Cuando me levanté en la región de Chianti fue la primera vez a lo largo de este viaje que no quería coger la moto. Despertarte en Toscana, entre la paz y la calma de los famosos viñedos que dan fama internacional a esta región es una oda a la paz y la calma. Sólo quería tomar un café y escribir, las musas deben de vivir todas por aquí. Lo llamativo es que Strada in Chianti, está a solo 24 km de Florencia y es que las distancias en Italia son agradecidas, no necesitas recorrer mucho para verlo todo.
El segundo destino toscano era el circuito del Mugello si la cabra tira al monte el motero lo hace hacia el circuito, tampoco lo voy a negar. El tramo hasta Scarperia es imprescindible, vibrante y divertido como el propio circuito. Rodar por la Toscana es rodar por el Mugello, constantes desniveles con infinitas curvas enlazadas, “arrabiatas” por doquier en un asfalto estrecho y técnico. Un sueño para nosotros.
A Florencia le dediqué un día entero aunque bien pudiera ser una semana, un año o una vida. No conviene dejarte nada aunque verlo todo es del todo imposible, tener las entradas por anticipado ayuda pero lo que mejor os vendrá es una lista de “vuestros” imprescindibles o mejor aún, venir varias veces en la vida. Hay más extranjeros que italianos en uno de los centros turísticos mundiales y pese a esto, no pierde su encanto. El impresionante valor cultural de la ciudad del Renacimiento por excelencia es incalculable y solo moverte por ella te enriquece de un modo sin igual. La Santa Croce, il Duomo, L’Accademia y El Palacio “Vecchio” junto con los paseos por sus puentes que cruzan el río Arno bien podría ser “mi” menú básico para la que es una de mis ciudades favoritas en todo el mundo, ya me diréis cuál es el vuestro.
La última sorpresa de la jornada fue Pisa, la verdad es que no la conocía y siempre pensaba en ella como en un pueblo toscano donde unos cimientos insuficientes hicieron que una torre se inclinara. Nada más lejos de la realidad. Pisa es verdaderamente preciosa, con mucho parecido a la capital toscana como los puentes que también cruzan el inmenso Arno a su paso pero también con identidad propia. A diferencia de Florencia, puedes ir en moto en paralelo al río observando los edificios ubicados en ambas orillas en perfecto estado de conservación. La famosa torre, que no está en el centro histórico y debe ser observada con detenimiento, forma parte del complejo de edificios del Duomo de Pisa. Como el de Florencia cuenta con il battistero, catedral y torre, pero está en una despejada explanada que te permite observarlos desde la distancia. Un ángulo diferente para una ciudad diferente.
Mucho que ver y mucho que visitar en la afamada Toscana. Os aseguro que no defraudará ni a los más exigentes, tomaros vuestro tiempo para disfrutar de una región que os cautivará y que parece que está diseñada para rodar en moto. Porque no es que el Mugello este en la Toscana, más bien la Toscana es el Mugello.