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Las mejores motos de la historia (III): Vincent Black Shadow

Fotos: SMN
"The world's fastest standard motorcycle", o lo que es lo mismo, la moto de serie más rápida del mundo. Este eslogan fue la frase que encabezaba la publicidad de las Vincent Black Shadow, una máquina que rozaba los 200 km/h a finales de los '40.

La Vincent Black Shadow equipaba una mecánica V-twin de 998 cc, pesaba 208 kg y alcanzaba, en sus versiones de calle, las 120 millas por hora (193,128 km/h). Estamos hablando de 1948, año de su presentación, una época en la que una moto capaz de alcanzar las 100 mph ya era toda una “fiera”. Hoy día, la Black Shadow sigue siendo objeto de veneración para muchos motoristas y es fácil encontrar cómo se refieren a ella como la primera superbike de la historia. Y no es de extrañar, ya que muchas de sus soluciones si prefiguraban cómo debía ser una verdadera deportiva.

La moto era casi completamente negra, con el motor pintado también en ese color. Una novedad, cuando todas las motos llevaban el color del metal pulido en su mecánica. De ahí, su nombre. Diseñada por Phil Irving (el ingeniero detrás de los Brabham F1 de los 60, de algunas de las motos Velocette y la EMC GP 125 de 1960), la Black Shadow surge de la necesidad de renovar la gama tras la guerra mundial. En palabras del propio Irving, la fábrica no estaba en las mejores condiciones después de la guerra, pero había esperanzas de competir con las otras marcas gracias a la Vincent Rapide. Antes de la guerra, esta “antecesora” ya había sido lo más rápido que podías comprar en Inglaterra en dos o cuatro ruedas.

La silueta de una Vincent Black Shadow es inconfundible

Estuvieron desde 1946 estudiando cómo mejorar su moto. Había que hacerla más potente, ligera y ágil. El motor fue rediseñado en varios aspectos y con ello alcanzó la cifra de 55 CV (46 la Rapide), aunque elementos como el embrague se diseñaron para aguantar hasta 100 CV. Ello demuestra que esperaban mejorar esas cifras, cosa que sucedió en las versiones de carreras conocidas como Black Lighting, que alcanzaron más de 80 CV en sus últimas versiones. El motor de serie, un V2 a 50º empleaba baja compresión, algo natural en tiempos en los que la calidad de la gasolina era dudosa. El empleo del aluminio fue masivo: curiosamente era uno de los pocos materiales de los que Vincent disponía con cierta abundancia tras la guerra y elementos como las suspensiones o los frenos rozaban “lo revolucionario”.

Empleaba un cantilever trasero, una patente de la marca estrenada antes de la guerra, cuando todavía gran parte de la competencia no tenía ni suspensión. Usaba también un sistema de frenos desarrollado por ellos: dos tambores en cada rueda, uno por cada lado del buje, con ocho zapatas. Y eran “desconectables”, de forma que podías llevar sólo un tambor en cada rueda, sólo frenos detrás o delante, como quisieras “configurarlo”. Delante, una horquilla de paralelogramo y para terminar, un chasis con el motor formando parte estructural. Como ves, una moto muy especial en su momento.

Hasta la fecha en que se dejaron de hacer, a mediados de los 50, menos de 1700 Black Shadow fueron fabricadas, todas ellas a mano.

Vincent Black Shadow, la mejor moto de antes de la II Guerra Mundial

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