Poco a poco van llegando más modelos de «motos automáticas” al mercado (no quiero ahora llamarlos “scooter” porque en algunos casos la frontera es difusa), de diferentes cilindradas, pero con cada vez más modelos en la gama superior, con motores bicilíndricos de más de 400 cc de cilindrada y potencias cercanas a los 48 CV del carné A2 o por encima de esa cifra. Con diferentes estilos (más o menos deportivos, GT o trail) cada modelo defiende su parcela, pero hay un elemento común a todos: la transmisión automática usa un variador mecánico y embrague centrífugo. Todos, menos los Honda X-ADV (e Integra), que usan algo totalmente diferente: su cambio “DCT” de doble embrague semiautomático. ¿Qué ventajas aporta este sistema?
1. Modo manual: el piloto “manda”
La primera ventaja del sistema DCT es que se puede usar en modo totalmente manual. Es decir, el Honda X-ADV (como la Integra, Africa Twin y otras Honda con este cambio) se pueden conducir como motos con cambio manual. Pilotar una moto tiene siempre un componente pasional y uno de los elementos de ese pilotaje es precisamente cómo subimos marchas acelerando o las bajamos reduciendo antes de una curva, al frenar. Todo eso es perfectamente posible con las Honda DCT, si el piloto elige el modo manual. Incluso puede aprovechar ventajas del sistema automático para forzar un cambio en un momento dado: reducir una marcha para acelerar por ejemplo, o subir una marcha para no forzar el agarre sobre terreno resbaladizo acelerando. Si el piloto quiere, “manda”.
2. Modo automático: el piloto también manda
En el otro extremo tenemos los modos automáticos de funcionamiento: ahí, la centralita toma decisiones (qué marcha insertar a continuación) en función de su estamos acelerando o frenando. Si queremos prestar la máxima atención al tráfico, o sencillamente para conductores que solo quieren preocuparse de acelerar y frenar, disponer de esa facilidad es perfecto. Pero también en este caso el piloto “manda”: incluso en el modo más automático, el sistema cambia a menos revoluciones si aceleramos suavemente que si abrimos gas a fondo: reacciona de forma «inteligente«. En ese caso incluso puede decidir reducir una marcha para mejorar la aceleración, en un adelantamiento por ejemplo. Algún modelo con variador controlado electrónicamente está a medio camino de ese comportamiento, que simula forzando posiciones fijas del variador, pero para el 99 por ciento mecánico es algo fuera de su alcance.
3. Sin mantenimiento: más fiabilidad
Vaya por delante que, como cualquier sistema mecánico, esta transmisión no está libre de desgastes o averías. Pero aquí solamente funciona por fricción el embrague, mejor dicho los dos embragues, y si el sistema no se fuerza y no hay ningún problema los discos pueden durar muchas decenas de miles de kilómetros. Por concepto, en contraste, los variadores mecánicos que funcionan totalmente por fricción (correa contra semipoleas, y contrapesos, embrague aparte) necesitan un mantenimiento muy superior. Una correa necesita reemplazo a los 10 hasta 20.000 kilómetros y entonces el variador también hay que revisarlo y posiblemente cambiar rodillos (por lo menos). Además de eso, el embrague suele necesitar su propio mantenimiento y en esos periodos no es raro tener que reemplazar zapatas en la mayoría. Todo eso suma (mano de obra y materiales) a las facturas de las revisiones, mientras el DCT no necesita nada de eso, como un cambio manual de toda la vida.
4. No necesita “preparaciones”
Los modelos automáticos con variador y embrague mecánicos siguen una “ley” fija de funcionamiento. En función de los gramos de contrapesos y dureza de muelles montados, la moto o scooter arranca a determinadas revoluciones y acelera a cierto régimen que el piloto no puede modificar en marcha. Si de serie nos parece muy tranquilo, podremos montar piezas alternativas para cambiarlo: una vez cambiado, de nuevo siempre funcionará de esa forma a partir de ese momento. Si nos hemos pasado y hemos montado algo muy agresivo, el día que queramos ir tranquilos, aunque vayamos a punta de gas, la moto seguirá siendo nerviosa (y gastará más). Como hemos visto, los modos de pilotaje de Honda permiten adaptar el cambio DCT, en modo manual o automático, a nuestro gusto o necesidad: basta tocar un botón en marcha.
5. Superioridad técnica
Al final, las ventajas del cambio DCT pueden resumirse en una: gracias a este sistema tenemos varias motos en un solo modelo. A la vez es ciudadana, tranquila, deportiva, rutera… Todo gracias a un sistema que, eso sí, es mucho más complejo a nivel técnico que un variador mecánico. Honda ha conseguido mantener un precio competitivo en sus modelos a pesar de esto y se ha convertido en una especialista. Recuerdo que durante la presentación del primer modelo de scooter de cierta marca muy importante, le pregunté a su presidente sobre la decisión de usar un “simple” sistema mecánico: reconoció que el sistema de su rival (Honda) era superior técnicamente y que era una asignatura pendiente para ellos… Lo es para todos, ahora mismo.