave, constante y lineal, casi monomarcha, dulce y divertida también. No hace falta subirla de vueltas: jugando en la franja 3.000-6.000 rpm lo tienes todo. El embrague, de accionamiento hidráulico, es otro de esos detalles que me encantan.
Neutra y sin compromisos
Al contrario de lo que puedan indicar sus más de 2 metros de largo y 250 kg en orden de marcha, la CB1100 es una moto manejable. Entre el tráfico la estrechez está marcada por el bloque de su imponente motor, mientras que la combinación de un asiento-estriberas bajas junto a un manillar alto hace que acoples en la moto sin extremismos y de manera natural. Acostumbrado a modelos más deportivos, la CB1100 te invita a “subirte” sobre ella y no a “introducirte” dentro de ella.
Las suspensiones Showa (con el clásico doble amortiguador trasero) y un robusto pero experimentado chasis de acero hacen el resto. Quizá debas acostumbrarte al comportamiento de las llantas de 18 pulgadas con un neumático trasero de 14 cm de ancho, pero poco más. Tan seguro estoy del noble comportamiento de esta “macho-bike” que lo comprobé en mis propias carnes cuando se me fue de delante un par de veces al trazar una curva de derechas bastante cerrada sobre un asfalto de “espejo”. La CB1100 me dijo: «Ey, endereza que estoy deslizando».
Su sistema de frenada combinada C-ABS de serie con pinzas de 6 pistones Nissin y discos flotantes no tiene peros.
Valoración final
Disponible en rojo, blanco y negro, con el motor siempre en gris (la del mercado japonés es negro y dispone de menos bajos-medios que la Europea) la Honda CB1100 es una moto con mucha personalidad, tintes clásicos y convenientemente actualizada para los tiempos que corren. Si el Señor Ito, presidente de Honda, usa esta moto para su desplazamiento diario, por algo será.
Lo mejor:
- Diseño inmortal
- Par motor (93 Nm a 5.000 rpm)
- Frenada combinada C-ABS de serie
Mejoraríamos:
- Más potencia (90 CV declarados)
- Precio elevado (12.199 €)