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110 razones para decir basta

Nos anuncia Rubalcaba - esta vez el inefable Pere Navarro saldrá ileso de la crítica, puesto que la decisión le sobrepasa - que a partir del 7 de marzo, el límite de velocidad en autopistas y autovías se reduce a 110 Km/h.

No hace ni una semana que – esta vez sí – Don Pere nos anunciaba que bajaría el límite de velocidad en poblado para calzadas de un sólo sentido. ¿No querías caldo? pues toma dos tazas.

Resulta que ahora, la solución de los males de la patria, pasa por reducir el límite de velocidad en autovía y autopista, cuando no somos pocos los que andamos pidiendo por activa y por pasiva que no sólo no se reduzca sino que, además, se aumente hasta unos razonables 140 km/h.

Y digo yo ¿no será el mismo precio de los carburantes suficiente medida disuasoria para que evitemos correr innecesariamente? Porque resulta que subir el precio del tabaco era una cosa necesaria para reducir el tabaquismo, pero parece que la subida del precio de la gasolina no será argumento suficiente para que reduzcamos el consumo de carburantes, porque claro, somos todos tontitos y necesitamos que papá Estado nos diga lo que tenemos que hacer para gastarnos mejor nuestro cada vez más escaso dinero.

Mucho me temo que una vez más, el rodillo de este desafortunado gobierno, bajo un argumento de “necesidad social”, vuelve a pasarse los derechos individuales por el arco de triunfo, entrando de nuevo como un elefante en una cacharrería dentro del ámbito de la vida privada de los ciudadanos, lugar que le debería estar vetado pero que insiste en invadir cada vez con más entusiasmo.

A mi con esto de reducir el límite de velocidad, aunque bien puede tener su sentido macroeconómico, me pasa como a los del cuento de Pedro y el lobo: que igual resulta que sí, que ahora es verdad y la medida es dolorosa pero necesaria y positiva, pero yo, la verdad, ya no me creo nada, y viniendo de un personaje como Alfredo Pérez Rubalcaba, alguien que ha demostrado una increíble capacidad para la mentira sin sonrojo ni pestañeo, la verdad, pues menos todavía.

En el horizonte no veo más que multas, recaudación y más multas y, de paso, reducimos emisiones y consumo energético, eso sí, a golpe de represión y recorte de libertades. ¡Amos hombre, a otro con estas milongas, señor ministro! Usted tendrá sus razones, pero yo seguro que encuentro 110 razones para decirle que basta, basta ya de encorsetar nuestra existencia, regularlo todo y cortarnos las alas. Si lo que quiere es nuestro dinero, ya sabe cómo conseguirlo, en eso su partido históricamente ha demostrado ser un experto: súbanos aun más el IRPF y listo. Pero, por favor, con las cuatro perras que nos sobren ¡déjenos hacer lo que nos de la real gana y paren ya de prohibir cada día una cosa nueva!

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