Las cifras pueden mostrar una realidad, pero cuanto más heterogéneo sea el grupo al que se refieren, menos precisas son. Esa es una de las conclusiones a las que parecen haber llegado tanto la DGT como el Ayuntamiento de Barcelona (cuestionado por algunas medidas recientes), que acaban de firmar un convenio que busca disminuir la siniestralidad de la moto en Barcelona.
La Ciudad Condal es un ejemplo en lo que a movilidad personal se refiere, y es que los estudios afirman que el 33 por ciento de los vehículos son motos o ciclomotores. Es una tasa mucho mayor que en el resto del país, pero lleva de la mano otra estadística que no es tan halagüeña: el 86% de los heridos graves en accidentes de tráfico urbano son usuarios de moto.
Precisamente este convenio busca mejorar estas cifras empezando por comprenderlas, y es por ese motivo que se pondrán en marcha diferentes estudios y encuestas que hagan una radiografía de cómo es la movilidad en moto en Barcelona. A grandes rasgos, buscarán entender cómo es actualmente el cumplimiento de las normativas y, también, la eficacia de las medidas adoptadas para los usuarios.

Pero estos estudios buscan ir un paso más lejos y pretenden diferenciar a los usuarios de moto. Llama la atención que uno de los focos de estos estudios buscarán conocer el número de accidentes de usuarios de “motosharing” y movilidad turística, así como detallar el uso de este tipo de vehículos por parte de terceros negocios como podrían ser el reparto, la mensajería o el comercio electrónico.
De esta manera buscarán entender dónde están los puntos de mejora para reducir esa siniestralidad. Como no podría ser de otra manera, se intentará evaluar el uso del casco (entendemos que tipo de casco y condiciones) además del empleo del móvil durante la conducción. Y es que no hay que olvidar que los “motosharing” ofrecen un casco, pero no de la talla que necesita el usuario, y además son tipo jet que no ofrecen seguridad facial.
En cuanto a la línea de actuación más allá de los estudios, están la puesta en marcha de acciones que ayuden a disminuir la siniestralidad, entre las que podemos destacar los cursos de cursos de formación, demostraciones prácticas o las clases de conducción segura. Por otro lado, pretenden apoyarse en la tecnología para implantar sistemas tecnológicos de apoyo a los motociclistas que sirvan para identificar puntos negros. Para ello se apoyarán en el LAB de movilidad urbana creado recientemente.
No cabe duda de que este es un primer paso que podrían y deberían seguir otras ciudades y es que la ciudad muchas veces da una falsa sensación de seguridad. Para muestra los 16 motoristas fallecidos durante lo que va de año solo en la capital barcelonesa.